El documento seleccionado en esta ocasión pertenece al fondo documental de la Sección Femenina. En concreto se trata de un carta que le escribe la Delegada Provincial de esta institución en Almería a la Secretaria Nacional, en Madrid, para darle cuenta de lo que se hizo en esta provincia tras recibir una circular sobre el Servicio Social.
Este mes hemos escogido un documento que pertenece al fondo documental del Distrito Forestal. En concreto se trata de un proyecto realizado en 1937 para la construcción de una pista forestal, de casi siete kilómetros y medio, que uniera el campamento que el XXIII Cuerpo de Ejército republicano tenía establecido en Juviles con el pueblo de Trevélez (frente de la Alpujarra en la provincia de Granada).
El documento ha sido elegido para ayudar a que no se nos olvide la pésima situación económica, política y social en la que se encontraban los españoles hace 75 años, en plena Guerra Civil.
Aprovechando que el mes de febrero es el de los carnavales, este Archivo ha seleccionado para su exposición un expediente de 1926 originado por las peticiones que hacían las agrupaciones de carnaval al Gobernador Civil para que autorizara la salida de murgas. Las peticiones tenían que ir acompañadas por las letras de las canciones que se iban a cantar por las calles y serán estas letras las que mostraremos.
La pasta en Almería
La invasión musulmana de la península Ibérica trajo también -entre otros muchos nuevos alimentos- la pasta. Debió de ser una forma popular de comer los cereales, bastante antes de que Marco Polo la trajera de China, porque en los recetarios andaluces medievales aparece con frecuencia. Tenían formas variadas, como se puede comprobar en el "Manuscrito anónimo del siglo XIII" traducido por Huici Miranda en 1966. Se denominaban "fidaw" o "fidawsh" las pastas pequeñas, y "atriya" o "itriya" las largas. Había tres clases de "fidaw": "la alargada a modo de trigo, la redondeada a modo de cilantro (...) y la que se hace delgada con la delgadez de una hoja de papel y es una comida de mujeres". Añade el autor anónimo que los fideos se cuecen como los macarrones. La palabra "fidaw" ha dado lugar a la castellana fideo y "atriya" se ha convertido en aletría, nombre que le dan en Murcia y Cataluña a los fideos y/o macarrones, que no dejan de ser unos fideos gruesos y huecos, como la pasta que se usa para la fideuá.
En Almería se siguen haciendo artesanalmente esos fidaw alargados "a modo de trigo", pero los llamamos gurullos. Ibn Razin (traducido por Granja Santamaría) describe con detalle la elaboración de los "fidaw" y se hacían exactamente igual que los gurullos que hacían nuestras abuelas y que aun se pueden comprar en algunos comercios almerienses.
La palabra fideo, como el resto de castellanohablantes, la reservamos para las pastas más o menos largas. En las antiguas fábricas de fideos, como la que nos desvela el documento del mes que hubo en la calle Real, se hacían muy largos, en forma de madejas que luego se partían con las manos para hacer la clásica cazuela con pintarroja o con pescado frito de un día para otro. No se sabe cuando desapareció la fábrica citada, pero llegué a conocer en los años cincuenta otra que había en la calle de Granada, frente a la todavía inexistente avenida de Vilches. Bueno, en realidad, la fábrica ya estaba cerrada y los críos intentábamos hacer agujeros en la tupida tela metálica de sus ventanas para ver el misterioso interior. Seguramente fabricaban los dos únicos tipos de fideos que hemos consumido los almerienses hasta hace pocas décadas: fideos entrefinos (para la cazuela) y el del tipo cabellín, que aquí se llaman fideíllos de sopa. Los macarrones los empezamos a comer mucho después y el resto de pastas apenas se usó aquí hasta la invasión de la cocina italiana. Vía USA, en cierta medida.
Antonio Zapata
El sureste de la provincia de Almería tiene como espacio singular una franja de tierra en contacto con el Mar Mediterráneo, de especial valor paisajístico: se trata de la sierra de Cabo de Gata, una zona volcánica emergida del mar que tiene su continuación bajo el mismo. Dicha formación geológica ha dado lugar a playas, calas, acantilados, dunas, salinas y valles de especial belleza y necesidad de preservación. Ocupa una extensión de 38.000 has. emergidas y una franja marina de una milla (12.000 has.), cabalgando por parte de los municipios de Almería, Níjar y Carboneras.
