Si hoy nos sentimos tocados por ciertos dibujos prehistóricos, por el misterio que se desprende del arte naif, o el arte de los locos, los grafitis de calle, es porque hacen resonar en nosotros unos vínculos esenciales con determinadas fuerzas benéficas o maléficas, con la armonía del orden cósmico, con los ciclos naturales...

Antoni Tapies

MAZÙT

Dos seres van en busca de su animal interior

porque la humanidad les supera porque han perdido el instinto

porque el mundo va demasiado rápido

hay demasiadas palabras, demasiados discursos.

Quieren reencontrarse con sus primeras sensaciones

se preparan, buscan en los rincones de lo cotidiano

las puertas abiertas hacia el primer inicio

antes de los hombres en pie,

antes de los hombres pensantes,

no ser más que cuatro patas

expirar, inspirar, respirar,

reencontrar el primer aliento el punto de partida

ser un ser que respira

y observa el mundo.

Tratamos de atrapar esos momentos, esos lugares inestables, donde el cuerpo tiembla cuando busca la inmovilidad, la línea entre el dominio y el no-dominio, entre control y abandono.

Lo importante radica seguramente en lo que pasa entre las pausas, entre las cumbres, cuando nos perdemos, cuando el cuerpo tiene que encontrar la solución.

Es en estas encrucijadas donde podemos atrapar al otro, sentirlo, encontrarlo, allí donde ya no exigimos, donde dejamos que suceda, porque nada sucede como habíamos previsto, todo cambia, nos adaptamos constantemente, somos seres de transformación.

REESTRENAR MAZÙT HOY

Mazùt es una obra que representa un giro en la trayectoria de investigación de la compañía y que ha permitido al equipo de Baro d’evel seguir con la descompartimentación de sus lenguajes. Al afirmar el trabajo a través de la materia, todo deja huella y el dispositivo escenográfico y sonoro genera una inmersión total dentro del cuadro que es el espectáculo.

Esta obra ha contado mucho para Camille Decourtye y Blaï Mateu Trias. Ha hecho nacer aquello hacia lo que tendían desde hace años y ha sido el punto de partida de las siguientes creaciones, Bestias y el díptico Là, sur la falaise. Paradójicamente esta obra fue poco vista, por eso queremos que vuelva a los caminos de la gira.

Mazùt nació del dúo, en el escenario, entre Blaï Mateu Trias y Camille Decourtye, pero la solidez de la obra permite a la compañía considerarla una primera experiencia de transmisión de un repertorio. Los dos artistas intérpretes, Marlène Rostaing y Julien Cassier, pertenecen a la misma generación, sus trayectorias son prolíficas, su talento innegable y el equipo de Baro d’evel se lanza a esta aventura con ellos con plena confianza.

BARO D'EVEL

Uno de los acróbatas de la compañía contaba recientemente que su primer recuerdo dentro de Baro d’evel fue que nos conoció cuando estábamos fabricando una pared de papel con 80 carteles pegados entre sí. Esa anécdota dice mucho sobre cómo funciona la compañía. Efectivamente, nuestra investigación no está compartimentada y todos los artistas, así como los colaboradores y los técnicos, se mueven, se influyen dentro de sus particularidades.

Ponerse, desde un punto de vista artístico, en peligro, buscar un arte total, es un desafío motor para nosotros, necesitamos intercambios, encuentros, al mismo tiempo que buscamos la excelencia de cada disciplina. Es un trabajo arduo y diario, mezclamos el movimiento, la acrobacia, la voz, la música, la materia, y nuestra particularidad es incorporar a esa búsqueda la presencia de los animales. En nuestros espacios de actuación, pensados como pequeños joyeros, los animales que están en el escenario aportan cierta emoción resplandeciente, al espectador le impresiona su presencia y la representación se percibe de otro modo.

Nos gusta arriesgarnos y realizar una escritura precisa, dispuesta a improvisar continuamente, pensar en una dramaturgia con compartimentos, como poemas interiores que van fabricando uno mayor.

Es paradójico tener escrituras milimetradas y, al mismo tiempo, totalmente libres, pero para nosotros es un modo de estar continuamente buscando la exactitud del instante, de mostrar aquello que se nos escapa, aquellos que habla de nosotros aunque no queramos.

Nos gusta pensar el espectáculo como una ceremonia, como un reencantamiento, invitar a todas las disciplinas, tener en el escenario animales, niños, artistas, para elaborar espectáculos que lleven al espectador por un laberinto interior, por un sueño, pero estando despierto.

Camille Decourtye y Blaï Mateu Trias