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Julio-Agosto 2016

Proclama requiriendo rendición tropas de África sublevadas

 

Últimátum : la Proclama del Gobierno republicano ordenando la rendición a las tropas sublevadas en el Protectorado español de Marruecos el 17 julio de 1936.

 

Código de referencia: ES.41003. AHPSE/3.1.1.1.//Adolfo Rivas,23143

Título: Proclama del Gobierno republicano ordenando la rendición a las tropas sublevadas en el Protectorado español de Marruecos el 17 de julio de 1936

Fecha: 18 de julio de 1936

Nivel de descripción: Unidad documental simple

Extensión y soporte: 1 hojas [270x165 mm.]

Reglas o convenciones: ISAD (G), NEDA

 

Antonio José García Sánchez. Archivo Histórico Provincial de Sevilla

A las nueve de la noche del 16 de julio de 1936 el 3er Tabor del Grupo de Regulares Indígenas de Alhucemas nº 5, al mando del Comandante Joaquín Ríos Capapé, abandonaba a pie y sin autorización su acuartelamiento en Villa Jordana en dirección a Alhucemas en el norte de África. Eran las primeras fuerzas militares sublevadas contra el Gobierno republicano. La rebelión de una parte del ejército español se iniciaría definitivamente en Melilla en la tarde del viernes 17 de julio y rápidamente se extendería por el resto del Protectorado español de Marruecos. Esta marcha era el primer acto de la Guerra Civil española.

En el Archivo Histórico Provincial de Sevilla, dentro de la Colección Adolfo Rivas, conservamos un documento que testimonia la urgencia con la que el Gobierno de la República adoptó las medidas llamadas a terminar con los focos rebeldes de África y matizan la idea de inoperancia ante el golpe de la que se ha acusado al gabinete presidido por Casares Quiroga. Este documento ha permanecido hasta ahora inédito, la única referencia de su existencia la aporta en sus memorias el que fuera Gobernador Civil de Sevilla en julio de 1936, José María Varela Rendueles. El documento que ahora publicamos es la "Proclama del Gobierno republicano ordenando la rendición a las tropas sublevadas en el Protectorado español de Marruecos". Las memorias de Varela Rendueles, publicadas ya en los años finales de la Transición, nos permiten conocer la génesis y vicisitudes de la creación de este documento.

A media tarde del mismo 17 de julio de 1936 una llamada telefónica rompía la tensa calma en la que vivía el Gobernador Civil de Sevilla. Los rumores del inminente comienzo de una sublevación militar y los asesinatos del Teniente de la Guardia de Asalto, José del Castillo, y del líder de Renovación Española, José Calvo Sotelo, habían elevado al máximo la tensión del panorama político español. Al otro lado del hilo telefónico Bibiano Osorio Tafall, Subsecretario del Ministerio de Gobernación, le comunicaba que se había iniciado una sublevación del ejército del Protectorado español de Marruecos. Osorio Tafall advertía al mandatario sevillano de la necesidad de estar atentos a los intentos de desembarco de los sublevados en el sur de la Península y a los posibles movimientos conspiratorios dentro de la provincia. La estrategia adoptada por el Gobierno presidido por Santiago Casares Quiroga para aplacar el golpe militar se basó en aislar a los sublevados en el norte de África y en sofocar cualquier conato de sedición dentro de la Península.

Pero no era esta la única información que inquietaba al Gobernador Civil de Sevilla esa tarde del 17 de julio. Tal como narra el propio Varela Rendueles en sus memorias, a través del Jefe de la Brigada de lo Social, Emilio Sanz Bernuy, y de confidentes del partido comunista tuvo noticia de que el General Gonzalo Queipo de Llano estaba en Sevilla por razones desconocidas para el dirigente republicano. Ante lo extraño de la presencia no anunciada de Queipo de Llano, el Gobernador Civil llamó por teléfono al General José Fernández de Villa-Abrille Calivara, Jefe de la 2º División Orgánica y, cómo tal, máximo mandatario del ejército en Andalucía. Fernández de Villa-Abrille informó a Varela Rendueles que Queipo de Llano estaba en Sevilla de paso hacía Huelva, para acudir a la entrega de una bandera al cuartel de carabineros de Isla Cristina. Esa era la coartada que sirvió a Queipo de Llano para justificar su presencia en Andalucía. Su cargo de Inspector General de Carabineros, cuerpo dedicado al control de costas y fronteras, le permitía viajar por el país sin levantar sospechas. A esta justificación se unía el marchamo de militar republicano que gozaba el jefe de los carabineros. Asimismo, el General Villa-Abrille tranquilizó a Varela Renduele reiterándole que en Andalucía la guarnición mantenía una absoluta fidelidad a la República.

