Erika Martínez

Granada

(1979) es licenciada en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura, así como doctora por la Universidad de Granada. Con su primer poemario, Color carne (Pre-Textos, 2009), obtuvo el Premio de Poesía Joven Radio Nacional de España. Su segundo poemario, El falso techo (Pre-Textos, 2013), fue escogido como uno de los cinco mejores poemarios del año por los críticos de El Cultural y fue nominado al Premio de la Crítica. Es también autora del libro de aforismos Lenguaraz (Pre-Textos, 2011) y de las plaquettes de poesía Marionetas (Asociación Diente de Oro, 2009) y Diez intemperies bajo techo (Centro Federico García Lorca, 2015). Ha sido incluida en diversas antologías como El canon abierto. Última poesía en español (Visor, 2015) o Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos, de José Ramón González (Trea, 2013), así como traducida al polaco y al italiano en las antologías Republica poetica (Lokator, 2015) y L’aforisma in Spagna (Torino, 2014). Actualmente es columnista en el periódico Granada Hoy (Grupo Joly) y profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad de Granada.


Obras:

Este poema de carga y supervivencia del libro El falso techo, de Erika Martínez.

CARGA Y DESCARGA
Los técnicos de equipaje caminan erguidos, a cámara lenta, con la figura desdibujada por el calor de los motores. Llevan cascos amarillos para aislarse de un estruendo que tampoco se escucha dentro del avión: película muda a ambos lados de la ventanilla.

Los técnicos de equipaje vienen de Bolivia, Marruecos, Zambia. Cargan, descargan maletas que han hecho tantos kilómetros como ellos pero mucho más rápido. Las maletas no necesitan pasaportes, visados, asilo: tienen códigos de barra.

Los técnicos de equipaje se fajan la cintura como un luchador de sumo antes de salir al ring. Son hermosos como eran hermosos los proletarios de Pasolini, que los imaginó hedonistas con un clasismo a su manera. Pasolini al que escupieron, violaron, lincharon, Pasolini que también era hermoso a su manera.

Los técnicos de equipaje visten monos azules aunque la empresa que los contrata cultiva el respeto a la diferencia. Cuando salen llevan todos los mismos vaqueros, zapatillas, camisetas estampadas. El capitalismo es un uniforme.

Los técnicos de equipaje son muy feos porque lo perdieron todo y viajaron para comer basura, para cargar, descargar maletas hasta volverse feos. Miran a los pasajeros que los miran a través de la ventanilla y piensan: qué hermosos, qué feos son mientras trasladan nuestras maletas con souvenires procedentes de Bolivia, Marruecos, Zambia, donde fuimos a hacer juegos de supervivencia.
Los técnicos de equipaje saben que cuatro maletas pesan igual que el cuerpo de un técnico de equipaje.

Poesía
Adulto

Nos gustaba impulsarnos de la mano
y salpicarnos todo el eros de política.
Como en aquella foto movida y entusiasta
que nos hicieron saltando en multitud.
Sólo después supimos adónde:
cada salto inventaba su lugar.
¿Y si rompemos esto –nos decíamos–
y luego lo volvemos dulcemente a construir?
Estábamos desnudos, estábamos furiosos
y queríamos llevarnos las sobras a casa.
Con el paso del tiempo
nuestros cuerpos detenidos
transparentaron el paisaje,
o nos caímos de la fotografía
por un agujero que nadie esperaba.
De lo que hicimos
queda el lugar, un aire eufórico
y algo hecho añicos que aún respira.
La historia cruje. Y la hostigamos.
Amor es una escala de violencia.
“Lugares que se inventan de camino”
Con su primer poemario, Color carne (Pre-Textos, 2009), obtuvo el Premio de Poesía Joven RNE. Su segundo poemario, El falso techo (Pre-Textos, 2013), fue escogido como uno de los cinco mejores poemarios del año por los críticos de El Cultural. Como aforista, ha publicado el libro Lenguaraz (Pre-Textos, 2011) y ha sido incluida, entre otras, en las antologías Pensar por lo breve (Trea, 2013), L’aforisma in Spagna (Torino, 2014) y Bajo el signo de Atenea (Renacimiento, 2017). Actualmente es profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad de Granada.
 

Poesía
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