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10 de mayo: Aniversario de la muerte de Julio Romero de Torres

 

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Índice

Mayo 2020 II

 El Archivo Fotográfico Romero de Torres

 

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Los protagonistas de este legado fotografiados por Eleuterio Almenara en el patio del museo, en torno a 1887

 

Este archivo nace en el seno de una saga de intelectuales y artistas amantes del patrimonio, encabezada por Rafael Romero Barros y continuada por la mayoría de sus hijos y nietos. El patriarca llegó a Córdoba en 1862 como conservador del hoy Museo de Bellas Artes y se instaló en la vivienda aneja donde la familia creció y se desarrolló en contacto permanente con el mundo del arte pues el recinto acogía también la Escuela de Bellas Artes, el Conservatorio o la Real Academia entre otras. El apellido se vincula a Julio pero no podemos olvidar a sus hermanos Rafael destacado pintor prematuramente desaparecido, y Enrique que heredó de su padre la dirección del museo y los desvelos por proteger el patrimonio. La relevancia que tuvo esta familia para la ciudad hizo que sus bienes fueran adquiridos por la Junta de Andalucía en 1988, al fallecimiento de María, hija de Julio y última descendiente de la saga.

A lo largo de su existencia generaron un archivo textual y fotográfico, un conjunto de imágenes que ilustran su vida privada y profesional. Por razones de conservación y de gestión documental está depositado en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba. A partir de 2006 el archivo fotográfico se sometió a un proceso de identificación, organización y descripción, así como de instalación usando materiales específicos de conservación, y en 2019 se digitalizó en su totalidad.

Su arco cronológico abarca más de 150 años y lo integran cerca de 3000 ejemplares. Los más antiguos proceden de la familia Montis cuyo último descendiente Ricardo, legó sus pertenencias a los Romero de Torres. Una serie de retratos datados entre 1860-1880, nos devuelven el aspecto de la burguesía urbana del s. xix. Algoposteriores son los procedentes de la Compañía de Laurent, especializada en reproducciones de obras de arte, adquiridos probablemente por Rafael Romero Barros para el Museo o para la Escuela de Bellas Artes, cuyos ejemplares más antiguos son de alrededor de 1860. Pero el grueso del conjunto fue producido en el s. xx llegando hasta los años 70. Es entonces cuando se datan las láminas adquiridas en varias ciudades europeas, los reportajes sobre acontecimientos familiares o institucionales o las fotografías como recuerdo de amigos y artistas. El sepia se torna blanco y negro y a pesar del paso del tiempo, son escasos los ejemplares en color.

Varias son las áreas temáticas en que puede agruparse el archivo. Las fotografías familiares nos presentan a sus miembros; nos muestran momentos de su vida cotidiana y ocasiones solemnes, su casa, sus aficiones, sus ropas y peinados, el paso del tiempo....

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La familia de vacaciones en la playa a principios del pasado siglo. Fotografía de factura propia

 

Fotografías de amigos y personalidades que ilustran las relaciones sociales y de amistad con afectuosas dedicatorias. Vicente Blasco Ibáñez, Benito Pérez Galdós, Manuel Reina o Ricardo Velázquez Bosco, están presentes en este apartado.

Fotografías de arte. Dada la actividad profesional de la estirpe, abundan las láminas con reproducciones de obras artísticas, de pintura, escultura, así como de patrimonio arquitectónico. También acostumbraban a fotografiar los cuadros que pintaban antes de deshacerse de ellos especialmente Julio, lo que permite tener la imagen de muchos de sus trabajos, algunos poco conocidos.

Las actividades profesionales de Enrique, quedaron documentadas por numerosas instantáneas. Algunas proceden de su actividad en la Junta de Cultura Histórica y Tesoro Artístico, creada en un intento de salvar el patrimonio durante la Guerra Civil y testimonian los daños producidos en muchos de nuestros pueblos. Otras derivan de la elaboración de los catálogos monumentales y artísticos de las provincias de Cádiz y Jaén encargados a Enrique en 1907 y 1913, con reportajes de yacimientos arqueológicos, piezas artísticas o iglesias de ambas provincias. Enrique hizo el trabajo de campo ayudándose de su cámara fotográfica y también utilizando tomas realizadas por otros.

Por su parte Julio usaba la fotografía como instrumento de trabajo, retratando a sus modelos para copiar las figuras. Es el caso de una Pastora Imperio que mira a la cámara con la mano en el hombro tal como aparece en La Consagración de la Copla.

Fotografías de artistas. La colección nace de la afición de solicitar fotografías dedicadas a artistas destacadas o a otras más modestas, en una cronología que abarca más de 60 años. Encontramos a damas del cuplé, como La Chelito o La Fornarina, junto a actrices reputadas como Musidora, Aurora Redondo, Margarita Xirgú..., y a bailarinas y bailaoras como Custodia Romero o La Argentina. Cuentan con dedicatorias, esteriotipadas en su mayoría, pero llenas de gracejo y picardía otras, expresadas en varios idiomas. Muchas otras, cuya vida profesional no fue tan exitosa, dejaron su imagen y su firma en esta colección.

Uno de los valores del conjunto es la presencia de multitud de autores tanto locales como nacionales y extranjeros. Algunos muy destacados, otros pequeños profesionales. Entre los que ejercieron en Córdoba citaremos a García Córdoba que inmortaliza al bandido Pacheco en 1865, o Eleuterio Almenara que retrata a la saga en el patio del museo sobre 1887. Destacan también José Osés, José Nogales, Antonio Palomares y Tomás Molina.

