Diego El Marrurro y su importancia en la seguiriya

Diego El Marrurro y su importancia en la seguiriya

El cantaor jerezano fue uno de los más destacados de su tiempo

26/03/2020

Texto: Aida R. Agraso

Según  narraba el recordado Manuel  Ríos Ruiz en la biografía que sobre el artista existe en la web de la Real Academia de la Historia, a Diego El Marrurro se le considera, según ha llegado a nuestros días, "uno de los más importantes intérpretes de siguiriyas de todos los tiempos. Su estilo por el citado cante ha trascendido de generación en generación", apunta, y anota una de sus coplas: "Si acaso me muero / pago con la vía / y no sabía ningún cirujano / del mal que me moría". Sobre esta copla en concreto, la web Horizonte Flamenco aclara que se le atribuyó a veces "a Antonio El Marrurro, que alguna vez compartió la escena con Silverio, y, con mucha más frecuencia, se le atribuye a Diego El Marrurro, nacido en 1850 y muerto en 1920, a quien conoció Chacón y de quien grabó este cante en 1913".

Estas fechas, que coinciden con los datos de los que disponemos, marcarían que este año se cumpliría el centenario de la muerte del cantaor, un artista de quien Ríos Ruiz sostiene, citando a "determinados teóricos y aficionaos", que "fue el inspirador de las interpretaciones de Manuel Torre y de otros cantaores posteriores del barrio jerezano de San Miguel".

Porque El Marrurro era de San Miguel, uno de los dos barrios neurálgicos del flamenco jerezano. Recuerda Pierre Lefranc en La polaridades del Jerez gitano: Santiago y San Miguel, que "a San Miguel pertenecieron Manuel Molina, el creador de cinco siguiriyas, casi todas impresionantes; el Loco Mateo que dio un nuevo giro a la siguiriya; Diego el Marrurro que creó la más conmovedora de todas; y Joaquín la Serna que abogó por una vuelta a la austeridad y la altivez. También de San Miguel fue la inmensa figura de Merced la Serneta que reconfiguró la soleá centrándola en las emociones, principalmente en Utrera por cierto, aunque mantuvo sus enlaces con San Miguel y volvió a menudo al barrio. También de San Miguel, pero muy a lo suyo, fue el cantaor no gitano Antonio Chacón cuya creatividad tomó otros senderos aunque grabó un número de cantes de la Serneta, Manuel Molina y Marrurro, todos paisanos suyos de San Miguel. Tampoco se cierra el desglose con estos nombres. Entre los grandes cantaores grabados, algunos de los cuales dejaron su impronta en determinados cantes, se sitúan Manuel Torre, Agujetas padre, Manuel Agujetas, Rubichi y el Tío Juane. También Juanito Mojama era de San Miguel, pero en sus venas corría también sangre de Santiago. El gran logro acumulativo de San Miguel se inclina hacia la expresión poderosa de la pena más profunda y desnuda - el cante como una invitación a la exacerbación - con toques frecuentes de rebeldía u ocasionales de altivez".

Este es el barrio del que surgió El Marrurro, quien, pese a que según Ríos Ruiz tuvo una trayectoria profesional circunscrita a reuniones de cabales y esporádicas actuaciones en público, fue -o al menos eso dice la tradición oral y añade el escritor jerezano- creador de una malagueña o transformador de tangos en tientos al ralentizar el compás, "aunque no existen datos concretos o referencias escritas". En este sentido, la web Quejío Flamenco afirma que "fue uno de los más importantes cantaores de su tiempo, creador de varios estilos como tonás, tangos, tientos, etc, pero se significó con sello muy especial por siguiriyas". Añade, en este punto, otra letra:

NO TE PUEO QUERÉ
(Siguiriyas del Marrurro)

Ay, me pies que te quiera;
no te pueo queré,
porque tú eres una gitana mu mala,
válgame un Divé.

Cuando te vi yo aquel día,
yo me eché a llorá;
me daba cuanta que tú por mí tenías
poca voluntá.

Sobre su faceta creativa, añade Ríos Ruiz en su reseña biográfica que  "los cantaores profesionales que le siguieron lo aseguran, lamentando que no alcanzara la época del disco". Y reproduce unas palabras de Ricardo Molina -quien lo considera “un insigne creador”- que pueden encontrarse en el Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco, firmado por el propio Ríos Ruiz y por el también añorado José Blas Vega: “Trágica majestad y desbordante congoja, son sus notas peculiares. La aludida congoja se traduce por dos gemidos bien marcados en cada tercio. Esos gemidos no son más que ayes en potencias o acaso reprimidos, que pugnan por brotar y continúan la melodía de los tercios. No son, sin embargo, notas que gimen, sino gemidos que cantan, como si hubiesen surgido irreprimibles en el curso del cante y se hubiesen matizado de él formando un todo inseparable”.