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UN DOCUMENTO HALLADO EN EL ARCHIVO. CESARE ARBASIA, UN PINTOR ITALIANO PARA EL SAGRARIO DE LA CATEDRAL DE CÓRDOBA

 

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Abril 2021

UN DOCUMENTO HALLADO EN EL ARCHIVO

CESARE ARBASIA, UN PINTOR ITALIANO PARA EL SAGRARIO DE LA CATEDRAL DE CÓRDOBA

 

AHPCO_12390P_0001r
 

 

 

Carta de pago otorgada por César Arbasia, a favor del licenciado Juan Pérez de Sevilla,28/09/1583
AHPCO 12390P, s/f
Archivo Histórico Provincial de Córdoba
C/ Pompeyos, 6 14003 CÓRDOBA.
Telf: +34 957 106 083
e-mail: informacion.ahp.co.ccul@juntadeandalucia.es

 

La capilla del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, fue habilitada para tal uso entre los años 1571 y 1580, en el lugar que ocupaba la biblioteca capitular en el ángulo sureste de la Mezquita (antigua capilla de Santiago), con la finalidad de sustituir al antiguo Sagrario ubicado junto a la capilla de San Pedro (mihrab) que hasta la fecha ejercía esa función. Las obras de remodelación de la nueva capilla del Sagrario realizadas por Hernán Ruiz III consistieron fundamentalmente en la construcción de la habitación destinada al tabernáculo, el altar principal y la portada, ya que la bóveda había sido construida a principios de siglo por Hernán Ruiz I, para el traslado de la biblioteca al mismo recinto.

 

Si bien existe un contrato de 1571 con el pintor Luis de Valdivieso para las pinturas de los arcos y bóvedas, del que no se tiene constancia clara de su ejecución, y en 1578 Alonso de Ribera se comprometió a pintar y dorar el nuevo tabernáculo labrado por Guillermo de Orta, la decoración pictórica de la capilla fue encargada a un joven pintor italiano, Cesare Arbasia1 vinculado a la ciudad de Córdoba por su amistad con Pablo de Céspedes, racionero de la Catedral, con quien había compartido vivienda, taller y trabajos en la estancia de este último en Roma entre los años 1570 y 1576, y quien sin duda alguna aconsejó al obispo Antonio de Pazos y Figueroa su elección e influyó en su designación.

 

Cesare Arbasia nace en Saluzzo, Piamonte, en el año 1547 y se forma con Federico Zuccaro. Durante su periodo de actividad pictórica, residió y trabajó en lugares tan dispersos como Saluzzo, Roma, Florencia, Málaga, Córdoba o Turín, destacando en la pintura decorativa mural. Participa en la fundación en Roma de la Academia de San Lucas (1593) y pintor de cámara de Manuel I el Grande, de la casa de Saboya, sin duda fue un “humanista que supo estar presente y participar de cuantos acontecimientos y preocupaciones intelectuales informaron el panorama artístico italiano y español de la segunda mitad del siglo XVI"2, pese a lo cual es relativamente poco conocido para el público en general. La movilidad a lo largo de su carrera, sin duda alguna ha influido negativamente en la localización de las fuentes primarias relacionadas con su producción.

 

En su periodo en España, entre los años 1580 y 1582 trabajó en la Catedral de Málaga (regresando entre 1586 y 1589). Tras un breve retorno a Italia en 1582, vuelve de nuevo a nuestro país en 1583 con el encargo de la ornamentación de la capilla del Sagrario nuevo de la Catedral, cuyas obras estaban recién finalizadas desde el punto de vista arquitectónico, encargo del cual quedó constancia en la documentación notarial de nuestra ciudad. La exhaustiva labor de investigación realizada sobre dicha documentación en la primera mitad del s. XX por José de la Torre y del Cerro, cuyo legado fue donado a este Archivo por su familia, hizo posible conocer los documentos relacionados con la presencia de Arbasia en nuestra ciudad. De la Torre recogió en sus fichas y material de investigación, y así fue publicado en su Registro documental de pintores cordobeses3 tres documentos relacionados con Arbasia y la decoración de la capilla del Sagrario fechados en 1583, 1585 y 1586 y recogidos en protocolos notariales de los oficios 22 y 4, que nos ofrecen una perfecta cronología del desarrollo del trabajo de ornamentación de dicha capilla; además de un cuarto documento, también de 15854 correspondiente a un contrato de arrendamiento realizado por el pintor. De igual modo también recogió otra serie de documentos relacionados con las obras y ornamentación de dicha capilla, si bien no relacionados con nuestro pintor.

