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Marzo 2015

 CRÓNICA DEL AUTO DE FE Y PROCESIÓN DE ANTONIO GABRIEL DE TORRES ZEVALLOS. 1722

 

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AHPCO, 13503P.
Archivo Histórico Provincial de Córdoba
C/ Pompeyos, 6 14003 CÓRDOBA.
Telf: +34 957 106 083
e-mail: informacion.ahp.co.ccd@juntadeandalucia.es
  

 

Siglo XVIII. La actividad de la Inquisición ha ido descendiendo, hasta que en la década de 1720 un nuevo Inquisidor General, Juan de Camargo, lleva a cabo la gran represión final contra los judaizantes con una violencia extrema. En 1722 se produce el auto de fe que nos ocupa, contra Antonio Gabriel de Torres Ceballos y trece personas más.

El auto de fe consistía en la lectura pública y solemne de los sumarios del Santo Oficio y de las sentencias que los inquisidores pronunciaban a los reos. Asistían todas las autoridades y corporaciones respetables del pueblo y, en especial, la justicia civil, a quienes eran traspasados los reos que eran condenados a pena de muerte. Es a la vez una fiesta religiosa y civil, a la que asiste público de todos los estamentos sociales, no sólo de la propia ciudad, sino de otros lugares, e incluso del extranjero. Simboliza el triunfo de la iglesia católica sobre la herejía, así como el apoyo del poder civil a esta causa.

Los preparativos comenzaban un mes antes, momento en que se emitía el pregón anunciando el auto. La corredera se engalanaba y se comenzaba a preparar el tablado, en el que estarían los reos y las máximas autoridades civiles y eclesiásticas. La víspera del auto se realizaba por toda la ciudad una procesión en la que se llevaba la cruz que iba a formar parte del altar de la Corredera. Podía ir acompañada de cientos de soldados y religiosos, ambientada con música religiosa y perfumada con incienso.
 

12 de Abril de 1722

13.00h. Convento de San Pablo. Sentencia religiosa

En el ahora desaparecido Convento de San Pablo, de la Orden de los Predicadores (Dominicos), el Tribunal pronuncia la sentencia definitiva contra el reo Antonio Gabriel de Torres Zevallos por “judaizante, protervo, convicto, revocante, pertinaz”. Todos estos atributos nos indican que en el momento de la lectura de la sentencia Antonio Gabriel confirmaba e insistía en sus creencias hebreas. En el caso de que el preso mostrara arrepentimiento y se retractara de las causas que se le imputaban, si era la primera vez que caía en herejía se le perdonaba la vida. Éste no fue el caso de Antonio Gabriel.

Se le condena a la confiscación de sus bienes, a salir con insignias de relajado y a ser remitido a la justicia y brazo secular. La condena a “salir con insignias” significa que a partir de ese momento el acusado debe vestir el sambenito y la coroza. El sambenito era una tela rectangular con un agujero en el centro por el que se introducía la cabeza, quedando la mitad de la tela por delante del cuerpo y la otra mitad por la espalda. En esta tela se pintaba el nombre del reo, a veces la profesión, el delito y el año. Se añadía pintura a imitación de fuego si el reo era condenado a la hoguera, o aspas, si se había arrepentido y “reconciliado” con la Iglesia. La coroza era un cono de papel o cuero que se ponía en la cabeza y en el que también se dibujaba el fuego o el aspa.

Debido a que los tribunales eclesiásticos no podían aplicar la pena capital, “relajaban” o entregaban el preso a la justicia civil, que se encargaba de ejecutar la pena de muerte.

1-san_pabloUna vez leída la sentencia, le imponen a Antonio Gabriel el sambenito y la coroza. Uno de los religiosos que le asiste, le coloca un rosario en el cuello y un crucifijo en la mano y en la puerta del Convento, en la Calle de Marmolejos (actual Calle Capitulares), el Alguacil Mayor y el Secretario, acompañados por varios familiares del Santo Oficio, lo entregan al Alcaide Mayor de la Justicia de Córdoba y al Fiscal, junto a la certificación de causa y sentencia y con la asistencia de varios escribanos, formalizando así la “relajación al brazo secular”.

Tras haberle leído la sentencia, Antonio Gabriel cambia de actitud respecto a sus creencias y reniega del judaísmo y comienza a manifestar alabanzas hacia la fe católica.

Toman camino hacia la Plaza Mayor, o Corredera, un total de catorce reos, cuatro de ellos condenados a la hoguera y el resto reconciliados. Cada uno de ellos iba acompañados por varios clérigos, con la misión de exhortar a los reos todo el camino y durante el auto a retractarse públicamente de sus herejías.

 

14.30h. Plaza Mayor Corredera. Sentencia civil

2-correderaEn la Corredera se ha construido un gran tablado, en el que se colocan los reos y las autoridades civiles y eclesiásticas, junto a un altar.

En este momento, dependiendo de si el reo mostraba arrepentimiento y se acogía a la fe católica, la pena de muerte podía consistir en quemar a la persona viva, o bien, se podía conceder la gracia de aplicar el garrote antes de proceder a la quema del cuerpo sin vida. Por este motivo el Alcaide Mayor, viendo que el reo había mostrado muestras de arrepentimiento, le pide al escribano que le pregunte a Antonio Gabriel “si quiere viuir y morir en nuestra Santta fee Catholica”. Y le pregunta a los sacerdotes que le auxilian si da señales de verdadero arrepentimiento. Antonio Gabriel de rodillas, llorando y con el crucifijo en la mano empieza a reclamar alabanzas hacia Jesús, la Santísima Trinidad y la Virgen y a pedir perdón por todos los errores cometidos al apartarse de la fe cristiana durante nueve años y en especial por los improperios vertidos esa misma mañana durante la lectura de la sentencia en el Convento. Termina su alegato pidiendo “al Señor Alcalde maior le mande quemar vivo por tener esto mas que ofrezer en sattisfaczion de sus graves culpas”.

