El humo de los labios

Fidel Villar

Todo poema, nos recuerda Eliot, encierra un epitafio. El humo de los labios constituye un proceloso y demo­rado epitafio que a lo largo de tres ríos desemboca en ese delgado aforismo que los contiene, como la muerte alberga toda la compasión que no supo concedernos el tiempo. Ahora el lector tiene la palabra para sumergirse o elevarse en estos versos que no venden humo, que no son humo. Porque unos labios dicen.
 

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Fidel Villar