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Documento destacado mes de febrero, 2023

 

 

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Febrero 2023

Andalucía, postal a postal

Una foto fija del patrimonio andaluz a través de las postales

 

Hoy las tarjetas postales siguen vendiéndose en las tiendas de souvenirs haciendo que las imágenes de nuestro patrimonio y la belleza de su entorno lleguen a todos los rincones del mundo. Se comercializan como fotografías impresas en buena calidad, para enmarcarlas o usarlas como punto de lectura. Pero pocos viajeros las franquean ya y eso que nacieron precisamente para ser soporte de mensajes escritos que se enviaban por vía postal.

 

Pero hace 120 años estas cartulinas ilustradas eran mucho más que un medio de comunicación. Eran una ventana al mundo en un momento en que los massmedia no nos habían familiarizado con las imágenes icónicas de cada lugar del planeta y la cultura visual que hoy nos rige no había hecho sino apenas nacer. A ello contribuyeron su precio asequible, facilidad de uso y atractivo estético

 

En nuestro país el formato, tamaño y calidad de las tarjetas se regulariza entre 1886 y 1887 posibilitando ser editadas por particulares. En la década siguiente las primitivas cartulinas se ilustran con una imagen que, en principio sólo ocupa la mitad de la extensión dejando lugar para escribir un breve mensaje. El reverso se destina a poner los datos del destinatario. A partir de ese momento el motivo iconográfico fue ganando terreno hasta ocupar todo el anverso. Este hecho cambió para siempre la consideración de las tarjetas postales que pasaron de ser un medio de comunicación a convertirse en un fenómeno cultural de consumo pues la combinación de palabra e imagen aumenta exponencialmente el potencial expresivo de los mensajes escritos en esos pequeños trozos de cartón. De hecho hoy esa es la fórmula que triunfa en las redes sociales

 

En España se convierten también en una moda imparable. Multitud de editoriales lanzan miles de ejemplares. La idea es muy cómoda y sencilla. Enseguida se alterna con la carta tradicional y se usa para noticias breves, felicitaciones y noticias de viajes. No necesita sobre y basta añadirle un sello y echarla al buzón.

 

También despiertan aquí como en todos lados, un interés coleccionista. Posiblemente el éxito de este tipo de coleccionismo se basa en que creaba la ilusión de que, con poco gasto de dinero, espacio y tiempo, podías tener en tu casa, de forma virtual, el mundo entero mediante imágenes diversas de rincones de cualquier parte del mundo.

 

Muchos vieron pronto la oportunidad de negocio. Editores y fotógrafos se lanzaron a comercializar tan popular producto. Los primeros que imprimieron postales en España fueron los suizos Hauser y Menet que en 1897 comienzan una serie protagonizada por diversas ciudades españolas.

 

La iconografía postal es muy variada en un principio: algunas de temática romántica con amables fotografías de gatitos, lindas muchachas, o dibujos infantiles. Otras de carácter regional como las de mujeres vestidas de flamenca a las que se añaden motivos como la tela de los volantes o cuentas brillantes en sus mantillas. También fue usada con fines promocionales. Pero su uso sirvió principalmente para publicitar las bellezas patrimoniales de cada lugar.

 

El atractivo monumental de Andalucía fue reclamo para cientos de editores. La imagen de la región viajó por todo el globo dando a conocer un mundo exótico y atrayente para los foráneos. Las editaban empresas españolas pero también extranjeras. Evidencian el aspecto que presentaban los edificios históricos, a veces en malas condiciones o con añadidos extemporáneos, y hoy rehabilitados en todo su esplendor. Otras veces son prueba del deterioro irremediable del paso del tiempo como comprobamos en las bien conocidas postales de la Casa de los Páez, actual museo arqueológico de Córdoba, cuya fachada de piedra caliza ha perdido nitidez en sus relieves.

 

Hoy nos detenemos en contemplar algunos bellos ejemplos de imágenes del patrimonio andaluz inserto en estas tarjetas. Hemos seleccionado de varios enclaves de nuestra geografía para mostrar su encanto y los primorosos trabajos de quienes las elaboraron.

 

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Dos factores contribuyeron a la difusión internacional de la imagen de Andalucía: el nacimiento de la fotografía y la llegada de los viajeros románticos a nuestra región. El éxito de comercialización de las tomas fotográficas en forma de láminas o álbumes fue seguido por el de las postales, como esta que forma parte de un cuadernillo con 20 vistas de la Mezquita - Catedral de Córdoba. Destinadas mas al coleccionismo que al correo, la belleza de la imagen se realza al ser coloreada.

 

El espectacular patrimonio de la ciudad unido a su exotismo causan impacto en el viajero. En el caso del monumento cordobés, su aspecto único en el mundo se ha convertido en su imagen de marca y es reconocible por si mismo en cualquier lugar. Lo mismo sucede con la Alhambra granadina y la sevillana Giralda.

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Es hermoso contemplar el maravilloso ajimez de la Torre de la Cautiva del recinto palaciego de la ciudad del Darro perteneciente a la casa Knackstedt & Näther de Hamburgo. Los alemanes comercializaron una serie de postales con vistas de ciudades europeas y españolas. La misiva del dorso está fechada en 1914. La editorial de M. Chaparteguy lanzó múltiples imágenes de la capital sevillana, la más icónica de las cuales es esta de la silueta de la Giralda al atardecer.

