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El documento del mes

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Montanes obra

Código de referencia: ES.41003.AHPS/1.1.2//Protocolos Notariales, 3577P, 968v-970r

Título: Contrato entre Juan Martínez Montañés y Pedro de Cuenca, mayordomo, en nombre de la Cofradía del Santísimo Sacramento del Sagrario, para la hechura de una imagen de un Niño Jesús

Fecha: 1606, agosto, 30. Sevilla

Nivel de descripción: unidad documental simple

Nombre del productor: Francisco Fernández de Villalobos, escribano público de Sevilla

Reglas o convenciones: ISAD (G), NEDA

« Asombro de los siglos presentes

y admiración de los por venir»

Fray Juan Guerrero, mediados del siglo XVII

Continuando con la figura de Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568-Sevilla, 1649), a cuya vida dedicamos el primer documento del mes del año, en febrero nos centramos en su producción artística, finalizando en marzo con su faceta como maestro.

Tras su etapa granadina como aprendiz en el taller del escultor Pablo de Rojas entre 1579 y 1585, se trasladaría a Sevilla, donde el primero de diciembre de 1588 se examinó ante los alcaldes veedores del arte del gremio de escultores y entalladores, Miguel Adán y Gaspar del Águila, para obtener el grado de maestro, que, de acuerdo con las ordenanzas gremiales, le facultaba para ejercer el “arte de escultor y entallador romano y arquitecto”.

Pronto comenzaría a desarrollar su intensa actividad profesional: fueron más de seis décadas marcadas por la colaboración artística en su taller, el gran reconocimiento e influencia de su estilo montañesino y la realización de numerosos encargos, especialmente para clientes del antiguo Reino de Sevilla (Huelva, Cádiz y Sevilla), Extremadura y América. De carácter esencialmente sacro, esculpió sus obras tanto en madera como en marfil y piedra. También construyó arquitecturas lignarias (sagrarios y retablos).

De entre las numerosas escrituras notariales localizadas por los investigadores y conservadas en este Archivo referidas al Dios de la Madera, destacaremos algunas de sus obras más respresentativas que podemos apreciar actualmente en nuestra ciudad, concretamente algunos contratos de obra.

En el verano de 1597 cuatro guanteros sevillanos, feligreses del Salvador, Lucas Chamorro, Gabriel Ramírez, Diego de Rivera y Luis Gómez, encargaron al maestro la realización de la imagen titular de su gremio, San Cristóbal con el niño Jesús al hombro, actualmente al culto en la Iglesia del Salvador, que procesionaba en la festividad de su advocación, el 10 de julio, y en la del Corpus Christi.

Cristóbal significa “portador de Cristo” y en la Edad Media se le advocaba como sanador de la enfermedad del panadizo o inflamación de los dedos de la mano, de ahí que el gremio de los guanteros le nombraran su abogado.

De talla completa y en madera policromada, esta imagen destaca por su monumentalidad y gran tamaño -2,47 metros de alto- para que fuese visible a la entrada del templo. Con un estilo aún en formación e influenciado por el imaginero Andrés de Ocampo (ca.1555-1623), presenta un gran naturalismo, así como rasgos clásicos y del manierismo italiano de la segunda mitad del siglo XVI. El niño se representa apoyado en el hombro izquierdo del santo, portando en su mano derecha una palmera florecida. En las condiciones del contrato se especificaba el uso de madera de pino de la localidad jiennense de Segura y el ahuecamiento de la imagen para aligerar su peso, dada su finalidad procesional: “Y la dicha ymagen del santo a de yr aocada para que sea más ligera y de mejor obra.”

En la primavera de 1603 el arcediano de Carmona y canónigo de la Catedral de Sevilla, Mateo Vázquez de Leca, le encargaría para su oratorio personal la realización de un crucificado, conocido como el Cristo de la Clemencia o Cristo de los cálices, actualmente en la Sacristía de los cálices de la Catedral de Sevilla. Considerado como el modelo de los crucificados barrocos sevillanos, es de madera de cedro y mide 190 centímetros sin contar la cruz. Las encarnaciones fueron policromadas en mate por el pintor Francisco Pacheco (1564-1644) para producir mayor efecto naturalista. En el contrato el canónigo impuso el modelo iconográfico de crucificado de cuatro clavos o modelo manierista de Miguel Ángel, según las recomendaciones de Santa Brígida (siglo XIV) y Francisco Pacheco, frente al más extendido de tres clavos:

“Item es condición que el dicho Cristo a de estar enclavado en la cruz arriba dicha con dos clavos en los pies y uno en cada mano, que por todo an de ser quatro clavos”. También se pretendía acercar el fiel a Dios e invitarle a la oración: “… el dicho Christo crucificado a de estar bibo, antes de auer expirado, con la cabeça inclinada sobre el lado derecho, murando a qualquiera perssona que estuviere orando a el pie de él…”

El crucificado permaneció en el oratorio del canónigo hasta que en septiembre de 1614 lo donara al Monasterio de Santa María de las Cuevas, donde permaneció hasta su actual ubicación en la Catedral hispalense, exceptuando un breve periodo que fue conservado en los Reales Alcázares durante la Desamortización de Medizábal.