 

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Retrato del curso 1894-1895 de la Escuela de Bellas Artes por Nogales

 

Entrado el siglo XX, profesionales como Montilla, González  o Santos recogen momentos y lugares en reportajes como la inauguración del busto de Romero Barros (1926) y el entierro de su hijo Julio (1930). Otros como Serrano o Tejada, completan el panorama de la fotografía cordobesa tomando el pulso a los acontecimientos del pasado siglo.

La actividad profesional de la familia, los convirtió en usuarios de casas especializadas en la reproducción patrimonial, como el mencionado Jean Laurent, la Fotografía de Arte Moreno que documentó las obras de los museos españoles entre ellos el de Romero de Torres, o el Arxiu Más a quien Enrique para plasmar las piezas de la colección arqueológica familiar. Misma actividad siguió el Instituto Amatller de Arte Hispánico.

 

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Un joven Enrique captado por la cámara de Peiró en torno a 1900

                                                                                             

El elenco nacional de profesionales se completa con trabajos de Calvache, Walken autor del famoso posado de Concha Piquer con guitarra y manzana en 1927, el danés Cristian Franzen (1863-1923), Kaulak (1862-1934), cuyo estudio disfrutó de gran éxito en la década de los 20 como atestiguan sus retratos de Estrellita Castro...  También  “Vandel”, Manuel Compañy, o Alfonso (1880-1953), que capta al pintor pintando a Juan Belmonte, forman parte de este maravilloso muestrario. Lejos de la notoriedad de estos profesionales, hay un nutrido grupo de imágenes tomadas por minuteros y ambulantes que recorrían ferias y mercados, o por pequeños estudios de barrios populares.

Las de factura extranjera provienen, en su mayor parte, de los viajes que los hermanos realizaron en su juventud; a su paso por Italia adquirieron vistas de Florencia o Roma, lo mismo que en Grecia, Turquía o los Países Bajos. Otras proceden de famosas, que se retrataron en estudios de Berlín, como la bailarina Amarantina que posa para Ernst Schneider en torno a 1925. Hay ejemplares de estudios parisinos como el de Paul Berger o Reutlinger por los que pasó Anita Delgado, princesa de Kaphurtala, P. Apers  o Albert Wyndham. La prestigiosa británica Lalie Charles, el portugués pionero de la fotografía en el país vecino Gomes da Silva o los milaneses Varischi & Antico son otros ejemplos. Fuera de la vieja Europa contamos con trabajos de los estudios neoyorkinos de  Jean de Strelecki, que firma un retrato de la bailarina Tórtola Valencia en 1917, y de Irving Chidnoff, que durante 30 años captaría la imagen de las celebrities. No faltan tampoco autores de México, Chile o Argentina.

Soportes y formatos. Los  procedimientos utilizados son diversos. Abundan los positivos en papel albuminado, los aristotipos y los positivos al gelatino bromuro de plata. También constatamos la existencia de tres pequeños ferrotipos de tipo sello o estampilla; las numerosas placas de cristal, algunas estereoscópicas, negativos de las instantáneas domésticas, están depositadas en la Filmoteca de Andalucía por motivos de conservación.

Muchas están montadas sobre cartones con los datos del fotógrafo, en ocasiones con hermosos motivos dorados de estilo decimonónico, otros con sellos secos. La variedad de ellos serviría para repasar la historia y la evolución de la publicidad del sector a  través de dibujos y tipografías. El tamaño era elegido por el cliente en función de su gusto y poder adquisitivo. Miñón, carta de visita, cabinet, imperial, como los retratos de la madre Rosario o la hermana pequeña Angelita… De ellos, los de la familia Montis, están instalados en un hermoso álbum con tapas de cuero repujado y remaches metálicos, muy de moda en la época.

En ocasiones están retocadas con carboncillo, en especial las de gran formato que eran enmarcadas y expuestas. También las destinadas a su publicación eran sombreadas para conseguir mejor el efecto de luces y sombras. Con vistas a la comercialización se utilizó el retoque  a color donde se colorearon mejillas y se pintaron labios y los estudios llegaron a aplicar adornos dorados, piezas brillantes o lentejuelas.

 

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Retrato de formato imperial de Rosario de Torres Delgado, retocado a carboncillo

 

El estado de conservación es bueno en general, exceptuando aquellas que fueron expuestas pues presentan orificios con oxidaciones por efecto de las puntillas que las fijaron a una pared con problemas de humedad. Otros muestran desperfectos y desgarros por causas mecánicas o amarilleamiento y espejeo a causa del bromuro de plata. En espera de una restauración física, la digitalización del material permite el acceso evitando la manipulación de originales y facilitando el estudio al detalle por la posibilidad de ampliar la imagen en pantalla.

Este archivo fotográfico posee gran valor como fuente iconográfica  no solo para el estudio de la propia familia, también para ilustrar aspectos patrimoniales tanto locales como de otros pueblos y ciudades, o conocer la apariencia de muchos de artistas y personalidades de finales del xix y primer tercio del siglo xx, así como la manera de relacionarse a través de la fotografía. Al contarse también con el archivo textual, cualquier investigación o acercamiento a un conjunto se complementa con el otro, siendo un ejemplo valioso y poco habitual de archivo familiar de carácter burgués . El conjunto está disponible para los investigadores y recibe constante demanda de consulta por el interés de su contenido y la variedad de temas que ilustra.

 

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