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Aunque las evidencias arqueológicas son aún muy limitadas al respecto de un antiguo asentamiento prerromano, todo parece indicar que éste se habría encontrado situado en la cima del cerro, de acuerdo a un esquema de poblamiento en altura probablemente fortificado.

Por su parte, la antigua ciudad romana de Singilia Barba no tuvo continuidad en ningún núcleo urbano posterior. Se encuentra en los terrenos del conocido como Cortijo del Castillón, al pie del cerro homónimo, en el término municipal de Antequera (Málaga), a unos siete kilómetros al oeste de ésta, la antigua Antikaria. (Fig.1 - Localización de la ciudad)

Diferentes autores han señalado la importancia del enclave en las comunicaciones bidireccionales norte-sur entre la costa mediterránea y los valles del Genil-Guadalquivir y las tierras del interior-Sierra Morena, así como las enormes posibilidades agropecuarias de la rica vega del río Guadalhorce en la que se localizaba. De hecho, además de estas dos ciudades de primer orden -Singilia Barba y Antikaria- en el área han sido documentados numerosos yacimientos de carácter rural que constatan esta intensiva explotación y ocupación del territorio. Todo parece indicar que una de las principales fuentes de riqueza de la ciudad de Singilia habría sido su participación en redes y actividades comerciales; así parece también obtenerse de la lectura de algunos epígrafes, que constatan no sólo la inclusión de influyentes singilienses en diferentes mercados lusitanos o cordubenses, entre otros, sino también el peso en la ciudad de la población emigrante (incolae) y la capacidad de ascenso del sector libertino. Como objeto de comercio que empleaba estas rutas es muy posible que se encontraran, propiciado por el favorable transporte fluvial, los materiales lapídeos del entorno de Antequera y los distritos de Mijas-Coín.

Si las fuentes conservadas al respecto de las ciudades de la Hispania romana, apenas aluden a este municipio flavio, mayor información ha sido la obtenida a partir de las evidencias epigráficas recuperadas en su solar. De entre ellas destacan las alusivas al asedio sufrido por la ciudad por parte de los mauri en la segunda mitad del siglo II d.C., en el marco de las razzias -de alcance discutido según los diferentes autores- que estos grupos seminómadas protagonizaron en tierras de la Bética.

Para su caracterización urbana, a las noticias históricas se suman hoy las evidencias arqueológicas aportadas por las discontinuas campañas de trabajos en la ciudad. En buena parte de los casos, no obstante, no ha sido posible identificar sobre el terreno los elementos citados por antiguos viajeros y eruditos, planteándose en ocasiones dudas al respecto de la fiabilidad de estos relatos y crónicas. Así, se hace referencia a un gran lago o estanque que, a partir de las descripciones, parece haber estado cubierto con mosaico, o a los acueductos que se encargaban de hacer llegar el agua hasta la ciudad. También sabemos que era productora de terra sigillata (hispánica), de la que se han documentado y estudiado los vertederos de algunos de sus alfares.

En el curso de las excavaciones de las últimas décadas ha sido exhumado igualmente un sector del que se ha identificado como foro del municipio. La gran plaza abierta pavimentada con losas de piedra caliza no parece ofrecer dudas al respecto. En torno a ella comienzan a definirse diferentes espacios de carácter público entre los que sus excavadores han reconocido un ninfeo -de planta rectangular absidada- y la curia del municipio, en cuyo perímetro interior, incluso, se han conservado parte de los sitiales destinados a los decuriones (Fig.2 - Restos del foro). De hecho, de este sector procederían, probablemente, la mayor parte de las inscripciones de la ciudad, en un muy elevado porcentaje de carácter honorífico-oficial.

En el área circundante se han localizado igualmente restos de algunas de las necrópolis de la ciudad, objeto de recientes intervenciones y estudios. En ellas se hallaron fragmentos de sarcófagos y enterramientos de notable monumentalidad. De hecho es también en las necrópolis donde mayores evidencias se posee de la continuidad de ocupación de la ciudad en época tardía, hasta, al menos, el siglo VI. Posteriormente, la cima del cerro parece haber sido ocupada, con probables fines de control estratégico del territorio, por contingentes islámicos. Allí los últimos restos, en forma de cerámicas dispersas en el área, sugieren su abandono definitivo en el siglo XII d.C.

Lamentablemente, los restos hoy visibles en el entorno del Cortijo del Castillón no hace justicia aún a la dinámica y próspera Singilia Barba que se reconstruye a partir de los datos epigráficos; como señaló el Padre Cabrera ya en el siglo XVII "todos indicios grandes de que esta Ciudad lo ubiese [sic] sido mucho".

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