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El documento del mes

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Marzo 2019

 Marzo 2019

 

Código de referencia: ES.41003.AHPSE/1.2.3.1.1.1.6//Fábrica de Tabacos de Sevilla,FT-262PL

Título: Orden del delegado de Hacienda dirigida a los talleres, negando la existencia de las máquinas de liar tabaco, amenazando de expulsión a quien promueva desórdenes, así como el cierre del establecimiento ante cualquier tumulto

Fecha: 1885-03-26. Sevilla

Nivel de descripción: Unidad documental simple

Nombre del productor: Fábrica de Tabacos de Sevilla

Normas: NEDA, ISAD-G

Cuando en vez de discursos cuadraba leer artículos de fondo, de estos kilométricos y soporíferos, que hablan de justicia social, redención de las clases obreras, instrucción difundida, generalizada y gratis, fraternidad universal, (…) alterábase la voz de Amparo y se humedecían los ojos de sus oyentes (…) En cambio, si el escrito pertenecía al género bélico y tocaba a somatén, parecía que les daban a beber una mistura de pólvora y alcohol. Montaban en cólera tan aína como se encrespan las olas del mar. Sordas exclamaciones acompañaban y cubrían a veces la voz de la lectora. Era contagiosa la ira, y mujer había allí de corazón más suave que la seda, incapaz de matar una mosca, y capaz a la sazón de pedir cien mil cabezas de los pícaros que viven chupando la sangre del pueblo. “

La Tribuna. Emilia Pardo Bazán

A finales del siglo XVII la producción de tabaco en Sevilla, dispersa por la ciudad, se concentró en diferentes casas frente a la iglesia de San Pedro. Sería la primera sede de la Fábrica de Tabacos. Primeramente se producía tabaco en polvo, elaborado por operarios, debido a la fuerza necesaria para su producción. La Fábrica de Tabacos de Sevilla es quizá la más emblemática de todas las creadas, por la antigüedad de su fundación, en 1620, y también por ser la de mayor tamaño, ya que en 1758 se produce el traslado a la segunda sede en la calle San Fernando, un edifico fabril de descomunales dimensiones.

La incorporación de la mujer se debió a un cambio a finales del siglo XVIII en el tipo de producto demandado, los cigarros, una costumbre popular, en detrimento del tabaco en polvo. J.M. Rodríguez Gordillo denomina este cambio como la democratización del consumo de tabacos. A comienzos del siglo XIX la crisis de aquellos años -guerra contra el invasor francés, devastación de extensas zonas, hundimiento económico- apoyó de alguna manera la necesidad del cambio de mano de obra. En febrero de 1813 se creaba el denominado "Establecimiento de mujeres", encargándose la enseñanza de las futuras operarias a un reducido grupo de expertas laborantas venidas de Cádiz. Desde aquel momento se planteó una pugna entre la fuerte tradición sevillana favorable a los varones, y la tendencia general en las restantes fábricas españolas, que apoyaba la opción femenina. La Fábrica de Sevilla fue la única en la que se realizó el trabajo de hombres y mujeres conjunto hasta 1859, optando finalmente por la mujer (1. Fotografía de M. Medina reuniendo los tres colectivos de la Fábrica, cigarreras arriba, operarios abajo a la derecha y jefes a la izquierda, 1930 aprox., FT-3131/70). En adelante, los operarios quedarían relegados a las tareas del tabaco en polvo y rapé, a nivel más reducido.

La mujer representa una opción claramente ventajosa, la habilidad y esmero en la elaboración de cigarros y cigarrillos junto con la reducción de costes de la mano de obra, más barata. Entramos de lleno en la época de las cigarreras. A finales del siglo XIX es cuando se alcanza la mayor concentración de mano de obra femenina: unas 6.000 cigarreras. El trabajo de las cigarreras estaba claramente jerarquizado y reglamentado. Cada taller, bajo el cuidado y control de una maestra, estaba constituido por varios "ranchos", que acogían a un número variable de operarias -casi siempre entre 6 y 10-, que trabajaban bajo la supervisión permanente de una ama de rancho. Ésta era la responsable del control de la hoja que había de recibir en su rancho -la data- como de la labor realizada por todas las integrantes del mismo. Ambos procesos estaban reglamentados con todo rigor con objeto de evitar el fraude en lo posible.

