Exposición virtual `Oculta a todo ojo profano. Cecilia Böhl Larrea, Fernán Caballero'

 

 

El Centro Andaluz de las Letras rinde homenaje a la escritora Cecilia Böhl de Faber (Morges, Suiza, 1796-Sevilla, 1877), más conocida por el seudónimo masculino de Fernán Caballero, designada como Autora del Año 2022.

Entre las actividades conmemorativas dedicadas a la escritora, destaca la exposición ‘Oculta a todo ojo profano. Cecilia Böhl Larrea, Fernán Caballero’ que anima al público a traspasar el velo del incógnito y esclarecer a lo largo de un recorrido de 15 paneles quién se ocultaba tras el seudónimo de Fernán Caballero, a conocer los orígenes de Cecilia Böhl Larrea y las novedades del mundo que conoció, los adelantos técnicos de su tiempo, que afectaron tanto a las comunicaciones como a la circulación de las noticias y al mundo editorial.

El título de la exposición ‘Oculta a todo ojo profano’ parte de una frase de la escritora en la que muestra su deseo de que su persona no sea objeto de atención de la opinión pública, pues, cree que no lo debe ser una mujer. Por ese motivo, para sentirse resguardada de toda mirada curiosa, decidió ampararse en el incógnito y recurrir a un seudónimo masculino. La cuestión es que, como resultado de ese deseo de que no se la identificara con Fernán Caballero, han surgido numerosos equívocos tanto sobre su personalidad literaria como incluso sobre su figura física. Hasta tal punto llegó la confusión que en su época muchas veces se pensó que Fernán Caballero era un hombre y ella no lo desmintió, aunque otros lo hicieran por ella.

Para la profesora Marieta Cantos, comisaria de la exposición, “para Cecilia era una ventaja que tomaran a Fernán Caballero por hombre, porque estaba convencida de que así juzgarían la calidad de su obra y no su figura, algo que todavía ocurre hoy con muchas escritoras. Ella era muy consciente de que tanto la opinión pública como los escritores coetáneos encontrarían cualquier argumento para minusvalorar su obra, simplemente por haber sido creada por una mujer que se atrevía a escribir para el público y a poner en el mercado sus novelas”, asegura la propia comisaria.

La muestra también invita a conocer las experiencias de Cecilia vividas en su juventud y en sus matrimonios; a comprender sus inicios como escritora, entender el afán experimental de su literatura, su proyección en Europa y América, pero también su estrecha vinculación con Andalucía; lo incita a averiguar cómo se movió en los distintos ámbitos de poder, a descubrir cuáles fueron sus conexiones con la prensa periódica y con el mundo editorial, a saber cómo se la leyó, cómo fue valorada por la opinión pública y por la crítica literaria y, cómo pasó a la posteridad tras su muerte.

Según la propia comisaria, la muestra tiene dos objetivos:

El primer objetivo es redescubrir tanto a la persona como a la autora: donde nació, cuáles eran sus orígenes, cuáles sus experiencias. En este sentido, era muy importante rescatar el legado matrilineal, pues durante mucho tiempo se ha hecho hincapié en la figura de su padre, Juan Nicolás Böhl de Faber, sin duda un erudito y bibliófilo de especial relevancia para la cultura española —su notable colección de libros, algunos de singular rareza, fue adquirida por la Biblioteca Nacional—, pero se ha olvidado el papel que jugó su madre, Frasquita Larrea. Si no usamos el apellido Larrea al referirnos a Cecilia, nos olvidamos de lo mucho que aprendió la joven escritora de ella, que también cultivaba la literatura y que traducía al español los textos que Cecilia empezó a redactar en francés, el idioma que dominaba para expresarse por escrito.

