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El documento del mes

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Mayo 2021

Pirate_Flag_of_Jack_Rackham

MARCHANDO UNA DE PIRATAS

Izad nuestra bandera, negra cual es la tumba,

cual la muerte que siembra cuando surca las olas;

Elms, The Pirate’s Own Book

 

La piratería es un fenómeno global que se remonta tan atrás como la historia de la propia navegación y se da en los mares y océanos de todo el mundo, en la medida en que las grandes civilizaciones se han ido expandiendo a través de ellos. Es un fenómeno que ha tenido sus grandes periodos de alza y decadencia, llegando incluso a caer prácticamente en el olvido durante algunas épocas. Desgraciadamente hoy día sigue existiendo.

La piratería atlántica de la Edad Moderna no es más que la evolución de la piratería que venía dándose ya a lo largo de toda la Historia. Ninguno de los métodos o las formas de piratería de la modernidad eran nuevos, y sin embargo, son los piratas Edward Teach «Barbanegra», Jack Rackam, Henry Morgan o Black Bart los que más se conocen hoy en día. Antes del descubrimiento de América, la piratería había sido una actividad económica normal y cotidiana, pero bastante minoritaria y fundamentalmente de subsistencia. A partir del siglo XVI, el esplendor de la sociedad española y el gran tesoro que periódicamente se transportaba desde América dispararon la actividad pirática notablemente, viéndose amenazados no solo los mercaderes sino que los barcos de pasajeros también tendrían encuentros cercanos con estos individuos. El siglo XIX está considerado como el siglo del ocaso de la piratería de la Edad Moderna, quedando alguna actividad en la zona de las Islas Canarias y, como vamos a ver, en la zona del Canal de la Mancha.

El contacto más habitual con la piratería, añadido a la figura idealizada del pirata que algunos literatos plasmaron en el XIX y el XX en sus novelas y crónicas históricas, explican el hecho de que hoy en día, la figura del pirata moderno sea tan popular y conocida.

El rastro documental que el fenómeno de la piratería ha dejado en los Archivos es bastante amplio, con reflejo de las actuaciones tomadas por la Administración para enfrentarse a este problema, y poder gobernar en paz el inmenso territorio de la Corona, no solo en la península sino en América y el Pacífico. Pero también queda constancia documental de la piratería en los asuntos privados, y en los procesos judiciales, por las consecuencias que deja en la vida de las personas, en los negocios y en los bienes.

Se han seleccionado para esta ocasión, de los documentos que conservamos en este Archivo Histórico Provincial de Sevilla, los localizados dentro de un expediente judicial de reclamación de cantidad, el incluido en un abintestato y la escritura ante notario de una protesta de mar con motivo de un asalto a una embarcación. Comenzamos.

Sin título

Título: Francisco Javier Rodríguez de Carazas, vecino y del comercio de Sevilla contra Cornelio Breis, maestre del navío holandés nombrado Catarina María, sobre no haber entregado los tres cajones de mercaderías de su flete.

Fechas: 6 de marzo de 1765 / 9 de marzo de 1766. Sevilla

Nivel de descripción: Unidad documental compuesta

Volumen y soporte: 1 expediente, 21 folios. Papel.

Signatura: ES.41193/1.1.2.1.2.1.9// Escribanía de Marina, 31165/34

El 19 de enero de 1765 la viuda de Pedro Van Veen e Hijo acuerda con el maestre Cornelio Breit llevar desde la ciudad de Ámsterdam a la de Sevilla tres cajones con mercaderías en su navío nombrado “Catharina María”. Debían ser entregados a su llegada al puerto de Sevilla al mercader Francisco Javier Rodríguez de Caraza.

Esto no sucedió y el 6 de marzo de 1765 el mercader presenta un pedimento ante el Juzgado de Marina para que se averigüe lo sucedido. Gracias a esto conocemos la descripción de un ataque de piratas que sufrieron la nave y la tripulación del Catherina María, a través de las palabras recogidas por el escribano en las declaraciones hechas por la tripulación, con la colaboración de un intérprete:

El maestre Cornelio Breit, natural de la villa de Helder, Holanda, declaró que:

“...el insulto que le acaeció, viniendo de viaje para el puerto en el Canal de Inglaterra, el día tres de febrero próximo pasado, a las doce horas de él, en que le abordó una lancha de un navío pirata de nacionales ingleses, con pistolas en mano y hachas, habiéndoles disparado antes dos tiros de artillería el mismo navío que estaba inmediato a el del que declara” (fol. 7).

