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Carrusel de imágenes con fin decorativo de diversas ilustraciones relacionadas con el Siglo de Oro: Plano frontal del Corral de la Montería, Reproducción de un cartel de comedias y diversos contratos de compaías teatrales.

Siglo de Oro
Ambiente social sevillano


(Fig.1). Comedia Reynar después de morir

La ciudad de Sevilla ostentó el monopolio del comercio español en el Nuevo Mundo durante los siglos XVI y XVII. Aunque éste resultó en la práctica más ficticio que real, no cabe duda que la decisión de la Corona de colocarla al frente del tráfico mercantil con las Indias, hizo de Sevilla el mayor centro comercial y marítimo de la cristiandad. No en vano, merced a ese privilegio, durante mucho tiempo fue cita de encuentro y paso obligado para toda persona que quisiera relacionarse con las nuevas tierras. Franceses, ingleses, holandeses, genoveses, saboyanos y gentes de todos los rincones de la vieja Europa, fijaron en ella su residencia al amparo de las magníficas posibilidades que ofrecía la empresa americana para hacer fortuna. Muy pocos lo consiguieron, pero bien es cierto que a merced de ese deseo los barrios de Sevilla se poblaron de numerosas colonias de extranjeros nota 2 y peninsulares. Su asentamiento en algunas ocasiones llegó a ser tan considerable que hubo calles que, incluso, cambiaron de nombre, como por ejemplo, la antigua calle 'Castro' nota 3, que ya a fines del siglo XVI se empezó a llamar 'calle de los vizcaínos'.

(Fig.3). Firma de Miguel de Cervantes

Pero todo lo que llegó por aquel entonces a Sevilla, no fue bueno: la confluencia de dos mundos, emporio del comercio mundial, trajo consigo nuevas doctrinas y herejías que perturbaron la tranquilidad del espíritu sevillano. Fue, igualmente, refugio de ladrones, rameras, rufianes y gentes del mal vivir. Fue el paradigma del lujo, el boato, el brillo y, también, de la confusión. El astigitano Luis Vélez de Guevara (Fig.1) la denominó 'Cairo español', 'Babilonia castellana'... Y Cervantes (Fig.2) (Fig.4), entre otros grandes escritores, ya advirtió que había en Sevilla un género de gente ociosa y holgazana, a quien comúnmente suelen llamar 'gente de barrio'. Toda esta muchedumbre más los mercaderes, obreros, marineros, gitanos, rufianes, buscones, celestinas, mendigos, nobles, etc., etc., fueron hombres y mujeres que gustaron de frecuentar el teatro. Es un público que refleja, fundamentalmente, las clases medias de la sociedad. Como dice el prof. Sentaurens "...la mayoría de los espectadores son gentes lo bastante acomodadas como para adquirir de manera regular localidades de teatro, y, además, para disponer de tiempo a su gusto" nota 4.

(Fig.2 - quien no vio Sevilla, no vio maravilla)

De estas palabras preliminares es fácil deducir que, al ser Sevilla una de las ciudades más grandes del mundo, y de aquí el dicho de "quien no vio Sevilla, no vio maravilla", tenga necesidad también de albergar más teatros (corrales de comedias) que ninguna otra, como veremos a continuación.

Nota 2: Son muchos los testimonios que podríamos aportar para respaldar esta aseveración. Valga como ejemplo el del prof. Juan de Mata Carriazo y Arroquia: “Negros, esclavos y extranjeros en el barrio sevillano de San Bernardo (1617-1629)”, en Paseos por la historia de Sevilla, Sevilla, Área de Cultura del Excmo. Ayuntamiento, 1999, pp. 163-178. Publicado anteriormente en: Archivo Hispalense, Tomo XX, nº 64-65 (1954), pp. 121-133.
Nota 3: Actualmente se denomina calle Fernández y González: “... Castro venía siendo indistintamente compartido con el de Vizcaínos, que al parecer era la denominación popular de la calle. Así puede deducirse de un documento catedralicio de 1697, en el que se habla de la “calle de Castro, que bulgarmente llaman de Vizcaínos. Este nombre, también según Peraza, alude al establecimiento de una nutrida colonia vasca dedicada a la compraventa de hierro...” (Cfr. AA.VV. Diccionario histórico de las calles de Sevilla, Sevilla, Consejería de Obras Públicas y Transportes / Ayuntamiento de Sevilla, 1993, p. 357, t. A-K).
Nota 4: Jean Sentaurens, “Bailes y entremeses en los escenarios teatrales sevillanos de los siglos XVI y XVII: ¿géneros menores para un público popular?”, El teatro menor en España a partir del siglo XVI, Madrid, CSIC (Anejos de la Revista Segismundo, 5), 1983, pp. 67-87; p. 77.


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