Bajo la luz, el cepo

Olalla Castro

Hubo un dolor punzante viajando por mis dedos, una enfermedad sin nombre por la que desfilaban doctores y pruebas que nunca encontraron las palabras, pero tampoco el modo de calmar o frenar eso sin nombre que crecía. Hubo un miedo a que el dolor siguiera extendiéndose hasta arrebatarme mis manos (las mismas con las que trabajo, escribo o acaricio) y dejarme sin nada. Y de ese miedo, de ese dolor que por las noches se tumbaba a mi lado y bisbiseaba en mi oído surgió este libro. Como lo mío nunca se dice desde el yo en mi poesía, convertí ese dolor en el de otras y armé las cuatro historias que aquí vais a encontrar. Todas ocurren en la segunda mitad del siglo XIX, porque entonces se vio con claridad que bajo toda la luz de la Ilustración, de la Modernidad occidental, se escondía un gran cepo. La primera parte, “La expedición perdida de Franklin”, habla de cómo quisimos llegar demasiado lejos a costa de los otros, de la cultura caníbal de la que provenimos, de cómo descubrir y destruir fueron lo mismo. La segunda parte, “Por la ruta de Siskiyou”, describe cómo quienes marcharon para buscar el brillo bajo el barro, con la esperanza del oro que esperaba a puñados en los ríos, acabaron topándose con el hambre y la muerte, y ese fue todo el sueño de progreso y riqueza que alcanzaron. La tercera parte, “Las histéricas de La Salpêtrière”, habla de la patologización de lo femenino, de cómo la ciencia moderna dejó de llamarnos brujas para llamarnos enfermas y cambió las hogueras por duchas pélvicas y palos entre los dientes antes de cada nueva descarga. De cómo nos volvimos locas allí dentro. De cómo nos “curaron" enfermándonos. La última parte, “La leprosería de la isla de Molokai”, va de manos que se doblan sobre sí y caras pedregosas, de compartir el dolor, de habitar un lugar al que se arroja a los enfermos, donde se arrincona lo que no quiere verse ni tocarse. 
Todo eso sucedió. Somos nosotrxs. Es nuestra historia. Y decirla es una forma de señalar los cepos, pero también de hacernos responsables. Este es el libro con más dolor, con más verdad que he escrito. Os dejo ese dolor y esa verdad buscando cuna, casa, nido. Ojalá vuestros ojos sean hogar.

Publicado por Olalla Castro Hernández

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