El piloto Dirk Broersz, natural de la villa de Yst, provincia de Frisia, añadió que:

“...tomaron siete hombres de la otra embarcación su lancha o bote y armados con pistola en mano y hachas se pusieron dentro del bordo de la del dicho capitán Cornelio, y estando éste en la cámara lo encerraron, quedando uno de ellos de guarda con una pistola en la mano para que no saliesen, y a los demás compañeros a excepción de un muchacho que quedó en el encierro de la misma cámara, los cinco que restan al completo de toda la tripulación los pusieron en el bajo adelante del navío...” (fol. 10v.)

El cocinero Reynder Yans, natural de Buyksloot, Holanda, agregó:

“...y los dichos piratas se entraron en la bodega y saquearon lo que contenían dos cajas, que le parece eran de canela, dejándolas allí abiertas, y de otra nada sacaron, aunque le hicieron un agujero, y de otra, habiéndola abierto, de los sacos que contenía, sacaron a brazos porción de cañas de dicha especie...” (fol. 12r.)

El marinero Christian Christian, natural de Revers, reino de Rusia, el marinero Pedro Bipert, natural de Trimbren, Dinamarca, y el marinero Leybran Christian, natural de Budón, Dinamarca, dijeron lo mismo que los anteriores y terminaron su declaración añadiendo que el saqueo de los piratas se interrumpió cuando volvieron a su navío y pudieron comprobar que en la lejanía se veía acercarse otro navío. Y que recelarían por si acudía al socorro. Y que el capitán, cuando llegaron a Sanlúcar de Barrameda hizo la correspondiente protesta, como está regulado.

El Comisario Real de Guerra y Marina ordenó, mediante un auto que dejó por escrito el escribano del Juzgado de Marina, que para evitar perjuicios se comunicara a la Real Aduana que suspendieran el reparto de la mercancía a los diferentes propietarios hasta que se averiguara a quién pertenecían las cajas abiertas. Nuevamente, con copia del auto y las declaraciones hechas por la tripulación, el reclamante volvió a solicitar se continuara con la averiguación de lo sucedido.

Finaliza el expediente el 9 de marzo sin que podamos conocer como terminó este asunto, si consiguió saberse si los cajones abiertos pertenecían al reclamante o no. Pero salvando la fría y protocolaria redacción del escribano, propia de todos los procedimientos judiciales, entrelineas imaginamos el terror sufrido por la tripulación ante el ataque de los piratas, y el alivio y respiro sentido cuando los mismos se retiraron, sin que ninguno hubiera sufrido heridas o perdido la vida, como era habitual en estos actos violentos. La responsabilidad sobre los daños materiales se salvaba jurídicamente mediante la protesta de mar.

 

Título: Protesta de mar del patrón José Pandiño

Fechas: 25 de junio de 1823. Sevilla

Nivel de descripción: Unidad documental compuesta

Volumen y soporte: Libro Registro de Escrituras Públicas, 151 folios. Papel. Folio 118 r y v.

Signatura: ES.41193/1.1.2.1.2.1.9// Escribanía de Marina, 30973

La protesta de mar era y es una manifestación de voluntad del capitán o patrón de un barco, hecha por escrito y en forma legal ante la autoridad competente, para hacer constar su irresponsabilidad y la del personal a sus órdenes ante cualquier accidente, naufragio, abordaje, o avería, salvaguardando con ello los derechos contra terceros de sus armadores y demás interesados en la expedición. Esta protesta debía realizarse en el primer puerto de arribada, como bien se expresa en nuestro expediente. En muchos casos, con posterioridad, hacían de nuevo la protesta ante el escribano público o de marina, quedando protocolizada en los libros registros de escrituras públicas. Transcribimos a continuación parte del contenido de una protesta: 

“...que hallándose cargado el expresado su barco de cueros, bacalao y otros efectos en la Plaza de Gibraltar, y emprendido su viaje para esta ciudad, habiendo llegado al sitio que dicen del Copero el día diez y siete del corriente a causa de las mareas ser chicas, y que en la noche de él, siendo como las nueve, se arrojaron a dicha tartana en una lancha diferentes personas armadas con escopetas, sables y cuchillos, y al compareciente y su tripulación, sin que bastase su industria y valor, los metieron debajo de cotilla...” 

