Los pájaro sombra. Pepe Fernández Usagre
22 de Abril del 2016 - 06 de Mayo del 2016

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Gratuito

Finalizada

Los pájaro sombra

Cada vez que visito, no con la frecuencia deseada, pero, en momentos elegidos, al menos durante estos dos últimos años, la Sección destinada a Taller Compartido, por Salón de Arte Crisol, me encontraba de vez en vez, inevitablemente, y sin solución de continuidad, frente a una turbadora, por alarmante, presencia: la de unos siniestros pajarracos, que colgaban y cuelgan de sus paredes, ora dibujados ora pintados, en una amenazante, por desenfadada decoloración, que, no sin intención, obligaban y obligan, al desocupado mirón, a detenerse, en ellos, por unos instantes. Si nos adentramos en estos pajarracos solo con visión crítica, su dibujo resulta inexplicable. Cuando se deja el análisis a un lado, la pintura fascina y espanta, pero la inmersión en su siniestrez simbólica, a menudo, obnubila e intoxica.

La mustia languidez de estos pájaros de las sombras, en los que se alternan dibujo y pintura al tiempo, son la viva aceptación de las sombras de nuestra infancia y sus miedos arraigados. Estos pajarracos del miedo, allá en el Peñón de Zaframagón, por las estribaciones de Olvera y Coripe, al norte de la Sierra de Líjar, donde encontrar la mayor reserva de buitres leonados, vienen a dar en la representación simbólica del hombre del saco: uno de los modos más broncos, desde siempre, con los que azuzar el miedo a los niños. De otro lado, estos pajarracos aciagos, funestos, espantosos, que siguen ahí ante nuestros ojos, me traen ahora, a la memoria visual, esos otros de los tebeos de nuestras niñeces: Heckel y Jeckel, Checho y Chucho, Tuco y Tico, en sus versiones en nuestra lengua, más conocidos como las Urracas Parlanchinas, de Paul Terry, personajes de dibujos animados. No por mejor animados y burladoras antropomórficas son igualmente, estas Urracas, pájaros torvos, y de mal agüero.

No es frecuente, a pesar del inquietante desvarío onírico de Delvaux y la misteriosa relación entre el disparatado lenguaje de los sueños y los miedos de Magritte, que los pintores muestren, como es el caso de Pepe Fernández Usagre (Sevilla, 1971), una habilidad tan señalada para parodiarse a sí mismos y hacer de Los pájaro sombra, del hombre del saco, de los miedos al fin de la infancia, motivo de reflexión pictórica. Más aún, cavilación sobre los mecanismos críticos que intervienen en el proceso del subversión de las imágenes y que se traduce en una viveza de ingenio que ilumina la disposición de ver, de nuevas, lo ordinario: el miedo y los miedos de la niñez.

Fernández Usagre es un artista de varia intención, que reparte sus energías entre la poesía, en sus modos más vivos, y las artes visuales; aunque quizá sea la fotografía la actividad en la que ha alcanzado mayor notoriedad, desde un primer momento viene dejando constancia de su actividad como pintor, participando en exposiciones colectivas o interviniendo espacios alternativos. Su obra, marcadamente contrafigurativa (o como al artista gusta llamar: no del todo representativa), ataca, con frecuente insistencia, en atrevida forma, asuntos que vienen obsesionándole desde siempre y que proceden en modo táctico contra el morbo del miedo que padecemos. Su desmandado oficio de artista-pintor viene abundando en guiños visuales de marcado feismo, removedor de sus demonios interiores, así como en otras prácticas, propias de la dibujística y la pintura, que buscan recuperar lo que hay de vivo en el subcosciente; fabricante de imágenes despojadas de su propia intención, aunque cargadas de toda suerte de escurridizas referencias, porque proceden tanto del imaginario contemporáneo, de la psicología del arte, como de la más ligera cotidianidad.

Las imprevisibles paradojas visivas, la inversión en el uso no del todo representativo de las imágenes, el recorrido a través del dibujo (gran vinculador y desligador), la pulsión por la construcción de metáforas, pone de manifiesto la importancia que, para este artista-pintor, tiene no sólo la relación de transferencia entre la ironía y el miedo, sino también la relación de inferencia entre pintura y sueño. Es, de este modo, como Fernández Usagre incorpora en Los pájaro sombra, en subversivo intento, algunos entretenidos ejemplos de prácticas artísticas actuales: un cierto neopragmatismo icónico, la crítica visual deconstructiva o la estética neocínica de lo cotidiano.

Sus incursiones, especialmente en la pintura, vienen desplegándose, desde hace ya bastante tiempo, en dirección a una contrafiguración alternante y, a ello, contribuye la fuerte carga intelectiva que poseen sus trasgresiones, aportando un elevado potencial maníaco al negocio de las imágenes. Estos ensayos, reunidos ahora, obra última, son garantes de una sensibilidad común que viene abriéndose tanto al vértigo del desbordamiento de los límites como a la agudeza del análisis visual.

Francisco Lira

Documentación y enlaces
Organizador

Asociación Cultural Salón de Arte Crisol

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699323113

salondeartecrisol@gmail.com

Inauguración Viernes 22 de abril a las 20:00 horas.

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Salón de Arte Crisol

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