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Documento destacado mes de abril, 2001

 

 

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Abril 2022

No, si a lo mejor fracaso y me tengo que venir nadando”. 100 años de la Exposición de Julio Romero de Torres en Buenos Aires. 

 

JulioArgentinab

 

Julio y Enrique Romero de Torres con el equipo editorial del Diario La Razón y la Novela Porteña en Buenos Aires, 1922.
 

 

Hace 100 años que las Galerías Witcomb de Buenos Aires acogieron una exposición monográfica de Julio Romero de Torres. La muestra, que supuso la culminación de su carrera pictórica en Sudamérica, fue propiciada por una serie de condiciones socio-políticas y económicas junto a algunas circunstancias de carácter personal.

Desde principios del S. XX el pintor participa con frecuencia en las muestras de arte español que se organizan en el extranjero. Embala sus obras y las factura con destino a Europa y América. Acude repetidas veces a París y a Londres. Se presenta en la Exposición Internacional de Arte de Múnich de 1913 con Las dos sendas, siendo galardonado con la medalla de oro. Ese año sus lienzos están presentes en San Luis y Chicago. Y entre 1914 y 1920, sus trabajos llegan recurrentemente a Buenos Aires.

Este hecho junto al éxito de su obra siempre destacada por la crítica por encima de sus compañeros de pincel, y el frenesí expositivo que se vive en estos años, presagia que tarde o temprano se organizara una monográfica en tierras americanas. En una entrevista publicada en El Liberal en 1922, expresa la desazón que siente todo el que se embarca en un proyecto incierto: “No, si a lo mejor fracaso y me tengo que venir nadando”.

La muestra tuvo su sede en las Galerías Witcomb de la calle Florida de la capital porteña. Las Galerías que aún existen, eran en 1922 el salón más prestigioso del país.

El día ocho de agosto embarca en el vapor Infanta Isabel de Borbón. Le acompaña su hermano Enrique. A su llegada les reciben autoridades, artistas, periodistas y la colonia cordobesa. La visita es vivida en el círculo cultural como un acontecimiento y tiene amplia repercusión en la prensa.

Los días siguientes a la llegada fueron de instalación y montaje de las 26 telas que ocuparon las dos salas principales. La puertas se abren el cuatro de septiembre. Fue un éxito de público, que formó verdaderos corrillos en torno a cada cuadro. La muerte de Santa Inés, Pastora Imperio, Musidora… son contempladas con admiración. A pesar de las múltiples exposiciones que se hacen en la ciudad, la prensa considera ésta como la mejor de arte extranjero celebrada ese año en Argentina. “El pintor no tiene rival cuando quiere revelar toda una psicología, toda la vida interior de uno de sus personajes”.

Los 15 días que iba a durar la exhibición hubieron de prorrogarse en dos ocasiones por la gran afluencia de público. De cinco a siete de la tarde la sala se abarrota de visitantes interesados que contemplan con curiosidad las telas y se marchan con ganas de volver. La estancia en el país austral se alarga también a causa de los numerosos encargos que recibe para retratar a potentados argentinos.

El tiempo que debe dedicar Julio a realizar tanto encargo, no le deja abandonarse como quisiera a recorrer Buenos Aires y sus barrios como un simple turista. Sí pudo aprovechar para visitar el Museo Nacional de Bellas Artes. Acudió también a estudios de artistas argentinos y a exposiciones en la capital. El éxito de la muestra y la fama del pintor propician la celebración de numerosos actos en su honor. Como el concurrido banquete ofrecido por el Círculo Andaluz.

Los hermanos, siempre bien relacionados con la prensa, se acercan a las oficinas del rotativo La Razón y La Novela Porteña. El diario vespertino La Razón fundado en 1905 existió hasta 2017. La editorial publicaba también La Novela Porteña que salía todos los viernes entre 1922 y 1923. Era el momento del auge de las novelas semanales que se vendían en quioscos con tiradas a bajo precio. Fue dirigida por José M. Poza y Enrique Donadias y a partir del número 18 por Oscar R. Beltrán. Tuvo la colaboración de escritores destacados como José Antonio Saldias y Alfredo R. Bufano; autores cuya obra fue llevada al cine como Josué Quesada o galardonados con el Nobel de Literatura como Jacinto Benavente. También contó con jóvenes escritoras como Sofía Espíndola y Josefina Crosa.

La visita a las instalaciones es el momento que recoge nuestro documento del mes. La fotografía en blanco y negro pertenece al Archivo de la Familia Romero de Torres, quienes quisieron conservar este recuerdo. En ella Enrique y Julio aparecen junto al equipo de la editorial y la escritora italiana y redactora creativa condesa Francesca Paganini de Castaño (Franka Paganini), en una escena que trasluce un ambiente distendido y cordial. La instantánea que carece de autor está fechada en septiembre del 22.

El tres de noviembre embarca de vuelta después de casi tres meses de estancia. A su regreso recibe los agasajos de sus paisanos y sus amigos, tanto en Córdoba como en Madrid.

En una entrevista publicada en La Correspondencia de España, poco después de regresar de América, el artista explica: “No, no me invitó nadie a ir a América. Salió de mi al saber que los marchantes que me compraban mis cuadros a bajo precio, luego los vendían por su cuenta valiéndoles grandes sumas. Y acerté como verás, cruzando el charco, pues el recibimiento que en la Argentina se me dispensó superó todas mis ilusiones. …

 

Para mas información:

 

Julio-portada

 

 
Archivo Histórico Provincial de Córdoba
C/ Pompeyos, 6 14003 CÓRDOBA.
Telf: +34 957 106 083
e-mail: informacion.ahp.co.ccul@juntadeandalucia.es

 

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