“… y que para que siempre conste y no se le haga responsable de los efectos que falten...comparecía ante mí a declararlo todo como lo hacía, protestando una, dos, tres y demás veces necesarias que el expresado robo y efectos que por causa de él falten no sea de su cuenta y sí de los dueños, consignatarios y demás...”

 

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Título: Fallecimiento abintestato del teniente Martín Elizalde

Fechas: 30 de enero de 1830 / 5 de julio de 1830. Sevilla

Nivel de descripción: Unidad documental compuesta

Volumen y soporte: 1 expediente, 54 folios. Papel.

Signatura: ES.41193/1.1.2.1.2.1.8// Escribanía de Guerra, 28670/7

Alcance y contenido: Contiene insertos documentos relativos a nombramientos y distinciones y correspondencia personal.

El último testimonio que referimos para nuestra actividad de “El documento del mes”, también relacionado con la piratería, es un despacho del que fuera comandante del Ejército expedicionario de Costa Firme en la Guerra de Independencia de Venezuela y Colombia, Pablo Morillo, conocido por “El pacificador”, dirigido al teniente del Regimiento de Infantería de Valencey y Expedicionario, Martín Elizalde. En esta carta de 10 de abril de 1820 expresa que le adjunta documentos que ha de entregar a las autoridades en cuanto llegue a España y le da instrucciones de cómo ha de actuar en caso de un ataque de piratas en la nave en la que vaya embarcado: 

“Debe V. ir en toda la navegación con las precauciones debidas para salvar esta correspondencia de los piratas, a cuyo fin llevará V. los pliegos unidos y preparados con una plancha de plomo, en términos que en qualesquier accidente desgraciado se arroje al agua por V. mismo, y por el lado opuesto de aquél en que se dirijan los enemigos al buque”.

“Es tan importante que estos pliegos no caigan en sus manos, que hago V. responsable del puntual cumplimiento de estas prevenciones que han de cumplirse infaliblemente, sin admitir disculpas de imposibilidad o inadvertencias que no pueden tener lugar.”

Por lo contenido en este documento también es fácil deducir que en el tornaviaje del teniente Martín Elizalde, desde América a España, no se produjo ningún ataque de piratas, ya que esta carta se mantuvo en poder del militar hasta el fin de sus días, cuando se inició el expediente de fallecimiento por abintestato. La correspondencia que tenía que custodiar en el viaje de retorno por mar la entregaría a las autoridades. Podemos pensar que contendría información estratégica relativa al contexto de la guerra de la Independencia de Venezuela y Colombia, y de los enfrentamientos del Ejército español con el ejército de Bolívar.

Como resumen podemos decir que tanto las declaraciones de los marineros del “Catharina María”, como las instrucciones dadas al teniente son dos ejemplos de testimonios documentales sobre el fenómeno de la piratería de los muchos que existen en los archivos españoles, pero con la particularidad de tratarse de documentos que fácilmente pueden pasar desapercibidos por los estudiosos, al encontrarse en un fondo documental de temática judicial, uno entre los folios de un pequeño expediente iniciado por una reclamación, y otro, entre los documentos personales de un militar, que se insertan en un expediente iniciado para formalizar el inventario de bienes y efectos dejados por el fallecimiento de éste. La protesta es un documento más habitual, aunque en este caso refleja un ataque de piratas “de agua dulce”, ejecutado por un grupo de malhechores que aprovechan la oportunidad del fácil acceso a una embarcación.

Bibliografía consultada:

  • GOSSE, Philip (2008), “Historia de la Piratería”. Editorial Renacimiento, Sevilla

  • ROBERTSON, Stuart (2010), “La vida de los piratas”. Editorial Critica, Barcelona.

Más información:

 

 

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