Luz 7. Segundo de Chomón y Luz 8. Nuestros mayores

Segundo de Chomón

LUZ 7: Segundo de Chomón

A partir de las obras orquestales Circo (1954) e Introducción y fuga (1945), de José Muñoz Molleda (La Línea de la Concepción [Cádiz], 1885 – Madrid, 1982).

Pocos aficionados al cine en España conocen la figura de Segundo de Chomón (Teruel, 1871 – París, 1929), un aragonés pionero de los albores del séptimo arte, colaborador y asociado en el París de la Belle Époque a figuras como Lumière, Méliès, Abel Gance o los hermanos Pathé. Sus efectos y trucos ópticos marcaron una estética cinematográfica que perduró casi un siglo.

LUZ 7 hermana una antología de sus cintas más asombrosas con la música del gaditano José Muñoz Molleda, casi dos generaciones posterior. Un excelente oficio y una variopinta inventiva hacen de Muñoz Molleda uno de los compositores más imprevisibles de la Generación del 27. Su constante desempeño también como autor de bandas sonoras para el cine nos ofrece un hermanamiento perfecto para la imprevisibilidad de las imágenes de Chomón.

J.L.Temes

 

LUZ 8: Nuestros mayores

A partir de Impresiones sinfónicas (1940), de María Teresa Prieto (Oviedo, 1896 – Méjico DF, 1982).

Si todos los números de LUZ tenían hasta el momento un sentido de homenaje o puesta en relieve de grandes ángulos de nuestra historia o nuestra cultura, para LUZ 8 preferí situarme en las antípodas de la celebridad. Y homenajear en música e imágenes a quienes suelen ser los grandes marginados de nuestra vida social: las personas mayores, los abuelitos, la tercera edad…, o como queramos denominarles. Un colectivo tantas veces olvidado y a los que muy pocas veces les concedemos la voz.

La senectud es una honra que el tiempo hace a las personas que logran llegar a edad avanzada. Todas -o casi todas, pues por desgracia ha habido alguna excepción- han expresado su respeto por nuestros mayores; quienes, con sus aciertos y desaciertos, nos legaron el mundo que pudieron construir con su esfuerzo.

Como música de partida, no dudé en tomar una partitura de María Teresa Prieto, probablemente la gran pintora de la tristeza del exilio. Ella hubo de marchar desde su Asturias natal hasta el Méjico de su madurez y su muerte. Pero a diferencia de otros colegas que sufrieron la misma desgracia, Prieto nunca asumió la lejanía de su tierra natal. Toda su música es, sin excepción, un canto de nostalgia hacia el paraíso perdido.

Impresiones sinfónicas es, en efecto, una mirada atrás, con profunda nostalgia. Pero sin tragedia. Eso es también lo que quieren ser las imágenes de este LUZ 8.
 

J.L. Temes

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