El Patrón-Oro

Aunque han existido también el patrón plata y el bimetalismo, el sistema más característico de tipos de cambio fijo es el del patrón oro. El funcionamiento de este sistema requiere que el país que desee integrarse establezca un precio oficial del oro en su moneda y se comprometa a comprar y vender a ese precio todo el metal que se le ofrezca o se le demande, permitiendo a la vez su libre importación y exportación. Los tipos de cambio quedan determinados por la relación entre los precios oficiales del oro en cada divisa.

La principal virtud del patrón oro era su capacidad de reajustar automáticamente los desequilibrios en las balanzas de pagos. Si las exportaciones de un país eran superiores a sus importaciones, recibía oro (o divisas convertibles en oro) como pago y sus reservas aumentaban provocando a la vez la expansión de la base monetaria. El aumento de la cantidad de dinero en circulación corregía automáticamente el desequilibrio por dos vías, haciendo crecer la demanda de productos importados y provocando inflación lo que encarecía los productos nacionales reduciendo sus exportaciones. Si, por el contrario, el comercio exterior del país era deficitario, la disminución de las reservas de oro provocaba contracción de la masa monetaria reduciendo la demanda interior de bienes importados y abaratando los productos nacionales en el exterior.

Pero el sistema tenía también serios inconvenientes.  El país cuyo déficit exterior provocaba contracción de la masa monetaria sufría una fuerte reducción de su actividad económica generalizándose el desempleo. Los países con superávit podían prolongar su privilegiada situación "esterilizando el oro", impidiendo que el aumento en sus reservas provocase crecimiento en la circulación monetaria e inflación.

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