Cancionero de La Niña de los Peines

Cancionero de La Niña de los Peines

Letras interpretadas por Pastora Pavón, La Niña de los Peines, en torno a la década de los 30 del siglo pasado

06/04/2020

El cancionero del cual extraemos textualmente tanto su prólogo como algunas de las letras en él contenidas fue publicado en la década de los años 30 del siglo pasado, en Sevilla. Lo protagoniza La Niña de los Peines y, junto a ella, pero en un segundo plano, Los Cuyanos, ya que se trata de una edición hispano-americana "en homenaje a los más fieles intérpretes del alma andaluza y criolla".

Contiene un prólogo exquisitamente escrito, firmado por J.L.D., donde ensalza y valora no solo al cante jondo -tengamos en cuenta la fecha de su publicación y las características sociales y culturales de la época- sino también a la cantaora, representante de lo que el autor sitúa a la altura de monumento andaluz. 

Llamamos la atención sobre los martinetes que se reproducen por una peculiaridad. El inicio de la letra fue citado como ejemplo por Federico García Lorca en su conferencia sobre el cante jondo (ver este enlace, página 13). Pues bien, en el cancionero de La Niña de los Peines viene tal y como la cantaba ella, lo que permite distinguir las diferencias entre ambas.

Pastora Pavón y su Cante Grande

¡Sevilla!

El que se acerque a la bruja ciudad con ánimo de gustarla y comprenderla y no descifre el sentido oculto, el misterio de su lenguaje de formas populares, verá espectáculos plásticos, no intimidades psíquicas. La Catedral, el Alcázar, las Iglesias, Valdés Leal, Murillo, nos dicen cosas grandes, estéticas e históricas, pero sólo lo popular revela el problema y el enigma andaluz. Lo que de soslayo parece baladí, ahincando la mirada cobra importancia suma, porque es substancia, enjundia anímica. Así el toreo y su ambiente, el "cante jondo" y su atmósfera, el baile flamenco y su paisaje, la saeta, el dardo místico, símbolo del sentimiento religioso, son manifestaciones máximas, aunque recónditas y humildes, de un estilo de vida personalísimo, los cuatro puntos cardinales de la sensibilidad mostrenca de un pueblo. Lo que éste no puede expresar por medio del gran arte, lo manifiesta toreando, bailando o cantando. Es su lenguaje expresivo. Un cantar suele tener tanto significado para el psicólogo zahori como un monumento.

Y aquí el monumento expresivo se encarna en la figura gitana de Pastora Pavón, 'Niña de los Peines'. Artista famosa, cuyo sólo nombre cruzó palmo a palmo los horizontes del mundo, llevando a los más apartados confines el abrazo de nuestro espíritu y nuestro sentimiento.

En la Niña de los Peines vive el corazón del pueblo andaluz, tierno, apasionado, jubiloso.

Ella es su voz verdadera, su voz profunda, su voz inmortal; por eso su copla dice la poesía de todas sus pasiones, de todos sus tormentos, de todas sus alegrías. Su seguidilla, ligera y donosa, es una bandera lanzada al viento, como correr de aguas claras, bajo frondas de naranjos en flor. Su "soleá" es un ritmo de quejas y sollozos contenidos, como un dardo certero, como puñal que mata traidora y siniestramente. Profunda como el rencor y encendida como el odio, es su "seguiriya gitana" decidora de penas, celos y desdenes, con frases que tienen sonoridades de tormenta y murmullos de maldiciones y ensalmos.

Pastora Pavón conserva la pureza de un cante legendario que sólo ella es capaz de expresar con sufrimiento; porque ese "cante grande", gitano e intransformable, ha de expresarse con sufrimiento. Un "cantaó" que no sufre es una guitarra sin cuerdas; hace ruido, pero no suena. Las gentes creen, por lo regular, que los "ayer y jaeos" son presumidos adornos, agilidades; floreos como los de las tiples ligeras; mentira, son gemidos, y por eso, según lo que sufre cada "cantaor", estruja y moldea la copla para darle la forma de su queja y el sabor de sus lágrimas. 

Esta es Pastora "la de los Peines": espíritu sublime, temperamento exquisito y profundamente sensible a todas las manifestaciones de una raza superior que sabe reír y llorar a un tiempo.

J.L.D.

Fandangos

Al ver un pájaro herío,
qué pena grande me da,
al ver un pájaro herío;
yo maldigo al cazaor
que con su certero tiro
su alegre vuelo cortó.

Vente serrana conmigo,
tienes muy buena persona,
vente serrana conmigo,
te llevaré en mi capona;
me esperan unos amigos
en la feria de Carmona.

Sostienen lucha cruenta
tu corazón con el mío,
sostienen lucha cruenta,
y el tuyo será el vencío
si eres bueno y tienes en cuenta
lo que por ti he padecío.

Cuando la guitarra suena,
el alma se me conmueve,
cuando la guitarra suena,
tengo unas veces alegría
y otras veces tengo penas.
¡Qué amarga llevo la vía!

Que fuí de mal proceder,
al mundo le vas contando
que fuí de mal proceder,
sigue tu infamia ocultando,
que yo no descubriré;
sé que me estás engañando.

Dicen los sabios doctores
que la ausencia causa olvido,
dicen los sabios doctores;
y yo a esos sabios les digo, 
que a la ausencia con amores
es preferible un castigo.

Que el querer purificaba,
yo era malo y no sabía,
que el querer purificaba,
pero al conocerte a tí
sentí que me transformaba
y en bueno me convertí.

Con corona de romero
te tengo que coroná,
con corona de romero,
de rosas el delantal
y de azucenas el pelo
por graciosa y por juncal.

Que me afloje las caenas,
suplícale al carcelero,
que me afloje las caenas
que arrastro porque te quiero;
si no es bastante condena
que las apriete de nuevo.

Tarantas

Tengo penas más de mil
que no me salen a la cara;
un sabio me dijo a mí
que yo los tiempos tomara
como los viera venir

Con sombrero a lo lorquino
quiéreme, que traigo capa,
un camisón con dos tapas,
pantalón de paño fino
y botonaúra de plata.

Cuando más farta me hacía
la ingrata me abandonó,
pero vendrá en busca mía,
y entonces la diré yo:
¡vete de la vera mía!

Martinetes

A mí me llaman Curro Puya
por la tierra y por la má.
En la puerta una taberna
soy piedra fundamentá.

-Ven acá -a mí me dijeron-
que tú has hablaíto mu mal de mí,
mira tú mi corazoncito,
no quise creerlo en ti.

Soy herai en el vestí,
caló en mi nacimiento;
yo no quiero ser herai:
con ser caló me contento.