Lamentum. Cantos fúnebres, sonidos de la guerra y elegías por la devastación

Fahmi Alqhai © Javier Díaz de Luna

A mitad de camino entre el ilusionante Renacimiento y el optimista Siglo de las Luces, el Seiscientos europeo fue un periodo fuertemente marcado por las crisis económicas, las pestes, las hambrunas y las constantes guerras; entre todas acabaron con la vida de un alto porcentaje de la población y con la ilusión de la restante.  Geoffrey Parker, hispanista y reconocido especialista en Historia Moderna, en una de sus más relevantes contribuciones bibliográficas lo ha llegado a calificar como “el siglo maldito”. Se esté de acuerdo o no con esta visión, fue sin duda una época marcada por la devastación, que cruzó el continente de Sur a Norte y de Este a Oeste con una intensidad que ni siquiera la experiencia de la pandemia de la Covid-19 nos permite concebir.

Esa desolación del siglo no solo marcó las condiciones materiales y culturales para los músicos entonces en activo, sino que puso letra y afectos a la propia música, y en particular a la religiosa, en la que los supervivientes de tales calamidades buscaban consuelo. Los autores de nuestro programa las vivieron de cerca: Correa de Arauxo conoció la peste atlántica en la Sevilla de 1599, en cuya catedral recibió las enseñanzas de Alonso Lobo, quien vio pasar la enfermedad por Toledo ya como maestro de capilla; allí escribió el conmovedor Versa est in luctum para las exequias de Felipe II, fallecido en 1598.

Matthias Weckmann en Hamburgo y Dietrich Buxtehude en Lübeck sufrieron los estragos de la terrible Guerra de los Treinta Años; Wie liegt die Stadt so wüste (¿Cómo está la ciudad tan desierta?) de Weckmann toma oportunamente su texto de las Lamentaciones de Jeremías, también puestas en música por un Mogavero que había visto declinar a la diezmada Venecia. Músico aún poco conocido Mogavero, de entre las escasas informaciones de su vida que nos han llegado sabemos que trabajó en España; la presentación de estas Lamentaciones es una primera recreación en tiempos modernos de esta obra. Pasados cuatro siglos desde su composición, la Humanidad no ha sabido aún deshacerse de los sentimientos de dolor que trae la devastación de la guerra, motivo que inspiró sus textos bíblicos hace veintiséis siglos y que, nos tememos, la hace trascender al tiempo y al espacio geográfico.

Juan Ramón Lara

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