El Consejo de Gobierno ha aprobado un acuerdo, a propuesta de la Consejería de Cultura, por el cual se declara Bien de Interés Cultural el conjunto histórico de la ciudad de Almería. De este modo, la zona pasa a formar parte del Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, instrumento para la salvaguarda y difusión de los bienes que lo integran.
El núcleo histórico de Almería, en su configuración actual, es el resultado de una confluencia de factores geográficos, demográficos, socioeconómicos y políticos cuyo origen se remonta a los tiempos de la dominación romana, según evidencian los trabajos arqueológicos desarrollados en el sector meridional de la ciudad. La abundancia de cultura material tardorromana contrasta con la escasez de elementos visigóticos, mientras que se detecta cierta presencia andalusí, que originó la fundación de una medina bajo el mandato de Abderramán III.
El desarrollo urbano de la Almería califal culmina con la Almería taifa. El comercio y la manufactura de la seda hacen de la ciudad uno de los más importantes emporios de Occidente, situación que alcanza su máximo esplendor hacia el siglo XI. Tras ello aparece la decadencia propia de una ciudad en regresión que entra a formar parte de la órbita de la Granada nazarí.
El urbanismo de la ciudad árabe es conocido gracias a los restos de muralla y al resultado de las últimas investigaciones arqueológicas. En el orden formal, la ciudad hispanoárabe destacaba por su homogeneidad. Su estructura estaba formada por un núcleo central constituido por una densa red de callejuelas, en las que se agrupaban los gremios, y de las que partían las vías de mayor envergadura hasta el cerco de murallas. Entre ambas zonas se extendía el área residencial.
Los barrios del aquella ciudad antigua eran tres: Al-Medina, localizado entre el ramblas de Gorman y la Chanca y entre la Alcazaba y el mar, con una extensión inicial de 19 hectáreas; el barrio de Rabad-al-Hawd o del Aljibe, situado al suroeste del barrio de la Al-Medina, con más de ocho hectáreas de extensión y centro comercial de la ciudad en el siglo XII ciudad debido a la cercanía del puerto; y el barrio de Al-Musalla, de más de 46 hectáreas.
En septiembre de 1521, un terremoto arrasa la ciudad musulmana. Como consecuencia, los pobladores cristianos la reconstruyen a su gusto en un proceso urbanístico que se alarga durante todo el resto de la centuria. De este modo, en 1600, las escombreras y huertos cubren la antigua Al-Medina, desaparecida casi por completo. La ciudad se condensa por falta de espacio reproduciendo, por necesidad, el trazado de calles estrechas propio de los andalusíes.
Si en el siglo XVII Almería se desarrolla hacia Levante y abandona Poniente, en el XVIII vive una incipiente reforma urbana, con especial protagonismo de las instituciones religiosas. La arquitectura civil se decanta por el clasicismo, imperante hasta bien entrado el siglo XIX.
Pese al crecimiento demográfico, la ciudad presentaba una red viaria estrecha y tortuosa, así como un recinto amurallado que estrangulaba todo intento de crecimiento. Con la desamortización, se intenta adecuar el trazado viario del casco antiguo a las nuevas necesidades del comercio, el tránsito, la higiene y la seguridad pública. Se derriban murallas, se pavimentan calles, se habilitan jardines y, en general, mejoran los servicios públicos.
En la primera mitad del siglo XIX comienza la construcción del Barrio Nuevo con eje en la calle Regocijos; el barrio de las Cruces, entre la rambla de alfareros y el camino de Granada, y la repoblación de la Al-Medina hasta la calle San Juan. La construcción del cementerio de Belén, la apertura de la ciudad y las nuevas avenidas, que arrancan donde antes estaban las murallas, dan paso a la Almería moderna.