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Documento del Día de Andalucía 2024

 

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Febrero 2024

 Centenario de un andaluz ilustre: Cien años sin Mateo Inurria

 

Mateo Inurria 

 

Córdoba lejana y sola, con fama de indolente y mala madre para sus hijos, no siempre se merece estos calificativos. Últimamente ha habido movilizaciones ciudadanas solicitando poner a nuestra estación de tren el nombre del alcalde Julio Anguita o el de Antonio Gala a nuestro Gran Teatro. También en otras ocasiones más remotas en el tiempo los cordobeses han reivindicado a los suyos ante situaciones que han considerado injustas. Así que, fuera ese sambenito.

 El tema viene al caso porque este 2024 se cumplen cien años del fallecimiento del escultor Mateo Inurria, cordobés de prestigio internacional. Su efeméride se está celebrando con profusión de actos, exposiciones, visitas guiadas y artículos en prensa, así que esta vez, como casi siempre, la ciudad se está portando adecuadamente. Pero no es la única ocasión en que el artista notó el apoyo y el calor de su tierra.

 La cuestión en la que queremos profundizar se apoya en dos documentos conservados en el archivo de la Familia Romero de Torres, una fotografía de una escultura firmada por Inurria y una carta de su autoría dirigida a Rafael Romero Barros. El episodio de la biografía del artista que vienen a ilustrar es de sobra conocido, pero lo vamos a narrar siguiendo este rastro documental.

 Mateo vino a nacer en Córdoba en marzo de 1867 en el hogar formado por Mateo Inurria y Vicenta Lainosa situado en la casa n.º 24 de la Calle Alfaros. Años más tarde llegaría a este mundo su hermano Agustín con quien compartiría familia y proyectos profesionales. Su padre se había formado en el taller que tenía en Sevilla su suegro, el escultor valenciano José Lainosa. Trasladado a Córdoba, Mateo padre se dedicó profesionalmente a la decoración escultórica y la cantería. Como recuerda Ricardo de Montis en sus Notas cordobesas refiriéndose al Gran Teatro:

 “Empezaron aquellas el 17 de Junio de 1871 e intervinieron en las mismas hábiles obreros cordobeses, de los que mencionaremos al cantero señor Inurria, padre del laureado escultor del mismo apellido, y al carpintero señor Simancas, ingenioso y fácil poeta”.

 Es natural pues que Mateo hijo sintiera su vocación desde muy joven pues a sus dotes naturales se unió el ambiente que vivió en su hogar con un padre escultor y una madre hija de escultor. Su formación discurrió entre el instituto provincial y la Escuela de Bellas Artes que existió desde 1865 en el recinto de los museos de la Plaza del Potro.

 En la actualidad las administraciones están respaldando y favoreciendo las enseñanzas en formación profesional. La falta de personal cualificado ha sido el revulsivo para reforzarlas, pero este tipo de formación ya estaba contemplada desde antiguo. Así pues la citada escuela nacida bajo la advocación de San Rafael tenía, como indica su reglamento, la finalidad de promover “la instrucción de todas las clases, facilitándoles por medio del dibujo y las otras enseñanzas, el aprendizaje y perfección de los oficios y artes a que se dediquen”.

 Allí junto a los Romero de Torres, Muñoz Lucena o López Mezquita estudiaba en horario nocturno el joven Inurria. Volviendo a Montis:

 “Alumnos de ella fueron Muñoz Lucena, los Romero de Torres, Inurria, Francisco Alcántara, Angel Huertas, Ezequiel Ruiz y otros muchos pintores y escultores que gozan hoy de una merecida reputación. Y plateros notables, maestros de obras acreditados, hábiles jardineros, hombres peritísimos en herrería y carpintería, salieron de aquellas amplias clases”.

 El joven y precoz Mateo ya había destacado en la escuela y con apenas dieciséis años marchó a Madrid para continuar estudios en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado. Allí se formó entre 1883 y 1890 siendo algunos de esos años pensionado por la Diputación cordobesa. Algunas de sus obras mas conocidas pertenecen a este período como los bustos de Séneca y el Gran Capitán.