 

Otros enclaves son menos conocidos y explotados iconográficamente, aunque no por ello son menos evocadores. Como ejemplos la portada gótica de la iglesia del Sagrario de Málaga, el palacio de Vela de los Cobos de Úbeda y la fachada de la biblioteca municipal de Jerez de la Frontera, esta última fotografiada por Lucien Roisin. El fotógrafo francés abrió un establecimiento en Barcelona con notable éxito y un amplio catálogo que garantizaba su presencia en buzones y colecciones.

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Interesan mucho las postales que proporcionan vistas de la ciudad con escenas de calle. Su objetivo no es ofrecer la visión estática de un motivo monumental, sino que son imágenes que intentan captar el ambiente y el carácter de determinadas ciudades o espacios. Sirven al que las adquiere para ilustrar el mensaje escrito que envía a amigos y familiares y señalarles su vivencia, subrayando sus palabras con un «esto es lo que vi».

 

Suponen una aportación al patrimonio etnográfico y sociológico. Mucho ha cambiado nuestra forma de vida desde hace 100 o 120 años. Medios de trasporte: mulos, tranvías, coches de caballos, automóviles antiguos…, se mezclan con peatones con indumentarias de la época de fuerte carácter regionalista. El aspecto de la gente, el urbanismo y mobiliario, el exorno de las fachadas, los comercios están reflejados en estos documentos.

 

La imagen palaciega de Granada es a menudo contrapuesta a una mirada a la vida cotidiana de las calles del Albaicín. Ese marcado talante folclórico y etnográfico es una constante en las postales de motivos andaluces. En este caso no se echa tanto mano al tópico, sino que la solitaria calle está apenas poblada por un grupo de niños ajenos al fotógrafo. Si en cambio se percibe este carácter en la cartulina que reproduce el exterior de la Mezquita y la Virgen de los Faroles en la calle cordobesa Cardenal Herrero. Se trata de una pintura a color firmada por el pintor sevillano Manuel García Rodríguez en los primeros años del siglo XX. El trasiego de animales, la frecuentada fuente, las mujeres con pañuelo a la cabeza charlando en corro responden perfectamente a la imagen que el viajero desea y espera ver. Y probablemente la escena no estuviera muy alejada de la realidad. Está editada por la casa alemana Kunstanstalt Stengel & Co., fundada en 1885 en Dresde y con sucursal en Berlín. Se convirtió rápidamente en uno de los mayores fabricantes y exportadores alemanes de postales ilustradas, postales artísticas y retratos impresos. La existencia de otras tarjetas similares editadas también por casas germanas revela el gusto de sus clientes por las escenas costumbristas.

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Mas tardía pero no por ello menos interesante es la vista de la Plaza de San Juan de Dios de Cádiz tal como lucía en 1950. Los remitentes indican su inminente embarque con destino a América y para despedirse envían a unos queridos amigos esta postal, una vez más de la casa Roisin. El hecho testimonia la vocación atlántica y de puerta al Nuevo Mundo que siempre tuvo la Tacita de Plata. El aspecto arquitectónico de la plaza no ha cambiado tanto salvo el avance imparable del pavimento de granito que ha homogeneizado tristemente nuestras ciudades. Pero la hilera de coches antiguos, el carro tirado por un burrillo y la ropa asoleada en las azoteas le dan un sabor retro lleno de encanto.

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A principios del siglo XX las postales eran todavía un artículo de lujo. La movilidad personal era muy escasa. Mucha gente apenas abandonaba su pueblo o ciudad en toda su vida. Aún era menos común hacer turismo y de los afortunados que podían permitirse vacaciones, muchos lejos de hacer una turné, se desplazaban a playas y balnearios para pasar el estío. La tarjeta postal permitía ilustrar esas vivencias en una imagen.

 

Este efecto no podía pasar inadvertido en su potencial publicitario y muy pronto empresas, establecimientos comerciales, instalaciones industriales, etc., editaron series o colecciones de tarjetas que, proporcionadas a veces de manera gratuita como atención a clientes y usuarios, tenían una clara intención promocional. Pretendían captar más clientela y mostrar que contaban con los productos y equipamientos más modernos disponibles en ese momento. Todos recordaremos tarjetas de hoteles, de comercios y hasta de los barcos que atravesaban el Atlántico. La que mostramos aquí de la malagueña Pensión Limonar es buena prueba de ello. La tarjeta da idea del temprano desarrollo de la Costa del Sol como destino vacacional. El maravilloso edificio estaba situado en el barrio del que toma su nombre. Tenemos pocas noticias del establecimiento si bien sabemos por el corresponsal malagueño del rotativo británico The Majorca Sun en su crónica de 12 de febrero de 1933 que acogió la reunión de una sociedad cultural destinada a difundir y aumentar el interés en los dramas británicos modernos. La crónica detalla:

Esta sociedad, que se basa en las líneas y con la ayuda de la Liga Dramática Británica, se reunió el 23 de enero en la Pensión Limonar, cuando se leyó El grano de mostaza de Harwood. La próxima reunión tendrá lugar en el hotel Regina donde se leerá el Acta de Divorcio de Clemence Danes”.

 

Durante la contienda civil española fue utilizada para alojamiento del ejército y su vida como pensión aún permanecía en 1946 cuando está firmado el mensaje escrito al dorso.

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Tampoco la Exposición Iberoamericana de 1929 que cambió la fisonomía urbanística de Sevilla perdió la oportunidad de promocionar el evento y de perpetuar su imagen renovada a través de postales. La ciudad difundió por este medio los edificios construidos para la ocasión. Así lo vemos en esta maravillosa imagen del Pabellón Real edificio diseñado por Aníbal González en estilo neogótico.

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