Este argumento sirve además de centro para la creación de una obra común, paralela a las que de manera individual presenta cada autor. Dicha obra, de formato videográfico, nos muestra el estilo personal de los artistas y nos deja ver los puntos comunes en su obra. Tal y como ocurre en la obra conjunta, al observar la exposición encontramos que en las diferentes propuestas que los autores ofrecen se pueden apreciar puntos de concurrencia, tales como el proceso, la transformación, la tierra o la identidad.

El proceso transformador encuentra su máximo exponente en Nódulo, la obra de Alba Moreno, donde una serie de retratos nos muestra las dificultades comunicativas que la artista encuentra en su entorno, tanto personal como profesional, y que culmina con una instalación en la cual las fotografías que radican en su interior se vierten en el suelo destruidas-transformadas.

Eva Grau, por su parte, nos muestra en su obra, La redención de los hijos de Caín, como símil de la tradición religiosa, que hay dos factores claves en el devenir de la Historia, la importancia de la tierra y el uso de la violencia animal como respuesta automática ante las amenazas.

Por último, situada en el centro de la sala, se encuentra Criba, la instalación de Javier Artero, una mesa sobre la que se despliega una bobina de tela blanca que funciona de mecanismo para grabar un vídeo, el cual, posteriormente, se proyecta sobre la misma tela. Un mecanismo que nos presenta alegóricamente las diferentes fases, de nuevo, estados, de su proceso creativo: el fin y el medio.

En definitiva, esta exposición se plantea no sólo como el comienzo del Programa Iniciarte, sino que también, estableciendo un paralelismo con el lenguaje musical, a modo de preludio para estos tres artistas que se reúnen por primera vez, ajustando así sus voces como en una metafórica composición musical.

El catálogo que acompaña a la exposición contiene el texto de Juan Francisco Rueda Tres estados. Todo fluye. Ola polifonía procesual.