Barreras políticas al desarrollo

La incultura y las fuertes diferencias sociales de los Países Menos Desarrollados generan inestabilidad social y resultan ser un campo abonado para la aparición de dictaduras nacionalistas. Muchos gobiernos de PMD, de izquierdas o de derechas, militares o civiles, laicos o confesionales, han encontrado un medio de fortalecerse y de atraer las voluntades de sus súbditos en el fomento de la xenofobia y el nacionalismo chauvinista. Culpando al extranjero de los males interiores se exculpan a sí mismos de su torpe brutalidad. No es ese el ambiente idóneo para fomentar las inversiones externas ni para atraer el turismo ni para facilitar el intercambio de ideas.

La forma más rápida y rentable en que la riqueza y la cultura acumulada por la humanidad puede transmitirse a los países atrasados es como tecnología incorporada al capital. El elevado rendimiento comparativo de capital con respecto al trabajo en estos países o, dicho en otras palabras, los bajos salarios, son sin duda un fuerte atractivo para las inversiones externas. Pero las inversiones también necesitan un ambiente favorable que garantice su seguridad. Sin embargo los PMD con dictaduras nacionalistas se muestran reacios a la entrada de capital exterior y exhiben comportamientos xenófobos que desaniman cualquier iniciativa externa.

Al buscar su fuerza política en el proteccionismo comercial de la burguesía interna y en la agitación "antiimperialista", para estas dictaduras solo quedó la vía del endeudamiento. Al no inspirar la confianza que pudiera atraer inversiones de capital a largo plazo, los gobiernos de los PMD consiguieron en ocasiones ofrecer suficiente garantía para préstamos a corto o medio plazo. Pero para que los préstamos actúen realmente como fomento del desarrollo y posibiliten la autofinanciación de sus intereses es imprescindible que sean destinados a inversiones rentables. Con desgraciada frecuencia esos préstamos han sido destinados a fortalecer a los gobiernos que los obtuvieron, bien adquiriendo armamento, bien permitiendo aumentos coyunturales del consumo.

A finales de los setenta los PMD latinoamericanos y africanos iniciaron una espiral de endeudamiento. La deuda externa creció en muchos países a un ritmo superior al 20% anual durante más de una década. Y las exportaciones, sofocadas por el proteccionismo, no aumentaron a ese ritmo. La subida de los tipos de interés en los mercados financieros internacionales durante los años setenta hizo crecer los costes de una deuda que había sido contraída en más del 60% con bancos privados y a muy corto plazo.  La llegada de gobiernos democráticos a Latinoamérica y su apertura a las inversiones externas unidas a una rigurosa (y dolorosa) política monetaria ha conseguido que muchos de estos países hayan conseguido recuperar el crédito internacional. Pero el problema persiste en otras zonas, principalmente en África. No se trata ya de ver si la deuda se va a devolver o no. Las deudas pueden condonarse fácilmente, lo difícil es recuperar el crédito perdido; cómo conseguir nuevos préstamos; cómo obtener nueva financiación para los países que han sido tan malos pagadores.


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