Isabel Bono

Málaga

Escribo desde diciembre del 83. No soy filóloga ni nada que tenga que ver con Letras. Me gustan los números sobre todas las cosas. También me gustan Beckett y Vonnegut aunque no sean números. He publicado algunos poemas, entre ellos: Señales de vida (Ed. El gato gris. Valladolid, 1999), Los días felices (Ed. Celya. Salamanca 2003), Entre caimanes (Col. Planeta Clandestino, Ediciones del 4 de agosto. Logroño, 2006), La espuma de las noches (Col. Puerta del Mar. Málaga, 2006), Ahora (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2010) y Maomegean (Ediciones del 4 de agosto. Logroño, 2010).

Mi libro Una casa en Bleturge ganó el “Premio de novela Café Gijón” 2016. Diario del asco (2020), ha sido mi segunda novela. En la colección Bartleby Poesía he publicado Pan comido (2011) Lo seco (2017), elegido por el Gremio de Librerías de Madrid como finalista en la categoría de poesía al mejor libro del año en 2018, y Me muero (2020)
 
 


Obras:

Joan e Isabel escriben poemas siguiendo las leyes básicas de la conversación, responder escuchando, y siguen una imagen, una palabra, una idea que surge al recibir la pedrada: de jardín a memoria, a nombrar a mapas, a manos a calles, a huida. Se responden al hueco para que el otro ya no vaya, vuelva. Es un poemario de vueltas, disfruten la hipnosis.

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 Juan Pardo Vidal, en el prólogo, subraya que no es un libro escrito hoy, cuando iniciamos la segunda década del siglo, sino en el año 2000, en pleno tránsito de un siglo a otro. Aunque ese dato no es esencial, sí nos ilustra sobre la mirada que la poeta proyecta sobre el mundo, sobre su experiencia, sobre la suma de referencias que se cuelan en su meditación. En la década posterior, Isabel ha publicado siete u ocho nuevos poemarios. Quizá buena parte de las semillas que han hecho crecer cada uno de ellos estén en este Pan comido.
“Es sencillamente un libro de amor (complicadamente un libro de amor). Un libro de amor, si se quiere, a la poesía y a su mecánica cuántica. Pero el amor es sólo un paisaje, una excusa para que Isabel nos muestre un universo que sorprende más en el cómo, que en el qué. Gestos heróicos, trabajo de herrero con una sintaxis maleable”, asegura Juan Pardo Vidal.

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En la poesía de la Isabel Bono siempre convivieron bien trenzados el humor y el dolor, el disfrute de la vida con la conciencia del vacío, los empujones del deseo o el amor con una trastienda general bastante desengañada, explícitamente triste; sucede que en esa ambivalencia no había contradicción, sino lo contrario: una nueva y acertada expresión no premeditada de la vida real, de esa mezcla de regocijo privado y pesimismo panorámico o social que, lo sepamos o no, nos mueve a muchos y, curiosamente, nos atornilla al mundo. JUAN MARQUÉS

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 En La canción de mercurio, da una vuelta de tuerca al poema que no lo es por definición sino por naturaleza pues los poemas que componen su libro son e-mails. Explica la autora en la nota final que los e-mails no han sido editados y fueron enviados, en fecha y hora, tal como aparecen en los títulos. En un principio al conjunto de poemas lo tituló (po)e-mails pero La canción de mercurio se ha convertido en el título definitivo que la autora debe a Kurt Vonnegut, como tantas otras cosas, añade.  Es característico de la escritura de Isabel Bono, tanto en la narrativa como en la poética, una capacidad extraordinaria para emocionar, para lanzar las palabras como si fueran dardos que buscaran en el lector una diana apropiada donde depositar su furiosa belleza. Poesía sin filtros es lo que brota de cada poemail de Isabel Bono. La verdad del día a día, la poesía tal como emana de una escritora que no todo lo convierte en poesía porque ya es poesía. La palabra, en ella, nace lúcida, como si la transformación se llevara a cabo en el mismo origen.
 

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