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Abril 2016

Pickman_C207_0009

 

La apertura de la fábrica de La Cartuja de Sevilla

José Julián Hernández Borreguero. Universidad de Sevilla

    

Código de referencia: ES.41003. AHPSE/1.2.3.1.1.1.5// Fábrica de loza La Cartuja de Sevilla- Pickman, S.A, C-73

Título: Libro diario

Fechas: 03-03-1846/25-10-1849

Nivel de descripción: Unidad documental compuesta

Extensión y soporte: 746 hojas [folio]

Reglas o convenciones: ISAD (G), NEDA

 

En 1841 Carlos Pickman, en colaboración con un socio capitalista, Juan Pablo Echecopar, inauguraba una fábrica de loza de grandes dimensiones en el antiguo monasterio de la Cartuja de Sevilla. Esta fábrica de cerámica es, en palabras de algunos historiadores económicos, la última superviviente de la revolución industrial española.

Pickman y su familia habían sido siempre comerciantes (que no fabricantes) de loza y cristal en Liverpool, y estaban especializados en la exportación de los mismos hacia España. Para ello, habilitaron algunas sucursales de su negocio en ciudades con puerto de mar, entre ellas Cádiz. En 1822 Carlos Pickman llegó a esta ciudad, aunque pronto se trasladó a Sevilla, ejerciendo de comerciante asociado a su familia, para lo cual alquiló, al menos, dos céntricos inmuebles.

Pickman fue un visionario: la demanda de loza “al estilo inglés” crecía y los gastos de transporte y aranceles impedían que se consiguieran mejores resultados, por lo que planificó la apertura de una fábrica en España. Uno de los primeros testimonios escritos de su intención de fabricar loza se documenta en 1837, cuando se cartea con el Capitán General de Sevilla, quien le anima en su iniciativa industrial.

En 1838 adquiere el antiguo monasterio de la Cartuja a la Junta de Enajenaciones de Conventos Suprimidos de la provincia de Sevilla y también compra algunas fincas con tierra apropiada para ser utilizada como materia prima, así como monta los primeros hornos para la fabricación.

En su correspondencia encontramos datos muy determinantes para la configuración de su negocio, casi toda remitida desde el condado de Staffordshire, donde se ubicaban muchas de las principales industrias de cerámica británicas. Su hermanastro Harris le remitió numerosas cartas en los años 1838 y siguientes en la que le detalla aspectos técnicos indispensables para una fábrica de cerámica: consumos de carbón de los hornos, porcentajes de aleaciones de materiales, entre otros. En otras cartas también le detalla valiosa información: los salarios que cobran los trabajadores ingleses del sector, así como un pequeño plano con la distribución en planta de la fábrica de Longton Staffordshire Potteries, que sirvió de guía para el proyecto sevillano. Este plano representa una planta rectangular alargada dividida en 18 secciones, que incluían: 6 hornos (de bizcocho y barniz), pintura, almacenes, entre otros. Pickman posiblemente pretendió seguir el esquema de plantas de industrias inglesas, para lo cual hizo obras en el antiguo monasterio, derribando buena parte del claustro monacal y habilitando compartimentos para situar las secciones y talleres para distribuir el trabajo en cadena.

Aunque Carlos Pickman había perfeccionado la idea de negocio durante años, había montado la fábrica y había elaborado algunas partidas de productos, se encontró con que iba a necesitar nuevas fuentes financieras para traer los operarios ingleses, instalar más maquinaria y sostener el capital circulante necesario para el negocio. Por ello, se entiende que buscara a un socio capitalista, Juan Pablo Echecopar, un comerciante de origen francés afincado en El Puerto de Santa María, con el que crea una compañía que comenzaría de forma inmediata la fabricación y venta de productos cerámicos.

Las ventas y los operarios para fabricar sus productos crecieron de manera progresiva desde la fundación del negocio. En los primeros años localizamos 70 trabajadores, incluyendo a 22 operarios ingleses. Meses más tarde se había duplicado la plantilla. En 1877 ya se computan 600 empleados, cifra que volvió a duplicarse en 1899.

El carácter meticuloso de Charles Pickman se demuestra en multitud de detalles: el tiempo que estuvo planificando la apertura del negocio (más de cuatro años), la conservación de los libros, cartas y otros documentos que se generaban en la administración de la fábrica y la calidad de las técnicas usadas para la llevanza de la contabilidad empresarial.

Desde la entrada en vigor del Código de Comercio español de 1829 se estableció la obligatoriedad de que todas las empresas usaran el método de la partida doble para la gestión de sus cuentas. Sin embargo, buena parte de las empresas no lo usaron porque sus contables no disponían de la preparación necesaria.  

El documento seleccionado muestra la primera anotación en el libro diario (AHPSE, C-73) el día en el que oficialmente se abrió la fábrica, el 3 de marzo de 1841 con las aportaciones de capital de Pickman (640.000 reales) y Echecopar (230.000), para pasar a controlar dos y un tercio del capital, respectivamente. Las anotaciones, en una cuidada caligrafía, muestran las características propias del método de la partida doble.

 

Bibliografía básica

 

  • Maestre, Beatriz. La Cartuja de Sevilla: fábrica de cerámica. Sevilla, 1993

  • (AHPSE C-1862), (AHPSE, C-1920).

  • Hopwood, Anthony. “The Archaeology of Accounting Systems”. Accounting, Organizations and Society, Vol. 12, 1987, Nº3, pp. 207-234.

  • Jones, Edgar. Industrial Arquitecture in Britain, 1750-1939. London, 1985.

  • Lacave, Juan. “Pedro Lacave Miramont: comerciante gaditano”. Diario de Cádiz, 19 de julio de 2010 (consultada la edición digital).

  • Museos de Sevilla, http://www.museosdeandalucia.es/cultura/media/ museos/visitas/macpse_web_cartuja/Historia.html, 2011.

 

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