Había capatazas, maestras, pureras, cigarreras y aprendizas. La destreza en la preparación y el liado de los tabacos, nos habla de una importante cualificación profesional propia del oficio, que se transmitía de generación a generación gracias tanto a los procedimientos habituales de reclutamiento de las cigarreras –por “herencia” familiar- como al aprendizaje informal de las niñas en los talleres, que era por su parte posible debido a una particular organización espacio-temporal del trabajo y de la vida cotidiana de las cigarreras (2. Fotografía de cigarreras con niños, 1890 aprox., FT3131/24). El gran número de cigarreras, su residencia en las áreas adyacentes a la fábrica (barrio de Triana y también otros como San Roque, San Gil y San Bernardo), el salario a destajo y la flexibilidad horaria, y por tanto, conciliación del ámbito doméstico y laboral, son las notas más destacables de este colectivo social.

En ocasiones se produjeron revueltas en las Fábricas de Tabacos, la primera de cigarreras se produce en la Fábrica de Madrid en 1830. En Sevilla, donde se sitúa la fábrica con mayor volumen de contratación de todas, se establecen tres etapas en las acciones reivindicativas de las cigarreras a lo largo de estas décadas vitales para el proceso de concienciación del proletariado urbano. Una inicial, caracterizada por acciones espontáneas, sin vínculos con otros colectivos y muy violentas; una segunda etapa de “compromiso” entre 1896 y el estallido de la primera guerra mundial, sin incidentes a destacar por el rechazo de las cigarreras a tomar parte en la lucha sindical que se desarrolla en la ciudad, y la tercera, a partir de 1917-18, durante la que se produce el momento álgido de desarrollo del sindicalismo en las fábricas y serias respuestas luditas.

En el siglo XIX se dieron varia protestas: en 1838 (3. Oficio del director de labores al superintendente dando noticias del levantamiento de hombres y mujeres por el impago de las labores, 02/08/1938, y anuncio en el Diario de Sevilla de Comercio, Artes y literatura sobre el pago de atrasos, 05/08/1838, FT-620/10) o en 1842 (por la mala calidad de la materia prima y menos sueldo). Destacamos los dos últimos motines o “algaradas” del siglo, en 1885 y 1896, en torno a las fechas en las que la empresa privada, la Compañía Arrendataria de Tabacos (en adelante CAT), se hace cargo de la gestión de todas las fábricas en nombre de la Hacienda Pública.

El malestar que provoca el motín de marzo de 1885 comienza con la circulación de rumores sobre la existencia de máquinas de liar cigarrillos (las famosas Bonsack) que se propagaron entre las mujeres cigarreras del populoso barrio de Triana, rumores de las consecuencias nefastas que para sí y sus familias les produciría la introducción de tales máquinas con la consiguiente pérdida de sus puestos de trabajo.

El director de la Fábrica narra que “Desde que los periódicos La Época y La Correspondencia de España publicaron los sueltos anunciando la adquisición de máquinas para los cigarrillos que debían producir 100.000 kilos de labor (…) se ha venido notando (…) cierta alarma y cierto temor de que dado aquella producción pudiera ser causa de que disminuyera su trabajo manual y cotidiano” (4. Borrador de carta del director de la Fábrica al ministro de Hacienda dando cuenta de la excitación producida entre las cigarreras los artículos publicados en la prensa local y las hojas clandestinas, distribuidas por plazas de abastos y corrales, y que difunden rumores sobre la introducción de máquinas en la Fábrica, 18/05/1885, FT-627/22)