 Con esta extensa formación y el prodigio de sus manos, Inurria se decide a presentar obra en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890. Para ponernos en contexto hay que indicar que estas muestras con estructura de concurso suponían el mayor escaparate oficial de artistas vivos de España. Se celebraban cada dos o tres años y eran uno de los acontecimientos socioculturales mas determinantes del siglo XIX en el mundo del arte. Tenían mucha repercusión mediática y eran seguidas con interés por la sociedad en general a través de la prensa.

 La creación que envía al certamen representa a un hombre joven exhausto asido a un tronco tras caer al mar. Se titula Un naúfrago. Su verismo hace contener el aliento e impacta hasta tal punto que parece real. Eso debió de sucederle al crítico de arte que al ver la magnífica obra y comprobar que era autoría de un joven desconocido y debutante en estas lides, lanzó una acusación incontenida.

 En efecto, en su crónica de la exposición titulada “Visitas a la Exposición de Bellas Artes. La escultura”, publicada en el diario El Liberal de 12 de mayo de 1890, Rafael Balsa de la Vega se expresa en estos duros términos:

 “Confieso que me encuentro perplejo ante la estatua de Inurria Lainosa el «Náufrago». Mirando lo admirablemente encajada que está la anatomía de aquel hombre, lo blandamente modelado de las medias tintas, y la distancia á que está de estas condiciones la cabeza, me entra una duda que no quiero exponer, porque prefiero declararme incompetente y no decir nada que pueda resultar en menoscabo de una reputación; únicamente diré que el Sr. Lainosa no ha visto nunca un ahogado, pues de lo contrario el vientre y el estómago de su figura no los hubiera hecho tan vacíos y hundidos, y por lo que respecta al ideal artístico, su estatua es una copia de un hombre que no tiene de bello nada en absoluto; parece un vaciado: ¡qué pies tan naturalistas! ¡Qué asco!”.

 

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Fotografía de la escultura dedicada por su autor a Romero Barros (FRT 51/17)

 

Aún pasados los años y siendo ajenos a aquellos certámenes, la violencia de la crítica y el escaso fundamento en que se basa, provoca cierta desazón en el lector. Así que la impresión que debió producirle al escultor que empezaba su andadura debió ser desalentadora y indignante a un tiempo.

 Es aquí cuando entra en juego nuestro segundo documento, pues el joven que había sido alumno de Rafael Romero Barros en la Escuela de Bellas Artes de Córdoba acude sin dudar a buscar cobijo, ayuda y consuelo a la paternal figura de su maestro. Así que al día siguiente de la publicación de la crónica redacta una carta que comienza:

  “Sr. D. Rafael: Mui (sic) señor mío y queridísimo amigo. Dispénseme la libertad que me tomo al molestarlo pero me veo en la precisión de hacerlo pues se trata de un asunto de bastante trascendencia en mi carrera. Tal impresión a (sic) hecho mi estatua en esta que hay quien duda no sea modelada en barro y si basiada (sic) del natural; es reflejo de esta opinión lo dicho por un periódico de esta localidad; se que en el jurado, compuesto de personas respetabilísimas en el arte, no prevalecerá este concepto por ser del todo descabellado”.

 En esta exposición previa se puede apreciar el estado de ánimo del pobre Mateo, que continúa su carta pidiendo un favor a Romero cuyo prestigio en Córdoba y Madrid puede ayudar a limpiar su incipiente carrera:

  “… espero de su buena amistad y rectitud, escriba una carta al director de El Liberal, periódico en el que se ha dicho al hacer la crítica de la escultura.
Por tanto le suplico que usted como director de esa escuela diga (como así es) que me ha bisto (sic) modelar en barro dicha estatua y que protesta de lo expuesto por el sr. Valsa de la Vega, uniendo a su respuesta la de varios señores de esa que la han visto en barro para que de esta manera quede en un lugar verdadero la obra que como usted sabe he hecho con tantas fatigas y que no siendo verdad lo que de ella dice el Sr. Balsa sea desechada por falsa lo que respecto a ella dice….”.