Obviando la petición de Antonio Gabriel, el Alcaide Mayor de la justicia dicta su sentencia: “Fallo que debo condenar y condeno a dicho Antonio Gabriel de Torres Zevallos, en la pena horrible de muerte, que se execute en forma de garrote y que despues que aya fallezido, y pasado deste presente vida su cadaver sea quemado con fuego material hasta que totalemente convertido en zenizas, las que esparzan por el aire para que no quede memoria de sus abobinables errores y para que tenga efecto mando, que el susodicho in continenti, desde este sitio, Plaza maior, sea conduccido en forma de justticia con Pregonero que publique su delito, por las Calles públicas acostumbradas, al campo que llaman el Marrubial extramuros de esta Ciudad”.

Al oir la sentencia, Antonio Gabriel da gracias a Dios extensamente por tener la oportunidad de expiar sus pecados con el sacrificio de su cuerpo.

Una vez concluidas las diligencias con el resto de los “relajados”, comienza la procesión.
 

16.00h. Desde la Corredera hasta la Ronda del Marrubial

3_arco_grandePor el Arco Grande salen los alguaciles habituales, unos a pie, y otros a caballo, seguidos por el pregonero que publica los pecados de Antonio Gabriel. A continuación va él subido en una mula, auxiliado por dos clérigos. Le suceden los otros tres reos condenados a muerte: su madre y un matrimonio, los cuales van acompañados a su vez por otros tantos clérigos. Detrás de ellos va el Alcaide mayor con el Fiscal a su derecha.

Mientras suben por la Calle de la Espartería. Antonio Gabriel no para de emitir alabanzas al Señor. Al llegar al Convento de San Pablo se detiene para dar gracias por el cambio de la fe que tuvo lugar allí esa mañana. Es tal la efusividad de sus palabras, que la gente empieza a rezar con él.

La procesión continúa por la Calle San Pablo, pasando por delante de la Iglesia Parroquial de San Andrés y rezando a su santo igualmente. Al llegar a la Plazuela del Realejo, el reo se para de nuevo para rezarle profusamente a un Cristo con una cruz a cuestas que allí se encontraba y al que la gente le tenía mucha devoción. Antes de proseguir pregunta cómo se encuentra su madre, dando gracias al cielo repetidas veces por haberla convertido. Continúa la procesión por la Calle Santa María de Gracia mientras, exhortizado por los clérigos, Antonio Gabriel no para de manifestar a voces sus errores abominando de ellos, a modo de confesión y pidiendo la absolución. La procesión pasa por delante del Templo de San Lorenzo, mientras, va rezándole a su Santo. Y al llegar al Convento de la Santísima Trinidad el reo pide realizar una nueva parada para rezar.

Unas cuatro horas dura la procesión desde la Corredera hasta la Ronda del Marrubial.
 

20.00h. Ronda del Marrubial. Quema del cuerpo

8-marrubialCasi al ponerse el sol, la procesión llega a la Ronda del Marrubial. Allí estaban preparados los braseros para los reos relajados: cuatro pilas de madera de dos metros de alto, con un tablado en su parte superior de unos tres metros y medio por otros tantos, rellenos por abajo de troncos y ramas secas.

Antonio Gabriel sube besando cada escalón del tablado a la vez que va rezando en voz alta. Al llegar arriba levanta el crucifijo que llevaba en su mano y empieza a llorar y a reclamar en cada uno de los lados del tablado que muere justamente por haber caído en los errores de la Ley de Moisés, por haberse circuncidado, etc. y agradece poder morir al amparo de la fe católica y poder conseguir la salvación eterna de su alma. El discurso que transmite es tan desgarrador que los asistentes no pueden evitar llorar al oírle hablar. El verdugo intenta besarle los pies y, aunque él no quiere, su confesor le obliga a que se deje, besándoselos él al verdugo al mismo tiempo. Se quita el rosario del cuello y le pide al verdugo que se lo devuelva al monje del Convento de San Pablo que se lo puso. Abraza repetidamente a los dos clérigos que le habían acompañado, dándoles las gracias por su labor. Se sienta en el patíbulo, y él mismo se coloca el garrote en la garganta y sin soltar el crucifijo de la mano, sus últimas palabras fueron: “Jesús, Jesús...”.

Una vez que se le aplica el garrote a los otros tres reos, se prenden los braseros, ardiendo así los tablados, la leña y los cuerpos.

El Alcaide Mayor ordena a tres alguaciles que se queden toda la noche para que nadie se acerque a los braseros.
 

17.30h del 13 de abril. Se esparcen las cenizas

Al día siguiente, por la tarde, los restos de Antonio Gabriel no corrieron la suerte habitual, ya que una vez que el cadáver era reducido a cenizas, éstas se solían meter en una pequeña arquilla junto con la coroza, la cual, posiblemente, fuera entregada a la familia. En su lugar, el verdugo esparció las cenizas al aire y después las barrió, tal y como dictaba la sentencia.

sambenito antonio gabriel-v2 copiaAunque no lo menciona el documento, probablemente una reproducción del sambenito, o manteta, sería expuesta durante décadas en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral de Córdoba, para deshonor de Antonio Gabriel y de todos sus familiares y descendientes.

 

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