La personalidad de Cecilia Böhl Larrea se comprende mejor si se conoce el contexto gaditano en que creció. Juan Nicolás Böhl y Francisca, Frasquita, Ruiz de Larrea fueron un matrimonio mixto. El era alemán, de origen sueco y religión protestante. Ella era gaditana, católica, de padre alavés y madre irlandesa, es decir, un tipo de matrimonios que era muy frecuente en el Cádiz multicultural y cosmopolita, que surge después del traslado de la Casa de Contratación con Indias, desde Sevilla a Cádiz, en 1717. Que ella naciera en Morges, Suiza, se explica precisamente porque el parto se produjo mientras sus padres viajaban a Hamburgo. Por esos orígenes, fue en varias ocasiones a Alemania y pasó su primera infancia allí, donde aprendió alemán y francés. Junto a su madre supo apreciar y hacer valorar la cultura española y particularmente la andaluza, pues Frasquita Larrea se enorgullecía de su identidad y en los folletos patrióticos que escribió durante la Guerra de la Independencia se autodefinía como española y andaluza.

Años más tarde, su primer matrimonio con Antonio Planells la llevó a vivir en Puerto Rico, con el segundo disfrutó del refinamiento de la sociedad aristocrática, a la que pertenecía su marido Francisco Ruiz del Arco, marqués de Arco-Hermoso, en Sevilla. La tertulia que ambos mantenían era frecuentada por jóvenes escritores españoles como García Tassara o Joaquín Francisco Pacheco y otros extranjeros como el barón de Taylor, o Washington Irving. Con el tercer marido, Antonio Arrom, disfrutó del apoyo de una persona que la admiraba como mujer y como escritora y que la animó a publicar y la apoyó en sus actividades creadoras.

El segundo objetivo de la exposición es comprender su horizonte intelectual como escritora, para reivindicar la modernidad de su legado literario. Cecilia fue una pionera en muchos aspectos. Se adelanta a todos los escritores de su tiempo en despegarse del romanticismo historicista y en reivindicar un tratamiento literario de la realidad objetiva, en utilizar el realismo daguerrotípico, o fotográfico, como técnica literaria, pero siendo consciente de que esa realidad debía tener una reelaboración posterior que, en su caso, consistía en un tratamiento poético, idealizador, que la retratara a una luz favorable. Se anticipa a Valera en reivindicar Andalucía como tema, en conceder importancia a la realidad andaluza, al habla y al folclore andaluz. Se adelanta a Galdós en tomar la historia contemporánea y las clases medias como asunto literario.

Fue asimismo maestra en literaturizar los diálogos, tanto los del pueblo como los de la aristocracia y, muy particularmente, en representar los diálogos andaluces con una «naturalidad» que era inusitada en su época. «Solo se pueden entender estos logros si los comparamos con las metas que se proponían los escritores europeos de su tiempo, Lady Morgan, Madame Staël, Balzac, Walter Scott, Dickens, pero también americanos como Washington Irving o Edgar Allan Poe», porque ella estuvo atenta a las novedades que aportaron todos ellos.

Desde que Fernán Caballero publicara La familia de Alvareda o La Gaviota a Pepita Jiménez o Juanita la Larga, de Valera, por ejemplo, va casi un cuarto de siglo y en ese tiempo Cecilia Böhl Larrea, Fernán Caballero, pudo conseguir su objetivo de desligar lo español de ese imaginario sureño, que veía la cultura española como más próxima a «lo africano». España era un país que fascinaba a los viajeros extranjeros, europeos y americanos, por su exotismo, pero, al mismo tiempo, lo español y lo andaluz eran objeto de desdén por su atraso material, que los hacía aparecer incivilizados, incluso inferior. Su propósito fue hacer comprender a los extranjeros que la religión católica había suavizado esa supuesta barbarie oriental, había introducido en España la verdadera civilización.

La escritora se plantea así en la programación del Centro Andaluz de las Letras como un reto y un desafío para difundir al gran público la profunda complejidad, dualidad y contradicción de una autora que, en la famosa metáfora de José Fernández Montesinos, fue “un gran calamar andaluz” por la capacidad para camuflarse en su tinta.

 

fernan_caballero_expo_web.pdf

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