Archivos de Andalucía

Junta de AndalucíaLogo archivosEnlace al directorio institucional de la Cultura (en nueva ventana)

|

El documento del mes

                                           Anterior / Siguiente / Ver todos

Noviembre 2010

Las memorias testamentarias de un ilustrado sevillano: Don Francisco de Saavedra 

 firma Saavedra

 

Código de referencia: ES 41003 AHPSE 1.2.1. Protocolos Notariales, 8909
Título: Memorias testamentarias de don Francisco de Saavedra.
Fecha: 1797-1814
Nivel de descripción: unidad documental simple
Extensión y soporte de la unidad de descripción: Papel: 13 hojas tamaño folio prolongado.
Nombre del productor: Don Francisco de Saavedra
Reglas o convenciones: ISAD (G)
Nota del archivero: Jesús Barbero Rodríguez
 
Don Francisco de Saavedra (1746-1819), insigne sevillano, jugó un papel importante en la Historia de España, por cuanto fue Intendente de Caracas (1783-1788), Secretario de Hacienda (1797-1798), Primer Secretario de Estado (1798-1799), sustituyendo a Godoy, y presidente de la Junta Suprema de Sevilla (1808-1809) y miembro del primer Consejo de Regencia (1810), durante la Guerra de la Independencia. Una vez instalado definitivamente en Sevilla, ocupó cargos relevantes, como por ejemplo, las presidencias de la Compañía de Navegación del Guadalquivir, de la Academia de Medicina, y de la Sociedad Patriótica.
 
Entre 1797 y 1814, escribió de su puño y letra unas memorias testamentarias que tituló «Declaración que hago yo Don Francisco de Saavedra a que pido se dé entera fé y crédito como si fuere parte de mi testamento, y quiero sirva quando Dios disponga de mí para que se sepa claramente el importe, origen y paradero de mis intereses». En ellas anotaba no sólo los hechos más destacados y trascendentales de su vida en ese período, sino también la evolución de su caudal y patrimonio. Fueron escritas con el claro objetivo de dejar a salvo su honestidad y laboriosidad.
 
Constan estas memorias de doce breves declaraciones, que fueron escritas en Madrid (I-II declaraciones), Puerto de Santa María (III-IV, y VI), Écija (V), Sanlúcar de Barrameda (VII), y Sevilla (VIII-XII).
 
Saavedra relata numerosos episodios de su vida. De este modo, nos cuenta que nació en la capital hispalense el 4 de octubre de 1746, y que era hijo de José de Saavedra y Medina, y de doña María de Sangronis y Sicht. Prosigue narrando que su padre murió tres años más tarde, dejándole en herencia 7.000 pesos (cantidad que finalmente no recibió), y que empezó sus estudios en Sevilla, prosiguiéndolos en Granada. Si bien tenía intenciones de seguir la carrera eclesiástica, al final ingresó en el Ejército a los veintidós años.
Continúa recogiendo sus vivencias en América, donde, entre otras cosas, ejerció el cargo de Intendente de Caracas. Durante su estancia en el Nuevo Mundo escribió un detallado diario (iniciado en 1780 y concluido en 1783), que fue publicado hace unos años.
 
Muy interesantes son también las menciones que hace de su papel en la Corte de Carlos IV y durante la Guerra de la Independencia. Siempre se muestra humilde, llegando a declarar que aceptó el cargo de Secretario de Hacienda en 1797 «sin solicitarlo ni merecerlo».
 
Pieza fundamental en estas memorias testamentarias son, como no, las referencias a su patrimonio y capital. Saavedra se empeña en todo momento en demostrar que su fortuna procede de los sueldos de sus cargos, y de sus actividades mercantiles, y que no es fruto de la corrupción. Incluso llegó a afirmar que el desempeño de altos cargos de la administración le había hecho perder dinero. De esta forma, declaró que en los años que ocupó la Secretaría de Hacienda y la Primera Secretaría de Estado (1797-1799) «disfruté un sueldo considerable; pero el gasto que hube de hacer lo fue más; de consiguiente tube que subsanarlo de mi capital que padeció bastante disminución en este corto período».
 
En cualquier caso, las memorias testamentarias de Saavedra nos permiten hacer un seguimiento detallado de la evolución de su caudal desde sus primeros años hasta 1814.
En su testamento, fechado en marzo de 1817, don Francisco de Saavedra dejó estipulado que se protocolaran estas memorias con el fin de dejar claro la procedencia de su patrimonio, evitándose de esta forma posibles contratiempos y equivocaciones. Fueron sus hijas y albaceas doña Carlota y doña María de Saavedra las que entregaron a Manuel María de la Cuesta, escribano público de Sevilla, el manuscrito de su padre en febrero de 1830.
 
Las memorias testamentarias fueron publicadas por primera vez en 1908, en la obra de Manuel Gómez Imaz, y de nuevo en 1995 en la edición de Los Decenios del propio Saavedra.  
W3C XHTMLW3C WAIW3C CSS