Política industrial

El concepto de política industrial hoy es completamente diferente de lo que era hace veinte o treinta años. En la década de los años sesenta y setenta, los gobiernos europeos consideraban que la clave de la prosperidad estaba en el proteccionismo, esencialmente en la utilización de normas y barreras comerciales discriminatorias para proteger a sus empresas de la competencia exterior. Hoy en día está ampliamente aceptado que el aislamiento sólo puede llevar al estancamiento, y que es la liberalización de mercados la que reporta los mayores beneficios, tanto para los consumidores como para las empresas, y la que ayuda a éstas a mantenerse rentables en un mercado cada vez más planetario y cada vez más competitivo.

Por consiguiente, la cuestión clave que hoy intenta abordar la política industrial es ¿qué hay que hacer para ayudar a las empresas a competir en el mercado mundial? Inevitablemente, esta cuestión afecta a muchas otras políticas y cualquier respuesta eficaz incidirá en la educación y la formación, la investigación y el desarrollo, la competencia y el medio ambiente.

Por eso, muchas políticas de la UE están contribuyendo a reforzar la competitividad de la industria europea de manera que genere un crecimiento más rápido y más empleos. Dada la importancia que se asigna a las pequeñas y medianas empresas, se han adoptado medidas específicas para este sector. El núcleo fundamental de la política industrial comunitaria se inspira en el Tratado de la Unión Europea, que entró en vigor en noviembre de 1993. En él se establece como tarea fundamental asegurar "la existencia de las condiciones necesarias para la competitividad de la industria comunitaria".

El Tratado establece cuatro objetivos:

  • acelerar la adaptación de la industria a los cambios estructurales;

  • fomentar un entorno favorable a la iniciativa y al desarrollo de las empresas en el conjunto de la Comunidad y, en particular, de las pequeñas y medianas empresas;

  • fomentar un entorno favorable a la cooperación entre empresas; y

  • favorecer un mejor aprovechamiento del potencial industrial de las políticas de innovación, de investigación y de desarrollo tecnológico.

En su Libro blanco sobre el crecimiento, la competitividad y el empleo, presentado al Consejo Europeo en diciembre de 1993, la Comisión Europea proponía soluciones prácticas para conseguir un crecimiento dinámico que genere empleo, basado, entre otras cosas, en el desarrollo de las infraestructuras y mercados de la información, a fin de poner a punto a las empresas europeas para la competencia en los mercados mundiales.

De cara a estos objetivos, la Unión procura siempre simplificar las condiciones en las que trabajan las empresas y suprimir trámites burocráticos. Asimismo, gestiona y apoya programas y proyectos para el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías, y se esfuerza por alentar a la industria a adaptarse a los cambios, una de las claves del éxito en los mercados modernos, siempre en rápida evolución.

Para crear este entorno favorable, la UE lleva a cabo dos tipos de actuaciones:

  • actuaciones sobre el funcionamiento de los mercados, incluyendo la reglamentación del acceso al mercado, las características de los productos, la política comercial y la política de competencia;

  • actuaciones en relación con factores que afectan a la capacidad de la industria para adaptarse a los cambios, como la estabilidad del entorno macroeconómico, la necesidad de tener en cuenta las expectativas del público con respecto a la industria (entre otras cosas, la consecución de un desarrollo sostenible y el respeto de ciertos principios éticos), y la promoción de las inversiones intangibles en campos como la tecnología y la formación.

La industria sólo puede sacar pleno fruto de estas actuaciones si se llevan a cabo en conjunción con las de los Estados miembros.

De acuerdo con las orientaciones del Libro blanco sobre el crecimiento, la competitividad y el empleo, y con las expuestas en diferentes comunicaciones sobre la política de competitividad industrial, las prioridades de la Unión en lo que respecta a la creación de un entorno favorable a la industria son las siguientes:

  • fomento de las inversiones intangibles,

  • desarrollo de la cooperación industrial,

  • fortalecimiento de la competencia,

  • modernización de las administraciones públicas relacionadas con la industria.

Agrupados en estos cuatro grandes apartados, la Comisión tiene una lista de objetivos destinados a asegurar la complementariedad entre diferentes acciones, establecer prioridades y detectar carencias en los planteamientos actuales.


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