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Las trenzas de Rafaelita

 

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Septiembre 2020

Las trenzas de Rafaelita

 Galdós AFRT

 

En el archivo fotográfico de la familia Romero de Torres se conserva un retrato de Benito Pérez Galdós cuyo centenario un tanto fallido, se celebra este año. Es de buen tamaño, de formato imperial, y presenta una majestuosa imagen del escritor junto a un soberbio mastín.

El retrato tiene gran valor en sí mismo por tratarse de la obra de un maestro como Alfonso Sánchez García, el fotógrafo por cuya cámara pasaron todos los que fueron algo en la llamada Edad de Plata, la confluencia generacional del 98, el 14 y el 27, tanto en la cultura como en la política: Benavente, Baroja, los Machado, Ortega y Gasset, Concha Espina, Unamuno, Clara Campoamor... En el ángulo superior derecho se aprecia en letras doradas la marca de la casa “Alfonso”, ubicada en la calle Fuencarral desde 1910, fecha a partir de la cual podemos datar la imagen.

La fotografía está tomada en la última morada del escritor, un chalet hoy desaparecido de cuya existencia deja testimonio una placa. Parece que se instaló allí alrededor de 1911, tras someterse a una operación de cataratas con un mal resultado. Dado que quedó ciego del ojo izquierdo y tocado anímicamente ya no podía valerse por si mismo. Así que dejó su casa de la C/ Alberto Aguilera para mudarse a esta otra de Hilarión Eslava 7 cerca del Parque del Oeste, en el barrio de Argüelles. Era propiedad de su sobrino José Hurtado de Mendoza y Pérez-Galdós y allí también vivían dos de sus hermanas. El edificio neomudéjar que constaba de dos plantas y azotea, era de ladrillo visto con ventanas, almenas, tejadillos y celosías de estilo árabe tan de moda en la época. Su sobrino le había reservado la mejor habitación sobre cuyo dintel había escrito las palabras “despacho del tío Benito”. Tenía también un jardinillo soleado decorado con azulejos de Zuloaga, donde precisamente está tomada la instantánea.

Detrás de sus anteojos, con un cigarro en la mano y enfundado en su abrigo y bufanda característicos de su forma de vestir deliberadamente descuidada, nos observa con la perspectiva analítica que fundamentó toda su obra. Su magnífico porte no consigue eclipsar su gesto franco y la bondad de su carácter. La afectuosa dedicatoria, en parte ilegible, “.....don Julio Romero de Torres su admirador, B. Pérez Galdós”, muestra ya una letra deformada por la edad y la mala vista, aunque al parecer su endiablada caligrafía ya le venía de antiguo.

A pesar de que este retrato dedicado es el único testimonio escrito de que tenemos constancia, muchos otros vestigios nos dan pistas de que pudieron haber coincidido en diversas ocasiones y haber entre ellos si no amistad, tal vez sí una cierta afinidad. Por fortuna se conservan los archivos personales y familiares de los dos artistas. En el Archivo Histórico Provincial de Córdoba y el museo del pintor están depositados los documentos recibidos y generados por él mismo y su familia a lo largo de su existencia. Igualmente, en Las Palmas de Gran Canaria la Casa Museo del escritor custodia su legado. Ambos tienen en la correspondencia la fuente más valiosa para el estudio de sus relaciones personales.

Analizándolas es frecuente encontrar remitentes compartidos que demuestran la existencia de amigos comunes. Aunque el literato era 20 años mayor que Romero, uno y otro formaban parte de los círculos intelectuales de la capital donde en las tertulias encabezadas por los escritores, tenían cabida y nutrida presencia los pintores. Rusiñol, Anselmo Miguel Nieto, Sorolla... y tantos otros compartieron cafés, puntos de vista y perspectivas artísticas que unos plasmaron en sus escritos y otros en sus lienzos.

Romero de Torres llegó a Madrid siendo un joven que buscaba hacerse hueco en el panorama pictórico presentando sus obras a las exposiciones nacionales de Bellas Artes con desigual fortuna hasta que los éxitos vinieron precedidos del escándalo, por lo que su talento y su persona saltaron a la fama por igual. En aquellos años finales del siglo XIX e iniciales del XX, Galdós reinaba en el escenario literario español. La presencia cada vez más continuada en la capital, afianzó la amistad de Romero con Pérez de Ayala, Benavente, Cristóbal De Castro, José Nogales, Aureliano de Beruete... nombres que se repiten en la correspondencia de ambos. Las cartas de Carmen de Burgos testimonian su relación con Galdós tanto como el retrato que le realizó Romero.