La realidad era otra bien distinta a la pintada por el Jefe de la 2ª División Orgánica. En Sevilla parte del ejército, fundamentalmente oficiales, venía conspirando contra el Gobierno desde finales de febrero de 1936, poco después de la victoria del Frente Popular en las urnas. Al frente de los conspiradores sevillanos se hallaban el Comandante de Estado Mayor José Cuesta Monereo, considerado el cerebro del golpe en Sevilla, y el Comandante de Infantería Eduardo Álvarez-Rementería, director del cómite militar del partido Falange Española en Sevilla. Estos dos militares serían los principales soportes de Queipo de Llano en la planificación y desarrollo del golpe en Sevilla. Fueron los hombres de Queipo desde el momento en que éste fue designado por el General Emilio Mola, el "Director" de la conspiración a nivel nacional, como el General encargado de ponerse al frente de la sublevación en Andalucía. En definitiva, la realidad era que Queipo de Llano había llegado a Sevilla a las ocho de la mañana de ese 17 de julio con la orden de sublevarse en Sevilla en cuanto tuviera noticias del inicio de la rebelión en Marruecos.

El éxito del levantamiento militar en las plazas africanas tuvo una pronta reacción en el Gobierno republicano, el Presidente y Ministro de la Guerra Casares Quiroga dispuso que la Aviación y la Marina bombardearan las posiciones de las tropas rebeldes. Según recuerda el Gobernador Civil de Sevilla, en las tarde noche del 17 de julio recibió una segunda llamada desde Madrid, en esta ocasión su interlocutor era Casares Quiroga, comunicándole que de Madrid partían varios aviones con destino al Protectorado. Estos aparatos harían escala en la Base aérea de Tablada para abastecerse de bombas y cargar las proclamas que sobre la marcha debían imprimirse en Sevilla con el objeto de ser lanzadas sobre las tropas sublevadas. De la impresión se encargaría Varela Rendueles, siendo el propio Presidente del Gobierno quien le dictó el contenido del panfleto. En sus memorias transcribe a grosso modo el texto que le fue transmitido por Casares:

La alocución recriminaba a los sublevados el que, por vez primera en la historia, fuerzas de un Protectorado se alzaban en armas contra su propio Gobierno provocando la desconfianza y el descrédito ante sus protegidos. Se les requería para que depusieran su actitud conminándoles con que, de no someterse inmediatamente, la aviación procedería a bombardearlos. A las fuerzas leales se las alentaba a permanecer firmes en su lealtad y a hacer frente a los sublevados y, a éstos y a áquellas, se les hacía saber cómo en la Península la tranquilidad era completa, sin que se hubiera producido un solo foco de rebeldía.

Con el texto transcrito, a Varela Rendueles se le planteó el problema de dónde imprimir la proclama con la mayor rapidez posible, tarea dificultosa dado que era de noche y los aviones ya volaban desde la capital. Por una entrevista de Manuel Delicado, dirigente comunista sevillano, concedida al periodista Manuel Barrios, sabemos que el Gobernador Civil pidió ayuda a Manuel Delicado ante la negativa de las imprentas de los periódicos a los que acudió. Delicado cuenta que finalmente, tras una agria discusión consiguió convencer al director de El Liberal, diario de línea editorial republicana, para que se imprimieran los panfletos. Así, la proclama fue impresa como narra Varela "en el papel que a diario se empleaba para la impresión del periódico, sin otra preocupación en cuanto a su formato que la de tenerla impresa cuanto antes".

