Pepepérez
Nació en el Hospital Civil de Málaga, creció en una posada del siglo XVII escuchando historias, trabajó en una tasca oyendo y contando historias inverosímiles. Se marchó a Sevilla por amor y por amor sigue allí.
Obras:
Pepepérez celebra sus 25 años en el oficio de cuentacuentos con una recopilación de textos suyos y que ha ilustrado un montón de gente que lo quiere.
Porque compartir es la palabra clave de esta aventura literaria y de los veinticinco años como profesional del cuento de este autor. Veinticinco cuentos, veinticinco ilustraciones, veinticinco CASI haikus, escritos expresamente para estas ilustraciones, y algún que otro poema suelto, es lo que se reúne en este libro que Pepepérez quiere compartir con sus lectores, por eso se ha dividido en tres partes.
En definitiva, Pepepérez quiere compartir este libro con todo aquel, aquella, aquellos o aquellas que quieran recibirlo entre sus manos.
Me llamo Pepepérez y soy contador de cuentos. Como adivinaréis, para contar historias necesito tener un buen almacén de palabras y con ellas crear nuevos cuentos. Por eso desde hace unos años me dedico a recoger las palabras que me voy encontrando por el camino. A veces las escucho en el autobús, en el metro, en la frutería o en el supermercado. Otras las recojo en el campo debajo de una seta o en una nube mientras viajo en avión. También pueden aparecer dentro de un sombrero o en el susurro de un abuelo. Las iba guardando en una caja hasta que un día decidí convertirme en coleccionista de palabras, algo que me recomendó un amigo mío que se llama Aurelio, que es un lápiz muy listo que lleva muchos años dedicándose a esto de las palabras. Como mi amigo Aurelio y yo vimos que no llegaríamos muy lejos, pedimos ayuda a través de un programa de televisión muy conocido que se llama La Banda y comenzó el aluvión de correos cargados de palabras. Con todas las palabras recibidas hemos creado más de cien cuentos de los que se recogen en este libro sólo una muestra que, eso sí, demuestra el inmenso valor de las palabras.
35 años viviendo del cuento dan para mucho. Te encuentras con otras vidas llenas de sus propias historias, ves paisajes, idiomas, colores y espacios diferentes. A veces te encuentras solo y otras demasiado acompañado, pero siempre buscando algo positivo en esas situaciones, porque por pequeño que sea ayuda a no abandonar. Hay días que se hacen largos, otros pesados, también los hay que van demasiado rápidos, otros subibaja y muchos, por suerte, muy bien abrazados, estos son los que engrasan la maquinaria y se conservan en el recuerdo para sacarlos en los malos momentos. No me arrepiento de haber cogido este camino, incluso cuando, a menudo, encuentre baches y cuestas difíciles de subir, porque son pruebas que hacen que crezca por dentro, y eso no me lo puede quitar nadie. ¡Mi tesoro!, como diría aquel. Y por supuesto, lo mejor de este oficio son las personas que se dejan abrazar con mis palabras y me los devuelven con su escucha. ¿Qué más se puede pedir?, bueno sí, que me gusta comer y beber bien y eso no es gratis. Pues por todo eso cojo carretera y manta y sigo en el camino, seguro que en algún cruce nos encontraremos.