 

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 Carta remitida por Mateo Inurria a Romero Barros en demanda de ayuda (FRT 103/4/28)

 

En la misma misiva escribe también un amigo de Mateo que firma con el nombre de Tomás y que hemos intuido que puede tratarse del pintor Tomás Muñoz Lucena, pues igualmente cursó estudios en la escuela cordobesa dirigida por Romero Barros de quien dice ser discípulo y a quien se dirige en estos términos:

  “Mi querido D. Rafael: Ya ve usted por lo que dice Mateo de lo que es capaz esta jentuza (sic) cuando ven que un trabajo interesa por algo en la Exposición. Se agarran a un clavo ardiendo para zaerir (sic), así que creo como Mateoque bastará una carta de usted en los términos que se la pide para deshacer la calumnia de un periodista de tres al cuarto a quien pueden dar crédito los tontos que por desgracia están en número infinito”.

 La carta es un grito desesperado, como el de un naúfrago, para salvar la reputación de una carrera artística. Sin duda Romero, cuyo prestigio se veía comprometido por la acusación contra un alumno formado en su magisterio, no tardó en reaccionar. Escribió al periódico dando fe de “que había visto día por día los trabajos realizados en su taller por el joven y modesto artista cordobés”. Pero en cualquier caso su carta no surtió efecto pues el palmarés publicado en 25 de mayo deja sin galardón a la magnífica obra del artista cordobés.

 Lo que si es cierto es que la noticia corrió por la ciudad como un reguero de pólvora y fue considerada por las fuerzas vivas como una afrenta en carne propia. El día 10 de junio, a una reunión convocada al efecto en los salones del Círculo de la Amistad, asistieron las representaciones de los periódicos locales, como iniciadores del acto, junto a representantes de Diputación, Ayuntamiento, Real Academia, Escuelas de Bellas Artes, Artes y Oficios, y Politécnica, asociaciones como el Círculo, Sociedad Económica, Veloz Club entre otras, y de todos los partidos políticos. Como indica la crónica publicada en el Diario de Córdoba, el objeto de la reunión era:

  “… promover uno o varios actos para vindicar la obra artística del ya notable y joven escultor cordobés don Mateo Inurria víctima de una calumniosa imputación respecto de su hermosa obra escultural “Un naúfrago”...”

 El acuerdo consistió en formular una protesta que sería inserta en los periódicos locales y se procuraría su publicación en prensa nacional. El texto se hizo llegar al agraviado “para que en España entera se sepa que todos protestamos de la injusticia que con usted se ha cometido”. Igualmente se acordó abrir una suscripción popular para adquirir la escultura con destino al Museo Provincial de Bellas Artes, donde hoy se conserva pues la iniciativa obtuvo sus frutos. Pero los fondos no se obtuvieron sólo por la suscripción. La noticia provocó una efervescencia organizadora en la sociedad cordobesa movilizada con el objetivo y sin duda animada por la cuestión que había venido a alterar la plácida vida de una ciudad de provincias de finales del siglo XIX. Así entre la reivindicación y la diversión se organizaron verbenas con bailes, veladas poéticas y funciones de cintas y toretes. En fin, justicia poética.

 Por fortuna, esta historia tiene final feliz pues el talento de Inurria le hizo llegar a la excelencia y recibió el reconocimiento de la crítica y el público. La Escuela de Arte y Superior de Diseño lleva su nombre y la estatua del Gran Capitán preside la principal plaza local. Y en el imaginario colectivo el aspecto de Lope de Vega o Eduardo Rosales tiene mucho que ver con las esculturas de su autoría. La otra moraleja de la historia es que la injusticia hace saltar a los colectivos y sociedades que la perciben. Córdoba y Andalucía son ejemplos de ello y si no que se lo digan a Fuenteobejuna.

 

Bibliografía:

 

Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XLI Número 12371 – Córdoba, 1890 junio 11

Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XLI Número 12373 – Córdoba, 1890 junio 13

Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XLI Número 12381 - Córdoba, 1890 junio 21

El Liberal: Año XII Número 3982 – Madrid, 1890 mayo 12

El Liberal: Año XII Número 3995 – Madrid, 1890 mayo 25

MONTES RUIZ, Ramón. Mateo Inurria. Córdoba: Ayuntamiento de Córdoba, Fundación CajaSur, Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí, Junta de Andalucía, Universidad de Córdoba, 2012. ISBN: 978-84-8154-320-9

Montis Romero, Ricardo de. Notas cordobesas: (recuerdos del pasado), Ed. facs. Córdoba : Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1989

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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