Aunque se desmintieron los rumores el mismo 23 de marzo (5. Comunicación del jefe de la Fábrica desmintiendo la incorporación de maquinaria, 23/03/1885, FT-627/22), por la mañana, las operarias entraron al trabajo y el malestar se extendió por los distintos talleres. A la hora del toque de salida, cuando coincidían todas, comenzó el desorden. Unas 3.000 o 4.000 operarias comenzaron a gritar ¡Abajo las máquinas!, ¡Qué nos roban el pan!. En el tumulto que sucedió a continuación se rompieron cristales, mesas, sillas, artesas, pesos y cuanto mobiliario encontraron a mano. Los destrozos se valoraron en 241'26 pesetas (6. Copia del acta notarial de los desperfectos, 25/03/1885, FT-627/22)(1)

Los intentos de aplacar la situación por parte del jefe local de orden público y del gobernador, que se personaron en la propia Fábrica, fueron inútiles. Sólo se retiraron ante la tormenta acompañada de granizos y relámpagos que cayó ese día hacia las 7 de la tarde. Se decidió abrir la Fábrica al día siguiente, previa protección de 12 guardias civiles de infantería y 4 de caballería.

El día 24, a la hora de entrada continuaron los tumultos al congregarse las mujeres en la puerta de la Fábrica. En un mitín espontáneo se decidió entrar y romper las supuesta máquinas lo que provocó un enfrentamiento con la guardia civil. Los intentos del gobernador civil de apaciguar los ánimos acercándose a la Fábrica fueron repelidos a ladrillazos.

A las 12 de la mañana, previstas de palos y banderas hechas de pañuelos de colores, se dirigen en manifestación hacia el Gobierno Civil rompiendo farolas y cristales y apedreando el Gobierno Civil así como el Ayuntamiento que se encontraba a su paso. Frustrado el encuentro con el gobernador se terminan disolviendo al aparecer una compañía del ejército.

El día 25 fiesta, la Fábrica permanece cerrada, y el 26 estaban ya más tranquilas. El delegado de Hacienda publica una Orden negando la existencia de las referidas máquinas, amenazando de expulsión a quien promueva desórdenes, así como el cierre ante cualquier tumulto.

El primer día de trabajo tras el motín el trabajo se desarrolló con normalidad aunque el centro estaba ocupado militarmente. En el registro de aquel día se encontraron gran cantidad de navajas, cuchillos y facas. Hubo averiguaciones sobre el origen de los hechos (7. Declaración de Filomena Pavón González, maestra de taller, 28/03/1885, FT-627/22). El Juzgado resolvió con la expulsión de las cigarreras promotoras del conflicto

Cuando la CAT se hizo cargo de la Fábrica tenía entre sus fines una nueva concepción empresarial para aumentar la producción y la productividad. Para ello llevó a cabo un mayor control de la calidad de la elaboración, disciplina en el trabajo (cumplimiento de los horarios y control de faltas de asistencia) y la introducción de máquinas. Esta nueva política provoca el motín de 1896 que se inicia el 23 de enero con los típicos rasgos de la anterior revuelta: acción espontánea, sin liderazgo definitivo, carentes de un mínimo programa y con fuertes brotes violentos. El cierre se prolongó durante diez días, durante los que hubo serios enfrentamientos, represión de las autoridades, tensiones y finalmente vuelta a la calma (8. Telegrama del Consejo de la CAT al alcalde de Sevilla y oficio del Consejo de Administración al administrador de la Fábrica de Sevilla sobre el motín 29-31/01/1896, FT-3133/9). Las cigarreras lograron sostener su régimen tradicional y flexibilidad horaria pero por contra abandonaron durante años el recurso a la protesta incapaces de mantener un pulso dilatado con la empresa.

