Texto: Keith Huff

Adaptación y dirección: David Serrano

Quién no recuerda aquel Roberto Álamo textualmente reencarnado en el Urtain de Animalario y qué decir de Sergio Peris-Mencheta de quien recientemente hemos disfrutado de puestas en escena como Tempestad o de sus interpretaciones en películas como El capitán Trueno y el Santo Grial.

Pues bien, estos auténticos animales de escenario se ponen a las órdenes de David Serrano -autor, director de teatro y cine, guionista, etc.- para ofrecernos Lluvia constante, primera pieza de una trilogía sobre policías de Chicago, de Keith Huff dramaturgo residente en el Chicago Dramatists y cuyas obras no dejan de representarse en Estados Unidos y toda Europa.

Lluvia constante fue producida en Nueva York en 2006 y llegó a Broadway en septiembre del 2010 protagonizada por Hugh Jackman y Daniel Craig, bajo la dirección de John Crowley, batiendo el récord de espectadores semanales para una obra de teatro no musical.

Nos llega ahora la versión española. Una versión en la que Álamo y Mencheta se transmutan en dos policías al margen de la ley, dos amigos de toda la vida, dos personalidades distintas que se enfrentan y reconcilian, dos actitudes cómplices ante la violencia en el marco de dos espacios escénicos: una casa y una comisaría. Aparentemente estamos ante la archiconocida situación del policía bueno y el policía malo, pero el autor ya se ha encargado de dejar claro que ninguno es bueno o, dicho de otra forma, que ambos son malos. Nos encontramos
por una parte con la tiranía de la furia y por otra con la desesperanza de la sumisión. Entre ambas toma forma la corrupción, el asesinato, la venganza y, sobre todo, la incapacidad de asumir la responsabilidad de las conductas de estos dos ¿amigos?

La conflictiva relación entre estos dos policías se incrementa a causa de hechos de sangre originados y ejecutados por la desmesura emocional del primero y tolerados por la pasmosa debilidad afectiva del segundo.