El Cádiz del siglo XVIII fue un lugar excepcional donde las artes florecieron al abrigo de la pujanza de su puerto. Atraídos por la próspera actividad comercial de la capital gaditana, gentes de todos los puntos de Europa –genoveses, franceses, ingleses o flamencos, entre otros– hicieron de la ciudad un crisol de culturas incomparable en la Europa de la época.
La música fue uno de los pilares fundamentales del conocido refinamiento del Cádiz ilustrado, convirtiéndose en uno de los escenarios principales de la ópera europea. El público gaditano, que disfrutaba de los espectáculos que ofrecían los tres teatros de la ciudad –italiano, francés y español–, era conocedor de las últimas tendencias del momento y, por ello, exigente y culto. Tal es así que un éxito en Cádiz suponía el espaldarazo definitivo para una ópera o una compañía, lo cual le abría las puertas de la Corte en Madrid.
De este modo, el público gaditano degustaba en los teatros de la capital gaditana las novedades del estilo francés provenientes directamente de París, el virtuosismo de la lírica napolitana y la profundidad y belleza de la música de los diferentes reinos y dominios de España, además da intensa actividad compositiva que tenía su base en Cádiz, alrededor de su catedral.
La Orquesta Barroca de Cádiz evoca con este programa los discursos sonoros de aquel Cádiz dieciochista en el que convivieron obras de compositores de la esfera italiana y de la francesa, así como de las producciones españolas, tanto de maestros de la Corte como residentes en la ciudad.
