Cada día es del ladrón

Teju Cole

Un joven médico regresa a su Lagos natal tras vivir quince años en Nueva York. La Nigeria de su infancia ya no existe; en su lugar encuentra una ciudad ganada por el consumismo, el desdén y la globalización. El espíritu del siglo XXI impregna el globo entero y de Manhattan a Lagos el mundo es una máquina bien engrasada, siempre y cuando se disponga de dinero para pagar, ya sea el soborno del funcionario de la administración estadounidense que expide un visado, o el extra que el empleado de la gasolinera nigeriana se cobra por rellenar el depósito. Cada día es del ladrón es una fábula sobre la corrupción moral y política, un relato conmovedor sobre el significado de volver al hogar.

 

Comentarios del club de lectura de Carcabuey (Córdoba): Cada día es del ladrón fue publicado inicialmente en el 2007, y el título está sacado de un proverbio yoruba –"Cada día es del ladrón, pero un día es para el dueño"—. Narra en primera persona el regreso a la Nigeria actual de un joven que fue a estudiar y viene a visitar a la familia, convertido ya en médico. Así, casi como un libro de viajes, nos cuenta lo que ve, vive, oye, pasea, come y visita de un país que ya no se asemeja al que vivió en su infancia. En pequeños capítulos de tres o cuatro páginas desgrana desde la burocracia americana para conseguir un visado, el viaje, la policía del aeropuerto, la policía de carretera, los pequeños sobornos continuos, la vida de los niños de la calle, la clase media nigeriana, y todo lo que se encuentra relacionado con la vida cotidiana: un capítulo dedicado a los cibercafés, varios a los encuentros familiares, primos, tíos, amigos; otros dedicados a los continuos cortes de luz y los generadores caseros; otros dedicados a lo que se lee en Nigeria, cómo son las librerías, las bibliotecas, los museos, a los mercados, a la situación del arte y la cultura. El valor de este libro, es que al acabar de leerlo tenemos en la cabeza un mosaico formado por impresiones de cómo se desarrolla la vida cotidiana en su país, que debe asemejarse mucho a otros países y ciudades africanos. De este modo, lo particular, lo que él conoce, llega a convertirse en una referencia universal que nos acerca a ese gran continente tan desconocido y estereotipado en nuestra mentalidad. En nuestro club no ha calado mucho, quizás no sólo por culpa del libro, también por el hecho de ser el último de la temporada y ya lo han cogido con menos entusiasmo. La cuestión es que de 13 personas que se lo llevaron, solamente dos se lo han leído (y una de ellas he sido yo). Es un poco decepcionante sobre todo cuando ves que el libro está muy bien escrito, con pasajes que parecen poesía y que te transportan a esa cultura tan lejana. Líneas que te estampan de lleno con la cruda realidad que allí se vive. Cole yo intentaré leerte y darte más oportunidades y espero que cuando comparta estas líneas la demás gente, también te la dé".

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