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Sin embargo, los trabajos de investigación realizados en las últimas décadas acerca de la capilla del Sagrario, reflejan que ya a finales de los años 80 y principios de los 90 del pasado siglo, antes del traslado de la documentación notarial desde el Archivo de Protocolos Notariales a este Archivo Histórico Provincial, los documentos relacionados con la capilla del Sagrario fueron sustraídos5 apreciándose en los distintos tomos el corte de los folios en los que estaban insertos, y por consiguiente dados por perdidos, quedando únicamente las referencias del archivero José de la Torre y las anteriores de Ramírez de Arellano, como testimonio de su contenido. Los documentos citados de los años 1585 y 1586 estaban perfectamente identificados6 (legajo y folio) y eran por tanto fácilmente localizables, mientras que el documento de 15837, que aquí presentamos, pertenecía a un tomo que estaba sin foliar y parcialmente desordenado en su registro cronológico, lo que sin duda alguna dificultó su localización tanto por la persona que sustrajo los otros documentos, como por los investigadores que intentaron sin éxito su consulta, dándolo también por perdido, lo que ha permitido que en el momento actual, con un exhaustivo trabajo de revisión de dicho legajo, haya podido ser localizado.

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Detalle de folios cortados en protocolo notarial de 1585.

 

Esta “desaparición” de documentos, a pesar de tratarse de un hecho afortunadamente aislado, no es totalmente excepcional, ya que los archivos sufren este tipo de incidencias, que contribuyen a la destrucción y desaparición de nuestro patrimonio documental, con más frecuencia de la deseada. La aparición en algunas ocasiones en colecciones privadas de “documentos sueltos”, no siempre permite la reintegración de los mismos a su fondo original, ya que a veces no se dispone de los datos suficientes en el documento para ello.

 

El primero de los documentos, único que se conserva y hoy rescatamos, se trata de una carta de pago otorgada por Cesar Arbasia a favor del licenciado Juan Pérez de Sevilla, receptor y mayordomo de la obra y fábrica de la Santa Iglesia Catedral, fechada el 28 de septiembre de 1583, por la que se le adelantaban al pintor cien ducados (37400 maravedís) a cuenta de las pinturas que había de hacer en el Sagrario nuevo por mandato del obispo (Antonio Mauricio de Pazos), y confirma que los recibió en reales de plata en presencia del escribano y testigos, el platero Alonso de Sevilla, y los también escribanos Juan Daza y Alonso de Herrera.

 

La obra debió comenzar de manera inmediata ya que las referencias que tenemos gracias a Ambrosio de Morales en su Crónica General de España, confirman que para primeros de agosto de 1584, ya estaba realizado gran parte del discurso pictórico de la capilla (mártires en las paredes y cartelas con sus vidas en los zócalos, así como el fresco de la Santa Cena en la pared del altar mayor).

 

El segundo documento (desaparecido), de 2 de agosto de 1585 se trataba de una escritura de concierto otorgada por los mismos Juan Pérez de Sevilla y César Arbasia, para acabar la pintura y dorado de las paredes, cimborrio, arcos, columnas y pilares de la capilla del Sagrario nuevo y el cuadro del altar que faltaba, en el que debía ir la historia de Jesús en la despedida de su madre, por un importe total de 3200 ducados y 50 fanegas de trigo. Se deduce por tanto que el otro cuadro del altar, la Oración en el Huerto, ya estaba realizado, probablemente entre 1584 y 1585.

 

El tercero, también desaparecido, de 19 de marzo de 1586, es de nuevo una escritura de concierto entre los mismos otorgantes, por la que Arbasia, tomó como encargo realizar al fresco la bóveda, paredes y arcos que están delante de la capilla del Sagrario nuevo, así como dorar y pintar las tres rejas, las puertas y el barandal del comulgatorio, por un precio de 900 ducados. En esta escritura, según las notas de José de la Torre, también se detallaban las condiciones de la obra, de la cual hoy en día no se conserva nada en la Catedral. Para otorgar más luminosidad a la capilla, el obispo Pazos encargó a Juan de Ochoa en 1585 un lucernario sobre los tres intercolumnios que anteceden a la capilla8, zona que corresponde a este nuevo encargo a Arbasia un año después. Es lógico pensar que si se concierta en marzo de 1586 la decoración de este espacio, el compromiso del año anterior había concluido. En cuanto a éste, se sabe por las cuentas de fábrica del Archivo de la Catedral que había finalizado en junio del mismo año 1586.

 

Arquitectónicamente la capilla se compone de tres naves de cuatro tramos, cubiertas por bóveda de crucería gótica, si bien mantiene gran parte de la estructura de la época de Almazor, como los arcos dobles (de herradura el inferior y medio punto el superior) y las columnas.