La CAT finalmente realizó una mecanización progresiva acompañada de una congelación de la mano de obra y de la reposición de vacantes para reducir costes. La plantilla de la Fábrica sufrió una reducción y envejecimiento progresivo. Esta reducción no fue drástica sino que sobrevino por defunción de las obreras más veteranas, bajas voluntarias o por matrimonios, en definitiva bajas que no fueron cubiertas por nuevo personal. Se fueron amortizando las plazas de las cigarreras y cambiando a un personal menos especializado (9. Resumen del número de operarias existentes entre julio de 1887 y diciembre de 1895, 1896 aprox. y Resumen de bajas de febrero de 1888, FT-3133/8).

En los inicios el sistema fue mixto, con parte de las labores mecanizadas y otras no. A principios del siglo XX, la introducción de maquinaria industrial capaz de realizar un sinfín de funciones (como el picado o liado del tabaco) provocó un profundo cambio en la actividad laboral (10. Fotografías del personal con máquinas en la fábrica, s.f., y en el Pabellón de la Exposición Íbero-americana de 1929, FT-290PL y FT-3134). La era de las cigarreras nietas, hijas y madres de otras cigarreras, que entraban y salía diariamente de la fábrica según sus obligaciones y cobraban por producción había concluido y, con ella, una de las etapas más representativas en la vida de la Fábrica de Tabacos de Sevilla.

La técnica impone paulatinamente su ritmo y un cambio en las formas tradicionales de la industria sevillana. Las medidas que introdujo la CAT (seguridad social, aumento de retribuciones, etc.) hicieron que las cigarreras gozasen de una seguridad económica y laboral en general comparativamente alta con respecto a otros sectores populares urbanos, y especialmente entre las mujeres.

Los amotinamientos espontáneos de 1885 y 1896 dieron paso a los inicios de la organización sindical a partir de 1918 cuando se crea la Federación Tabaquera Española (FTE) como sindicato nacional afiliado a la Unión General de Trabajadores. Principalmente hubo una distinción entre las liadoras manuales, como reacción ante el miedo a la pérdida de empleo, y las obreras mecánicas que no se afiliaron. Fue el origen de la división entre “rojas” y “amarillas”.

(1) Luis Montoto narra el motín en “La calle de san Fernando y la Fábrica de tabacos” (1919)

 

Bibliografía:

BAENA LUQUE, Eloísa. Las cigarreras sevillanas. Un mito en declive (1887-1923). [Málaga]: Universidad de Málaga, 1993

CAÑEDO RODRÍGUEZ, Montserrat. “La historiografía y el problema del sujeto histórico: algunos apuntes a partir de las cigarreras de la Fábrica de Tabacos de Madrid”. El trabajo y la memoria obrera. Archivo Histórico de Guadalajara (ed.), 2011. [en línea][Consulta: 7 de febrero de 2019]. Disponible en web: http://espacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:500670/Cigarreras_y_sujeto_histo__rico.pdf

MONTOTO y RAUTENSTRAUCH, Luis. La calle de san Fernando y la Fábrica de tabacos: cartas al excmo. sr. d. Federico de Amores de Urbina. Sevilla: Gironés, 1919. [en línea][Consulta: 7 de febrero de 2019]. Disponible en web: http://fama2.us.es/flgh/media/digital/044_san_fernando.pdf

POZO RUIZ, Alfonso. Operarios y cigarreras en la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. Alma Mater Hispalense [en línea] [Consulta: 15 de febrero de 2019] Disponible en web: http://personal.us.es/alporu/fabricatabaco/cigarreras_sevilla.htm

PARDO BAZÁN, Emilia. La Tribuna. Madrid: Cátedra, 1883. [en línea][Consulta: 25 de febrero de 2019]. Disponible en web: http://biblioteca.org.ar/libros/70361.pdf

RODRÍGUEZ GORDILLO, José Manuel. Historia de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. Sede actual de la Universidad de Sevilla. Sevilla: Fundación Focus Abengoa, 2005

 

 

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