Al ser uno de los elementos más significativos de esta provincia, por no decir el que más, en numerosas ocasiones se ha utilizado el motivo del Parque para distintas exposiciones que han mostrado su belleza y peculiaridad a través de fotografías o pinturas. Sin embargo, nunca habían sido los documentos generados por la Administración en su gestión los que habían hablado del Parque Natural.
Con esta exposición se dio a conocer una selección de los muchos documentos conservados en nuestro Archivo, relativos a este espacio. La exposición tuvo 3 apartados: la tierra, el mar y las personas. Estuvo abierta al público del 9 de junio a 30 de octubre de 2011.
Bartolomé Marín de Poveda, nacido en Lúcar (Almería), acumuló una inmensa fortuna fruto muy probablemente de actividades ilícitas en América, se dedicó en Madrid al préstamo, estuvo en la Corte junto al Rey como capellán de honor y compró tierras en su Lúcar natal para fundar mayorazgos y capellanías. La razón de haber elegido este documento estriba en que refleja perfectamente la vida de un almeriense bastante desconocido hasta los últimos tiempos y que consideramos de interés divulgar.
Además, al mostrar este documento pretendemos acompañar a un libro titulado Riqueza, poder y nobleza: los Marín de Poveda, una historia familiar del siglo XVII vista desde España y Chile, editado por el profesor Francisco Andújar Castillo y Domingo Marcos Giménez Carrillo, publicado en los últimos días por la Universidad de Almería. Presenta el análisis del clan familiar de los Marín de Poveda, que emigraron desde Lúcar (Almería) a las Indias en el siglo XVII y alcanzaron extraordinaria riqueza y poder.
Francisco Javier de Burgos y Almería
Francisco Javier de Burgos (Motril, 1778 –Madrid, 1848) fue uno de los personajes más destacados en los primeros tiempos del liberalismo en España. Ha pasado a la historia de nuestro país como el artífice de la reorganización administrativa y territorial más trascendente de los últimos doscientos años, hasta el Estado de las Autonomías que consagra la Constitución de 1978. Firmaría, como ministro de Fomento en 1833, el decreto que daba nacimiento a la actual división provincial de España.
Antes, la trayectoria pública de Javier de Burgos se había visto zarandeada por los acontecimientos que vivió nuestro país en las primeras décadas del siglo XIX. Personaje polifacético, el motrileño realizó estudios de Derecho en Granada, aunque ya había destacado desde su más temprana juventud por su precoz inclinación a la literatura. Desde el estallido de la Guerra de la Independencia (1808-1814) serviría a la administración del rey José Bonaparte. En 1810 llegaría a al ciudad de Almería para hacerse cargo de su subprefectura, ámbito administrativo englobado dentro de la prefectura de Granada (o del Genil). Su carrera política, que le llevaría a ser corregidor de Granada en 1812, iría ligada al devenir de la guerra, por lo que seguiría a las tropas francesas en su retirada. En Francia viviría algunos años en el exilio, centrado en el cultivo de sus aficiones literarias y en particular en la traducción, como consumado latinista que era, de poetas clásicos como Horacio.
Tras su regreso a España en 1817, sería rápidamente rehabilitado (para lo que le sirvieron de aval los testimonios de su benévola actuación durante la guerra al frente de la subprefectura de Almería), e inmediatamente impulsaría la aparición de varias cabeceras de prensa. Burgos reanudaría su carrera política con un grupo de antiguos afrancesados con los que comulgaba en una visión cada vez más moderada del liberalismo. Desde las páginas del periódico madrileño que dirigía desde 1819 (“Miscelánea del Comercio, Política y Literatura”) redactó artículos sobre temas muy trascendentes para Almería. Burgos destacaría por su compromiso en la defensa de los intereses de esta tierra en un momento tan delicado como el Trienio Constitucional (1820-1823). En esa encrucijada política se tomarían decisiones muy trascendentes como las relativas a la nueva organización administrativa y territorial del reino (la división en las nuevas provincias) o la liberalización de la actividad minera. El antiguo funcionario afrancesado moverá su influencia para facilitar la creación de la provincia de Almería en 1822, que pugnaba con Baza por la capitalidad, a la vez que promoverá la libre explotación de las minas de Sierra de Gádor. Aunque la reforma administrativa del Trienio quedaría suspendida entre 1823 y 1833, cuando Javier de Burgos sea ministro de Fomento en esta última fecha, confirmará en su decreto de organización provincial la existencia de la jurisdicción almeriense. Más adelante sería diputado a Cortes por Almería, a la que se mantendría vinculado por su participación en negocios mineros y por sus relaciones políticas. Sorprende, por lo tanto, que a pesar de estos servicios, en el callejero almeriense no haya quedado rastro de este personaje.