El contenido y la deficiente calidad de la impresión que presentan el documento conservado en este Archivo Histórico Provincial de Sevilla evidencian que nos encontramos ante la proclama que imprimió en Sevilla el Gobernador José María Varela Rendueles por mandato del Presidente del Gobierno de la República. Por si cupiera alguna duda sobre su identificación, nuestro documento contiene además otro elemento que reafirma esta adscripción, una anotación marginal que testimonia su origen. En el margen lateral izquierdo, escrito a máquina con tinta azul y roja, se lee: "PRUEBA COJIDA (sic.) A EL LIBERAL DE SEVILLA, MUESTRA DE SU ACTUACIÓN, CANALLESCA EN CONTRA DEL EJÉRCITO Y DE LA VERDADERA ESPAÑA. VIVA ESPAÑA".

Una vez impresas las proclamas, el gobernador dispuso su traslado a la Base de Tablada por agentes de policia que debía de responder de la entrega de los documentos a los aviadores mandados desde Madrid. No eran baladíes las precauciones tomadas por Varela Rendueles, dado que desde que los militares sevillanos implicados en la conspiración conocieron las intenciones del Gobierno, se dedicaron a sabotear la carga y el despegue de los aviones. En la sede la 2ª División Orgánica, sita en la Plaza de la Gavidia, los militares liderados por el Comandante Cuesta Monereo entorpecieron el traslado de las bombas desde el Parque de Artillería y, ante la inminente llegada de los aviones, ordenaron al Capitán Carlos Martínez Vara del Rey y al Teniente Francisco Medina Lafuente, ambos destinados en Aviación, que hicieran todo lo posible para que los aviones no despegaran de Tablada.

Cuando Vara del Rey y Medina Lafuente llegaron a Tablada ya habían aterrizado dos trimotores Fokker F-VII y un bimotor Douglas DC-2 de las Líneas Aéreas Postales Españolas militarizado para esta misión. Sobre la nueve y media del 18 de julio, ante el fallido intento de sabotaje mediante el robo del cebo de las bombas, el capitán Vara del Rey montó en su coche Morris con un mosquetón sustraído de una compañía se dirigió al hangar de bombarderos y disparó contra el Douglas DC-2 inutilizando sus motores y una rueda. Estos serían los primeros disparos relacionados con el golpe militar en la Península. Tras un tiroteo con los aviadores y con personal de la Base, Vara del Rey sería detenido y recluido en el Hospital Militar de la Macarena. Ya en plena Guerra Civil, su acción golpista le convertiría en un héroe del bando rebelde, siéndole concedida por estos hechos la Cruz Laureada de San Fernando, la más preciada condecoración militar española.

Finalmente, sobre las diez y media de la mañana del 18 de julio, los dos Fokker F-VII cargados con las bombas y con las proclamas despegaron con destino al Protectorado español de Marruecos. Más tarde, el Goberndor Varela Rendueles sería informado por el Jefe de la Base Aérea de Tablada de que los pilotos habían cumplido su misión de bombardeo de las tropas sublevadas: "Horas más tarde Tablada me informaba de que, tras haberse lanzado las proclamas y no alzar los rebeldes bandera blanca, los focos de la rebeldía habían sido bombardeados". En concreto, en Melilla bombardearon el campamento de la Legión, muriendo dos legionarios e hiriendo a otros siete. En Tetúan bombardearon el edificio de la Alta Comisaría, produciendo víctimas entre la población civil al alcanzar las bombas la mezquita y el barrio árabe.

Casi a la misma hora que los aviones cumplían su misión, un coche se detenía en la puerta del Hotel Simón de Sevilla, alojamiento donde permanecía escondido el General Queipo de Llano, para trasladarlo a la sede de la 2ª División Orgánica en la Plaza de la Gavidia donde se pondría al frente de la sublevación. El golpe militar había comenzado en Sevilla.

Bibliografía básica:

  • VARELA RENDUELES, José María: Rebelión en Sevilla : Memorias de su Gobernador rebelde. Sevilla : Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Sevilla, 1982

     

  • BARRIOS, Manuel: El último Virrey : Queipo de Llano. Barcelona: Editorial Argos Vergara, 1978

     

  • GIL HONDUVILLA, Joaquín: Militares y sublevación : Sevilla 1936. Sevilla: Muñoz Moya editores, 2011

     

  • GIL HONDUVILLA, Joaquín: Marruecos ¡17 a las 17!. Sevilla: Guadalturia, 2009

 

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