La hiperinflación

En muchos países latinoamericanos las subidas de precios han alcanzado en las últimas décadas tasas muy elevadas, algunas del orden del 400% anual e incluso superiores. Este es el fenómeno llamado hiperinflación. Aquí hay un cambio cualitativo, es una situación substancialmente diferente a la inflación normal, con problemas y peculiaridades propias, que requieren explicaciones y soluciones diferentes. En una situación hiperinflacionista la gente no está dispuesta a mantener dinero debido a la rapidez con que disminuye su valor.

La hiperinflación no es una novedad. En otros países y otros períodos históricos se han conocido también procesos inflacionistas extraordinarios. El más estudiado de todos ellos es el sufrido por Alemania tras la Primera Guerra Mundial.  La obligación de pagar fuertes indemnizaciones a las naciones vencedoras y la caótica situación interna que impedía obtener por la vía fiscal los ingresos necesarios, indujeron a la República de Weimar a financiarse imprimiendo papel moneda sin ninguna contención. Entre enero de 1922 y noviembre de 1923 la tasa acumulada de inflación ascendió a un billón por ciento. Para hacernos una idea del significado de esa cifra piénsese que el dinero suficiente para adquirir todas las viviendas del término municipal de Málaga no bastaría un par de años después para pagar una ración de boquerones.

ESTAS FUERON SUS PALABRAS

Los hombres y las mujeres se apresuraban a gastar sus sueldos, a ser posible, a los pocos minutos de cobrarlos. Los billetes eran llevados a las tiendas en carretilla o en cochecitos de niño. La referencia a las prensas de imprimir siempre habían ocupado un lugar especialmente importante en el clisé monetario. Aquel otoño, en Alemania, se utilizaron virtualmente todas las prensas capaces de imprimir dinero. En realidad los billetes manaban a raudales. Y a veces el comercio se interrumpía al retrasarse las prensas en producir nuevos billetes de cifras lo bastante altas para que fuese transportable la cantidad de papel necesaria para la compra del día.

(J.K. Galbraith, El dinero, 1975)

 

Aún más grave fue la hiperinflación sufrida por Hungría inmediatamente después de la segunda guerra mundial. Los precios se multiplicaron por más de 1027 en doce meses, multiplicándose dos veces cada día.

La hiperinflación latinoamericana no ha alcanzado nunca esas tasas extremas, pero ha resultado ser mucho más perdurable en el tiempo. La tasa media de inflación anual durante el período 1980-1987 fue del 166% para Brasil, del 299% para Argentina y hasta del 602% para Bolivia. Pero no fueron las propuestas estructuralistas sino las más clásicas (restricción monetaria y contención del gasto público) las que han conseguido domeñar la fiera. Eso sí, con efectos muy desagradables para la población de estos países. De hecho, como consecuencia de las repercusiones de algunas políticas antiinflacionistas excesivamente rígidas, a finales de los ochenta se llegaron a producir en varios países sudamericanos (Argentina, Venezuela, entre otros) motines espontáneos con asalto de muchedumbres procedentes de los barrios más pobres a tiendas de alimentación.

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La hiperinflación alemana en los tiempos de la República de Weimar tuvo extraordinarias repercusiones sociales, políticas y psicológicas. El billete de 1.000 marcos (arriba) emitido en septiembre de 1922 había perdido prácticamente todo su valor un año después, cuando en septiembre de 1923 se emitieron billetes (abajo) por valor de cientos de millones de marcos.
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Textos básicos

 · Naturaleza y medida
 · Las consecuencias
 · Las causas
 · Teoría estructuralista de la inflación
 · La hiperinflación
 · Políticas antiinflacionistas
 · Las expectativas adaptables y racionales

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