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Estuvo situado en la manzana que hoy día flaquean las plazas y calles siguientes: Plaza de San Pedro, Plaza de Cristo de Burgos, Ortiz de Zúñiga, Plaza del Buen Suceso y Mercedes Velilla. Ocupa parte de esta manzana, actualmente, la iglesia del Buen Suceso, edificio que se construyó en el primer tercio del siglo XVIII. También está, recientemente construido el colegio de Aparejadores que podría ocupar parte de lo que en su momento fue el corral de San Pedro. Siempre se ha dicho que estuvo situado: " frontero a la puerta de la parroquia de la misma advocación, en linde con el famoso Mesón de la castaña". En aquel entonces ese

espacio es un 'corral' que fue alquilado por Mateo de Salcedo (Fig.1), autor de comedias, en marzo de 1600, conjuntamente a Juan Bautista de Aguilar, maestro de hacer invenciones. El contrato para el alquiler del lugar en donde se levantaría el teatro no había sido aportado por ningún historiador y, aunque se conocían ciertos datos, jamás habían sido refrendados por la documentación pertinente. Éste y otros documentos inéditos ayudan a la clarificación de nuestro histrionismo y justifican el pertinaz empeño de los investigadores por desentrañar tantas nebulosas que aún quedan en la Historia del teatro sevillano.

"...Gonzalo de la Fuente, y doña Beatriz de Rivera, viuda mujer que fue de don Pedro Ponce de León, vecino de esta ciudad de Sevilla , en la collación de San Vicente, y yo don Diego de Rivera, vecino de esta ciudad de Sevilla, en la collación de Santa Catalina [...] y en voz de los herederos de doña Luisa Martel y don Diego Ponce de León [...] los cuales le arriendan a Mateo de Salcedo, autor de comedias, vecino de esta ciudad de Sevilla [...] y es presente, unas casas grandes con lo que les pertenece, que son en esta ciudad de Sevilla, en la collación de San Pedro, que lindan con casas del Veinte y Cuatro Gaspar Ruiz e Montoya y con el Mesón de la Castaña, y os las arriendo desde el primer día del mes de septiembre de este año en que estamos de mil y seiscientos en adelante hasta fin del mes de diciembre del año venidero de mil y seiscientos y nueve, que son nueve años y un tercio, por precio cada un año de tres mil reales, los cuales nos habéis de pagar [...] de cuatro en cuatro meses antes que empiecen a correr lo que montare, una paga pos de otra..." (Fig.2) .

Una vez firmado el compromiso de alquiler -se realizó el quince de marzo aunque el arrendamiento no correría hasta el uno de septiembre-, Mateo de Salcedo hubo de ponerse manos a la obra para disponer de ese teatro lo antes posible . Según el historiador López Martínez , Salcedo hubo de confiar la ejecución del teatro en algún experto dado que tendría que ser supervisado y aceptado por el arquitecto municipal, Juan del Río de Celaya. Es probable que sus fiadores se convirtieran en 'socios' ejecutores del proyecto. Esta hipótesis nos surge al leer, en el documento aportado, cómo Juan Bautista de Aguilar, escultor de figuras , vecino de Sevilla en la collación de San Salvador, lo identifica como experto "en la carpintería"; lo mismo ocurre con Lázaro Díaz, que era "latonero" imprescindible para la estructura metálica. El tercer socio/fiador se llama Gonzalo Zamorano que, al no ofrecernos el documento su oficio y sí el lugar de residencia "el Mesón de la Castaña", suponemos que podría ser un socio capitalista o persona con buena reputación.

Respecto a la suposición de López Martínez sobre que el maestro Mayor de obras del Ayuntamiento 'aprobara' los planos del corral de San Pedro, podemos aportar lo siguiente. En 1594 Juan del Río Celaya, 'maestro de cantería', por aquel entonces, escribe al Cabildo solicitando se le nombre "maestro" mayor, en lugar de Diego de Velasco, que había fallecido. Se ofrece para vigilar "...todas las obras de cantería, albañilería y fuentes..." que se hicieren en la ciudad. Una vez pasada por Cabildo esta solicitud (31-I-1594) e informada por los técnicos competentes, deciden darle el puesto solicitado, sin asignación de salario "...y que cuando entienda en alguna obra se le señale salario por los días que en ella se ocupare, como se hacía con Diego de Velasco..." .

Como tal maestro Mayor y atendiendo a sus obligaciones, al no ser el corral de San Pedro un edificio municipal, es posible que lo visitara, pero sólo y exclusivamente si Salcedo lo reclamó para pedirle su parecer. Lo único cierto es que no se conserva en el Archivo Municipal documentación que avale la afirmación de López Martínez, mientras que hay constancia de las actuaciones de Juan del Río, tanto a nivel particular como profesional, en materias de su competencia. Así, algunos meses más tarde de su nombramiento solicita las llaves de los almacenes de las fuentes para visitarlas por primera vez y conocer si necesitan sus servicios . En todo el año de 1600, a partir del arrendamiento de las casas, no he encontrado en las Actas Capitulares referencia alguna sobre la supervisión de obras en el corral de San Pedro -y sí hay constancia de su quehacer como arquitecto municipal- por lo que hemos de situarnos en el campo de las hipótesis, como he dicho anteriormente, hasta que no nos lo pruebe algún documento .

En octubre de ese mismo año, según López Martínez, se inauguró el corral con la compañía de su yerno, Lope de Sacieta (Fig.3), esposo de su hija Gerónima de Salcedo. En estos primeros años del S. XVII se dieron ciertas novedades de las que pudo disfrutar la actividad teatral de este corral como fue el hecho de 'anunciar' las representaciones, pegando los carteles. La primera noticia es la que nos dejó Luis de Oviedo (Fig.4), autor de comedias, que contrató en Sevilla a un esclavo de Don Luis Téllez de Guzmán para que hiciera este trabajo .