Los dos participaron en el proyecto del escritor Eduardo Zamacois, que en 1916 y para ilustrar una serie de conferencias sobre escritores y artistas españoles, contactó con muchos de ellos para rodar escenas de su vida cotidiana. La novedosa idea era proyectar el documental con sus imágenes mientras realizaba la disertación. Ante las reticencias iniciales acudió a don Benito, quien al aceptar la invitación promovió la participación de muchos otros. Así nos lo relata el propio Zamacois en sus memorias: En el aparecían Pérez Galdós en el jardín de su casa, Ramón y Cajal en su laboratorio, ... Valle Inclán metido en la cama escribiendo... Romero de Torres en su museo de Córdoba...

Pero hay otra imagen que une a los dos personajes y que tiene un trasfondo singular. El torero Rafael González Madrid, Machaquito, cordobés por más señas, era buen amigo del pintor y fue protagonista de uno de sus más emblemáticos cuadros, La Consagración de la Copla, y de un retrato que podemos calificar de monumental. El diestro también gozaba de una estrecha amistad con don Benito y con frecuencia pasaba temporadas en su residencia veraniega de San Quintín en Santander. Rafael tuvo una hija natural que se llamó Rafaela, nacida en 1902. La niña fue ahijada por el sobrino del escritor José Hurtado de Mendoza, agrónomo, soltero, y ya que su padre contrajo nupcias, se la llevó a vivir a la casa familiar donde se crió con las hermanas de Galdós y el escritor mismo. Todos la llamaban Rafaelita y don Benito la consideraba la alegría de la casa. Solía llevar a la pequeña a los ensayos de sus obras de teatro, la dejaba estar en su despacho para escribir y dibujar, y viajaba como una más a Santander para pasar el verano. La niña, una morenita de gran parecido con su padre, mostró desde pequeña, interés por las Bellas Artes y su padrino la matriculó en el Conservatorio de Madrid donde se graduó con premio extraordinario.

Cuando contaba alrededor de 15 años, fue pintada por Julio Romero de Torres con dos trenzas y un ramito de jazmines entre las manos. Mira al espectador con gesto resuelto y una media sonrisa, y a pesar de su vestimenta oscura se aprecia su juventud. No sabemos si se trató de un encargo o de un obsequio pues con frecuencia el pintor regalaba cuadros por amistad o agradecimiento. Tal vez la hermosa fotografía dedicada fuera una muestra de gratitud. Dicen que Don Benito puso el retrato en su despacho frente al suyo realizado por Sorolla.

 

 Niña de los jazmines

Retrato de Rafaelita conocido como La niña de los jazmines. Colección particular

 

Este 2020 se cumple el centenario del fallecimiento de Galdós y 90 años del de Julio Romero, dos genios de la literatura y la pintura que plasmaron cada uno a su manera la realidad de su tiempo. Ambos gozaron de éxito y fama en vida y sus entierros fueron multitudinarios congregando a miles de personas de todos los estatus, pero sobre todo del pueblo llano que despedía a dos personajes instalados en su imaginario colectivo. En el Parque del Retiro hay un paseo dedicado al cordobés donde se exhibe una placa que lució en la madrileña Plaza de los Carros cuando en 1932 fue bautizada con el nombre del pintor. Muy cerca de allí, el paseo desemboca en el monumento a Galdós. No deja de resultar curioso que uno abriera los ojos a la vida un 10 de mayo y el otro los cerrara para siempre el mismo día. Los dos pertenecieron a un clan, una familia que les arropó toda su existencia. Su amor por la música, por los perros que a menudo les acompañaron, los amigos comunes, las vivencias compartidas, y estas dos imágenes, son los hilos que entrelazan sus vidas, .... que se entrelazan para siempre como las trenzas de Rafaelita.

 

Bibliografía

 

Casa museo Pérez Galdós.

Casamuseoperezgaldos.com

http://ica-atom.grancanaria.com/index.php/correspondencia-emitida

Casas de Galdós en Madrid.

http://manuelblasmartinezmapes.blogspot.com/2009/12/casas-de-galdos-en-madrid-y-5.html

La hija natural de Machaquito que posó para Julio Romero de Torres.

https://bajolamiradadecordoba.blogspot.com/2012/04/la-hija-del-torero-que-poso-para-julio.html

Las lápidas de Galdós en el hotelito de Hilarión Eslava.

https://historia-urbana-madrid.blogspot.com/2018/11/las-lapidas-de-galdos-en-el-hotelito-de-hilarion-eslava-madrid.html

 

MADARIAGA, BENITO DE. Pérez Galdós. Biografía santanderina. Institución Cultural de Cantabria. Santander, 1979.

RICO DE ESTASEN, JOSÉ. “La casa de don Benito”. En Diario de Alicante, año XVIII, número 5093, 28 de enero de 1928.

ZAMACOIS, Eduardo. Un hombre que se va.... Santiago Rueda. Buenos Aires, 1969.

ZUERAS TORRENS, Francisco. Julio Romero de Torres y su mundo. Cajasur. Córdoba, 1987.

 

 

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