El 30 de agosto de 1606 los dos alcaldes y el mayordomo de la cofradía del Santímismo Sacramento de la capilla del Sagrario de la Catedral de Sevilla; el jurado Pedro López Verastegui, el capitán Alonso de Cuenca y Pedro de Ocaña contrataron con el maestro la talla de una imagen del Niño Jesús, conocido como el Niño Jesús del Sagrario, obra clave del Barroco sevillano y modelo iconográfico más representativo de la devoción al Niño Jesús que tuvo gran difusión en Andalucía tras el Concilio de Trento (1545-1563).

En madera de cedro de la Habana, según el contrato debía medir una vara -unos 80 cm.-, reposar de pie sobre un cojín con peana o urneta y portar una cruz de ébano. La ejecución de la obra se estipuló en cuatro meses por mil trescientos reales. El escultor cumplió el plazo, recibiendo el 22 de septiembre un pago de cuatroscientos treinta reales y en enero del siguiente año el finiquito. El pintor Gaspar de Ragis, habitual colaborador suyo, policromó la imagen.

De concepción naturalista y actitud comunicativa, destaca el característico pelo ensortijado y flequillo montañesino. La mano izquierda fue restaurada por el pintor Pablo Legot en 1629, que la sustituyó por una de plomo policromada. La escultura fue concebida para ser vestida, habida cuenta de su función de procesionar el día del Corpus Crhristi. Porta en su mano izquierda un estandarte o cáliz con la Sagrada Forma.

Finalmente comentaremos un ejemplo muy representativo de su obra retablística. Se trata del conocido retablo mayor de la Iglesia del Monasterio de San Isidoro del Campo. El 16 de noviembre de 1609 Martínez Montañés se comprometía a su realización. Su promotor fue el padre fray Juan Bautista, perteneciente a la orden de los Jerónimos que por entonces regentaba el edificio. Pese al compromiso de duración de dieciocho meses, la obra no finalizó hasta 1613, contando con la colaboración algunos de sus discípulos. Su precio fue tasado en tres mil quinientos ducados. Arquitectónicamente se compone de banco, dos cuerpos y ático con un relieve de la Asunción. Las entrecalles estás ocupadas con registros rectangulares en los que pueden observarse relieves alusivos a la vida de Cristo, como la Natividad y la Epifanía.

En este conjunto arquitectónico manierista descansan los restos mortales de sus patronos fundadores: Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno (1256-1309), fundador de la casa de Medina Sidonia y su esposa, María Alonso Coronel (1267-1330), cuyas esculturas aparecen enfrentadas a ambos lados del Altar Mayor con actitud orante. En la hornacina central del mismo se sitúa la escultura de San Jerónimo penitente, obra capital de la escultura barroca sevillana, para cuya realización el maestro se basó en el realizado en barro por Pietro Torrigiano (1472-1528). Mide unos 160 centímetros y fue concebida para procesionar a andas.

Bibliografía consultada:

 

  • Hernández Díaz, José: Juan Martínez Montañés, el lisipo andaluz (1568-1649). Diputación Provincial de Sevilla, 1992.

  • VV.AA.: El San Cristóbal de Martínez Montañés: una obra documentada en el archivo Histórico Provincial de Sevilla. Sevilla: Consejería de Cultura, 2008.

  • Romero Torres, José Luis. “El escultor Juan Martínez Montañés” en Proyecto Andalucía. Artistas andaluces y artífices del arte andaluz. Escultores (I). Sevilla: Publicaciones Comunitarias, 2011, pp. 199-235.

  • Cartaya Baños, Juan: El dios de la madera: Juan Martínez Montañés (1568-1649). Jaén: Instituto de estudios Giennenses, Diputación Provincial, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), 2018.

  • López Martínez, Celestino: Retablos y esculturas de traza sevillana. Sevilla: Rodríguez, Giménez y Cª., 1928.

  • López Martínez, Celestino: Arquitectos, escultores y pintores vecinos de Sevilla. Colección Notas para la Historia del Arte. Sevilla: Rodríguez, Giménez y Cª., 1928.

  • Palomero Páramo, Jesús M.: Definición, cronología y tipología del retablo sevillano del Renacimiento. IMAFRONTE números 3-4-5.1987-88-89 . Páginas 51-84.

 

 

 

 

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