Inés Montes escribe como la mujer que es y, acaso por esa razón, fractura la cadena elocutiva de la poesía convencional: existe la necesidad de interrumpir la música ambiente -la que no se oye por oírse a todas horas- para buscar otros sonidos que han quedado opacados, ocultos, por el peso amortiguador de capas geológicas de arena y otros minerales. Ha sucedido a lo largo de los siglos. Después, pronunciábamos la palabra amén.

El libro es Premio Himilce de poesía escrita por mujeres 2017.