Los otros olvidados: los “gazis” de Sevilla a finales del siglo XVI
Manuel F. Fernández Chaves
Universidad de Sevilla
Código de referencia: ES.41003. AHPSE/1.1.2.1.1.1//Protocolos Notariales, 4177P
Fechas: 1598-08-21/1598-09-01. Sevilla
Nivel de descripción: Unidad documental compuesta
Extensión y soporte: 44 hojas tamaño folio
Reglas o convenciones: ISAD (G), NEDA
La Historia Social de la ciudad de Sevilla esconde una variedad de tipos humanos y condiciones socioeconómicas y religiosas que merece aún muchos estudios por parte del historiador. Tal es el caso de los “gazis”, cuya presencia en la ciudad ha sido desconocida hasta ahora. Los gazis fueron en origen combatientes por la fe musulmana que se desplazaban desde el Norte de África, la Berbería de Cervantes, hasta el Reino de Granada. Con el tiempo muchos de ellos se afincaron en Granada y su territorio y convivieron con la población musulmana local, conservando el apelativo “gazi” que recordaba su origen, prestigioso, pero también foráneo. Cuando el Reino de Granada cayó en 1492 muchos de los gazis también se convirtieron al cristianismo, como buena parte de la población granadina que vino a ser llamada genéricamente como “moriscos”. Ya en época cristiana, las disposiciones legales que sobre ellos existen los diferencian de los moriscos, conservándose este apelativo de gazi, que también les diferenciaba de los norteafricanos que llegaban a la Península como esclavos y que eran denominados genéricamente como “berberiscos”.
Tras la rebelión de los moriscos del reino de Granada de 1568-1570 y la cruenta guerra a la que dio lugar, la gran mayoría de los habitantes moriscos del reino de Granada, fueran de los rebelados o no, fue deportada y distribuida por Castilla por Felipe II. Esta migración forzada vino a llenar de moriscos las grandes ciudades castellanas, albergando Sevilla la mayor comunidad de toda Castilla, que llegaría a las 7.503 personas (censadas) en 1610 año de su expulsión de Andalucía. La presencia morisca en la ciudad fue objeto de muchas polémicas, políticas y eclesiásticas, y fue objeto de un especial control y seguimiento. Esta comunidad prosperó económicamente en veinte años y se ganó su hueco en el espacio socioeconómico de la gran metrópoli atlántica. Precisamente la mejora de la posición de los moriscos en Castilla como mercaderes, hortelanos, panaderos, arrieros, etc., les permitió negociar con la corona el pago de un impuesto específico, un “servicio morisco”, que les permitiese, por un lado, negociar con la Monarquía como lo habían hecho antes de 1569 pagando impuestos específicos en Granada, la famosa farda; por otro lado, articular su comunidad en torno a élites que organizaban la recaudación y que gracias a ella conservaban su ascendiente comunitario y se relacionaban directamente con la corona y las autoridades locales.
El documento que aquí presentamos es parte del interrogatorio que se hizo a los moriscos sobre los gazis y los mudéjares antiguos (musulmanes no granadinos que se habían convertido al cristianismo en 1502) de la ciudad, puesto que no querían ser incluidos en el pago de estos servicios moriscos. Si entre los mismos moriscos había resistencias a tributar, fundamentadas no sólo en preocupaciones crematísticas sino también en diferencias de origen y clientelares dentro del reino de Granada, esta resistencia añadida agravaba las disidencias entre los propios moriscos. La estrategia de los gazis fue la de asimilarse más posible a los berberiscos, puesto que éstos no estuvieron nunca entre los culpados por la rebelión, y se decía de ellos que habían llegado a la península a convertirse al cristianismo. Aunque en algunos casos fue así, en la mayoría de ellos su llegada forzada como esclavos llevaba a una conversión puramente interesada para sobrevivir. Esta asimilación interesada de gazis a berberiscos borraba el origen último de sus mayores como combatientes de la fe islámica y por tanto poco honroso en el contexto hispalense de finales del siglo XVI. Pero los moriscos les atacaron en el interrogatorio indicando que siempre se les había considerado como moriscos en Granada y haber pagado la farda, acusándoles de tener en muchos casos un pasado criminal y de ser trabajadores de “baja suerte” en Sevilla. Parece que los gazis y los mudéjares antiguos perdieron este pleito, aunque continuaron recurriendo a los tribunales en la Corte. El éxito de los moriscos significaba que los granadinos fueron capaces de articular a la masa de población con un origen islámico diverso –mudéjares antiguos, gazis, berberiscos, moriscos de diferentes procedencias- en un mismo grupo social liderado por sus élites y unido por una fiscalidad especial que prolongaba al filo del siglo XVII su consideración de ciudadanos de segunda clase y que escondía una diversidad de origen e identidades que la palabra morisco desdibujaba en el rico panorama social de Castilla y especialmente de la Sevilla del Quinientos.
Bibliografía básica