Dr. Andrés Sánchez Picón
Profesor de la Universidad de Almería
Nicolás Salmerón y Alonso
Salmerón nació el 10 de abril de 1837 en Alhama la Seca, actual Alhama de Almería, en el seno de una familia progresista y demócrata. Estudió en el Instituto de Almería, pasó por la Universidad de Granada y terminó sus estudios en la Universidad Central donde se licenció en Filosofía y Letras en 1858. Aspirante a abogado, se tornó amante de la filosofía en las clases de Sanz del Río. El carácter retraído, serio, de Nicolás Salmerón le inclinó hacia “el espíritu de armonía, culto a la ciencia y moralismo” de la escuela krausista. En 1866 obtuvo la plaza de catedrático supernumerario de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Central. Salmerón fue expulsado de su cátedra, detenido y encarcelado durante cinco meses (1876) en la prisión del Saladero por defender la libertad de cátedra y las ideas democráticas.
Formó parte de la Junta Superior Revolucionaria de Madrid durante la revolución de 1868 y fue reintegrado en su cátedra. Simultaneó el mundo académico y el político a lo largo de los años del Sexenio Democrático (1868-1874) aunque, en realidad, se dedicó con alma y cuerpo a la política. Le correspondió mantener vivas las reivindicaciones de los krausistas en la esfera pública. Se afianzó en el seno del Partido Republicano Federal y alcanzó un escaño de diputado por Badajoz en las elecciones de marzo de 1871. Inició una carrera parlamentaria que, compaginándola con las clases de la Universidad y la dirección del Colegio Internacional, no interrumpió hasta el golpe de estado del general Pavía en 1874. A los 36 años había sido diputado, ministro de Gracia y Justicia en los dos gobiernos de Estanislao Figueras, presidente de las Cortes y presidente del Poder Ejecutivo de la República desde el 18 de julio al 6 de septiembre de 1873. Impulsó una reforma penal cuyos objetivos fueron la abolición de la pena de muerte y el replanteamiento del sistema penitenciario. Consumió los apenas cincuenta y dos días de la presidencia en dar respuesta desde una política de orden a los levantamientos cantonales y a la insurrección carlista. Fiel a sus convicciones morales, dimitió de la jefatura del Estado antes de firmar unas sentencias de muerte.
Con la llegada de la Restauración fue expulsado de la cátedra por el gobierno conservador de Cánovas, fue fundador de la Institución Libre de Enseñanza, tuvo que exiliarse en París durante casi nueve años y volvió a España para ser elegido diputado republicano por Madrid en las elecciones de 1886. Fundó el Partido Republicano Centralista, el primer partido de intelectuales español y, con la reimplantación del sufragio universal, se vinculó a Cataluña donde fue elegido diputado por el distrito de Gracia en diversas legislaturas hasta su muerte. Defensor de la vía legal y parlamentaria para el restablecimiento de la República, alcanzó el reconocimiento de gran parte del republicanismo español cuando fue elegido presidente de la gran Unión Republicana de 1903, la primera gran organización democrática del siglo XX. Asimismo fue presidente de Solidaridad Catalana en el intento de buscar la regeneración y democratización de España desde los movimientos solidarios periféricos. Su defensa de las autonomías de la regiones, provincias y municipios, y su idea de España como “una y diversa, una y plural” le convierte en el precursor de la España de la Autonomías. Fue un filósofo apasionado por la política. Murió el 20 de septiembre de 1908 en las cercanías de la ciudad francesa de Pau. Sus restos reposan en el cementerio civil de Madrid y su nombre queda en el panteón de los hombres ilustres de España como un santo laico.
Fernando Martínez López
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Almería
Para esta exposición se seleccionó un rico patrimonio documental relacionado con los ferrocarriles y custodiado en el Archivo Histórico Provincial de Almería. En concreto, el referido a las líneas que atravesaban la provincia almeriense y a determinados aspectos de la vida de los que en ellas han trabajado. Estos documentos se incluyen en los fondos documentales de Obras Públicas, Hacienda, Gobierno Civil y Organización Sindical, con una cronología que abarca de 1887 a 1972.