Antonio y Rosario comienzan su carrera artística a principios de los años 30; ambos llegan por separado a la Academia Realito y será allí donde el maestro asigne a Antonio Ruiz Soler, destacado niño prodigio, una  compañera de baile de similares características Florencia Pérez Padilla. Sus inicios consistieron en actuar en fiestas y teatros locales junto a artistas profesionales teniendo su  gran actuación con una representación para Alfonso XIII y Victoria Eugenia en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929). Enseguida empiezan a trabajar por el resto de Andalucía, otras provincias y Madrid, donde les llaman Los Chavalillos Sevillanos, nombre artístico que perdurará hasta el final de su trayectoria como pareja artística.

Con motivo de la Guerra Civil se marcharon a Buenos Aires (Argentina) debutando en el Teatro Ateneo de Buenos Aires, y continuando con una gira por toda Sudamérica. Los años cuarenta suponen el gran salto artístico de la pareja. En 1944 ofrecen un concierto en el Carnegie Hall y su éxito les proporciona una gran cantidad de contratos para actuar en las ciudades más importantes de Estados Unidos, llegando  incluso a bailar en la Casa Blanca ante el presidente Roosevelt. Regresan a España en 1949 y tras una aclamada gira nacional, se adentran en el viejo continente, pasando por las más importantes tablas de las capitales europeas.

Tres años después de regresar a España Rosario y Antonio, se separaron, después de haber trabajado juntos durante veintidós años, como consecuencia de unas desavenencias. Con la disolución de la pareja, termina una etapa especialísima de arte joven, fresco y gran actividad creadora.