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 ©José Luiz Bernardes Ribeiro. CC BY-SA 3.0

La ornamentación de la capilla está casi totalmente realizada al fresco, con las directrices del obispo Pazos, que quería difundir el culto a los mártires cordobeses (especialmente tras la aparición en la parroquia de San Pedro de restos romanos identificados con mártires9), y bajo programa iconográfico de Ambrosio de Morales según la nota reseñada anteriormente, posiblemente con la ayuda también de Pablo de Céspedes. El discurso pictórico puede tener diversas interpretaciones, según B. Menor, Arbasia probablemente como hombre de su tiempo fuera un humanista activo, con una rica cultura y formación en muchas áreas, también religiosa, que “…concibe el recinto no como una capilla decorada en sus diversos paramentos, sino como un todo. Esos paramentos, bóvedas y arcos son partes entrelazadas para expresar el mismo y único objetivo: el cielo que Dios ofrece a sus hijos”10; según J.A. Sánchez “… el concepto de la capilla deviene en torno a la exaltación mesiánica de Jesucristo, el triunfo de la Eucaristía y la victoria del bien sobre el mal gracias a la revalidación del sacrificio redentor mediante la sangre derramada por los mártires”11; según F. Moreno “el programa visual de los frescos pintados por Cesar Arbasia representa el banquete eucarístico que se ofrece a todos los fieles, quienes tienen como ejemplo a los mártires de la iglesia diocesana que se ofrecieron como víctimas”12.

Las pinturas cubren la totalidad de la superficie de la capilla, desde los muros a las columnas, arcos, bóveda y están conformadas en sus elementos fundamentales por el fresco de la Santa Cena en la pared del altar mayor, con los profetas David e Isaías a los lados, los lienzos Jesús se despide de la Virgen y Oración en el huerto, en los altares de la pared sur, y la serie de mártires cordobeses, en grupos de tres con las correspondientes inscripciones que describen su historia y martirio bajo ellos, al fresco en las otras tres paredes. Se completa con decoraciones paisajísticas en los lunetos, grutescos, símbolos de la pasión y ángeles en los intradoses de los arcos, repitiéndose estos últimos en la bóveda con fondo de cielo.

 

En definitiva, nos consideramos afortunados por el “hallazgo” de este documento, que si bien realmente nunca estuvo desaparecido, se le daba por perdido desde hace bastante tiempo, como por desgracia sí ocurrió con los demás relativos a esta magnífica capilla, una de las obras de arte más importantes del último tercio del siglo XVI en Córdoba.

 

 BIBLIOGRAFÍA

 

CONTI, G. (1991): “Las pinturas del Sagrario de la Catedral de Córdoba”, en ARANDA DONCEL, J. (coord.): Homenaje a Dionisio Ortiz Juárez. Córdoba, Diputación Provincial. Pp. 45-57.

MENOR BORREGO, B. (2000): “Poesía y teología en las pinturas de César Arbasia en la capilla del Sagrario de Córdoba”, en Boletín de la Real Academia de Córdoba, año LXXVIII, n. 139. Córdoba: Real Academia de Córdoba, de Bellas Ciencias y Nobles Artes. Pp. 141-149.

MORENO CUADRO, F. (2018): “El tabernáculo de Guillermo de Orta para la capilla del Sagrario de la Catedral de Córdoba”, en Anuario de Historia de la Iglesia, nº 27. Pp. 325-349.

NIETO CUMPLIDO, M. (1998): La Catedral de Córdoba. Córdoba: Cajasur.

RAMÍREZ DE ARELLANO, R. (1982): Inventario monumental y artístico de la provincia de Córdoba, ed. Con notas de J. Valverde Madrid. Córdoba: Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Pp. 72-73.

SÁNCHEZ CANTÓN, F.J. (1937): “El obispo Pazos, el cronista Morales y el pintor César Arbasia”, en Archivo Español de Arte y Arqueología, n. 37, enero-abril. Pp. 73-74.

SÁNCHEZ LÓPEZ, J.A. (2003): “Cesare Arbasia, un pintor italiano para los círculos humanistas hispanos del siglo XVI”, en I Coloquio Internacional “Los extranjeros en la España moderna”. T. II. Málaga: Universidad. Pp. 699-710.

TORRE Y DEL CERRO, J. de la (1988): Registro documental de pintores cordobeses. Ordenación e índices: Dionisio Ortiz Juárez y María José Rodríguez López. Córdoba: Diputación Provincial.

 

 NOTAS

1 “Venido el obispo don Antonio de Pazos mando dar priesa en acabar ricamente el Sagrario y por un pintor piamontés llamado César Arbasia se doraron y pintaron las bóvedas con un cielo de ángeles y las paredes con los Santos Mártires de Córdoba, dando yo los sujetos para pintura y escritura...” Ambrosio de Morales, BNE, ms 5785, f. 125.

2 SÁNCHEZ LÓPEZ, J.A. (2003), p. 699.

3 TORRE Y DEL CERRO, J. de la (1988). Pp. 201-205.

4 AHPCO 12394P, f. 477v.

5 CONTI, G. (1991), “...todos los documentos que se refieren a las obras en el Sagrario han desaparecido del Archivo [de Protocolos]”, p. 45, nota a pie nº 1.

6 AHPCO 16170P f. 1078-1081 (1585), AHPCO 16171P, f. 356-357 (1586).

7 AHPCO 12390P, s.f. (1583).

8 NIETO, M. (1998), p. 385.

9 CONTI, G. (1991), p. 51.

10 MENOR BORREGO, B. (2000), p. 144.

11 SÁNCHEZ LÓPEZ, J.A. (2003), p. 705.

12 MORENO CUADRO, F. (2018), p. 341.

 

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