Poco podemos aportar ni comentar sobre la arquitectura del mismo, a pesar de haberse escrito por los críticos que ésta es "parcialmente conocida", ya que nada sabemos documentalmente de su construcción, salvo que se realiza ex professo para ese fin y que los materiales serían, fundamentalmente, la madera y el hierro.

Lo más digno de destacar es que Salcedo se había convertido en empresario de un negocio en el que él se había iniciado desde los peldaños más bajos, algunos años antes. No solamente había tomado parte en las representaciones de la festividad del Corpus a finales del siglo XVI , sino que en tantas ocasiones -bien con compañía ajena o con su propia compañía- había participado en la vida teatral sevillana antes de iniciarse como empresario . Si en un principio no le fue bien la gestión del corral de comedias La Longaniza (1575), en Valladolid, le sonrió la fortuna en Sevilla, no solamente como empresario teatral, sino como 'posadero' pues regentaba el mesón de la Castaña, situado puerta con puerta de lo que sería más tarde el corral de San Pedro -así lo especifica el contrato cuando habla de sus lindes- y en donde se hospedaban gran parte de las compañías que venían a la ciudad , y como gestor de varios establecimientos o tabernas donde se vendía vino . Por ello no nos ha de extrañar que sus vecinos le considerasen un hombre afortunado, además de rico. Así lo dice Mateo de Andrada; o Juan de Abellán, presbítero, mayordomo de la fábrica de San Pedro, que valora su capital en cuatro mil ducados; o Francisco de Avellano; o Juan López de Haro que repitiendo sustancialmente lo que han dicho los anteriores, comenta el negocio del vino y lo cuantifica en dos mil arrobas. Todos son testigos que avalan el que Mateo de Salcedo pueda hacerse cargo de sus tres nietos, Cristóbal, Melchor y Catalina, hijos de Gerónima- su hija- y Lope de Sacieta y Abendaño - su yerno- los cuales habían muerto en Valladolid dejando huérfanos a los niños .

Pero Mateo de Salcedo muere en Febrero de 1608 y su corral, que había conseguido una buena aceptación de un público de artesanos, negociantes, hombres de leyes, eclesiásticos y aristócratas, empieza a declinar. Se hace cargo del mismo una vez muerto Mateo, su único hijo varón, Nicolás. Las súplicas de Nicolás de Salcedo a la Villa para que aceptara explotar como suyo el de propiedad de su padre, no sirvieron de nada :

" Ofrecemos a V.S. , porque de licencia para que se represente en el dicho nuestro corral de San Pedro, la mitad de los aprovechamientos que nos pertenecen y hubiéramos de tener en el dicho corral que serán de mucha consideración a V.S. y pedimos y suplicamos mande aceptarlo y dar la dicha licencia." .

Aunque no se hizo ninguno de nueva planta, Diego Almonacid convenció a las autoridades para que hicieran suyo el de Doña Elvira, alegando razones tales como que estaba

"su sitio apartado del dicho Coliseo, donde conviene y es a propósito para los dichos autores y para la gente de Triana y Arenal y San Bernardo y barrio de la Iglesia Mayor y asímismo para el dicho Coliseo porque si se representase en el corral de San Pedro, a mí y a los dichos autores y a todas las gentes de las partes dichas, sería hacernos muy gran daño y pérdida por estar juntos y por otras muchas causas..." .

Causas que no manifiesta pero que se entienden como una presión velada al Municipio al ser su persona quien tiene en su poder la explotación del corral municipal.

Pero ni el licenciado Juan Gomes Candela, ni Nicolás de Salcedo, podían esperar un enemigo como Diego de Almonacid que pretendía el monopolio del teatro y no paró hasta conseguirlo. Es evidente que Almonacid se llevó el gato al agua dado que, además, a la Villa le interesaba el mayor negocio posible.

Hemos de destacar el hecho significativo de este espacio: su explotador, Mateo de Salcedo era, a su vez, 'autor de comedias', por lo que su propia compañía actuó siempre en su corral. Esto fue algo fuera de la norma, dado que lo característico de la época es todo lo contrario: la movilidad absoluta de las compañías que no permanecían más de media temporada en un mismo lugar (si era el siglo XVI) y menos de tres meses (ya en el siglo XVII). Por tanto, podemos hablar del primer teatro estable de su época.

El corral de San Pedro hubo de estar en su máximo esplendor -según dicen los críticos- por los años de 1604/1605 a juzgar por los muchos contratos que otorgó Salcedo a directores de compañías; esta afirmación no se corresponde a la realidad de la investigación que, hasta ahora, nos ha dejado escasos testimonios de su quehacer como empresario. Es curioso destacar cómo el propio Diego de Almonacid disfrutó de un 'aposento' en este corral, aposento que él mismo se había fabricado en unas casas lindantes, propiedad de Francisca de Cardoso y Jerónima de San Miguel, " que tienen la vista al corral de la comedia..". Se lo alquilaron por tiempo de 5 años. Pagaba 50 ducados al año. Corría el año de 1604 y lo estaba gozando desde hacía 4 años. Es decir, desde su creación .

Bien pudieron pasar por sus tablas todos los autores más afamados de la época y, entre ellos, destacar, a Antonio de Villegas, vecino de Sevilla, que mandó hacer (y pagó por ello 300 reales), una comedia titulada Las navas de Tolosa (Fig.5), a Hernando de Luna .

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