Francisco Javier Fernández Espinosa


Francisco Javier Fernández Espinosa (Tíjola, Almería, 11/01/1974) Estrechamente vinculado a la cultura y al desarrollo local, ha trabajado habitualmente en la gestión pública, siendo promotor y dinamizador de importantes iniciativas locales y comarcales, algunas de ellas desarrolladas junto a la Unión Europea o la Unesco. Ha realizado trabajos de investigación sobre la etnografía y el patrimonio del Valle del Almanzora, el filósofo místico Ibn Tufayl los fondos del archivo ducal de Medina Sidonia.


Obras:

En este libro coinciden las principales características de la poesía que Francisco Javier Fernández Espinosa lleva desarrollando desde su primer libro "Ciego" (1997), con insistencia en la intimidad del observador y la constante búsqueda de una soledad permitida, casi siempre haciendo de límite entre la voz poética y el resto del mundo. Los versos de este libro se componen y descomponen al ritmo de lo anecdótico, lo cotidiano, del recuerdo fragmentado que hace aristas en la memoria, persiguiendo quedar liberado al fin de los anclajes involuntarios que el tiempo incrustó en los años pasados. Las horas del calendario evocan la nostalgia y los asuntos no resueltos. Cualquier intento por huir hacia el destino se impregna de palabras ya dichas y de escenas vividas en algún momento, como las horas futuras de un reloj antiguo. Somos habitantes del tiempo, de los días, de las estaciones. En cualquier momento te pueden asaltar las dudas de quien teme ser el mismo, aunque siembre su camino con estos poemas de ilusiones marchitas y lastre desprendido del corazón.

Fernández Espinosa es uno de los poetas más activos del actual panorama literario almeriense, vinculado con las corrientes estilísticas que se configuraron en el último cuarto del siglo XX. Se desenvuelve con soltura en el verso libre, persiguiendo la actualidad formal y la consecución de una poesía cercana.

 

Poesía
Adulto

"Un libro de amor, una antología de poemas de amor, como este amplísimo Desquiciado Romeo, corre el riesgo de acercarse mucho a la llama, demasiado al fuego de la vida. Sus palabras podrían ponerse a latir, a respirar en cualquier momento. Porque los libros de amor ni siquiera necesitan de un país llamado por ejemplo María, donde ir a morir los domingos por la tarde. Porque todos guardan una voz callada y el filo de una daga en el centro del invierno.
Dicen que es cosa de miradas, de capacidad de vuelo, de aullidos acaso. Quizá porque una mirada mira una mirada que mira otra mirada. Tal vez porque todo haya de ser vuelo. Como Sampedro —José Luis, claro—, Francisco Javier Fernández Espinosa sabe que la vida es un arder".
 

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