A través de este espectáculo buscamos dar visibilidad a las sensibilidades culturales del Bajo Guadalquivir a través de la experimentación musical y visual. A medio camino entre la electrónica de carácter intimista, inspirada en gente como Thom Yorke, Howling o Four Tet y las sonoridades locales de mitos del flamenco tales como Pepe Marchena, La Niña de los Peines o Antonio Chacón. La actuación desarrolla este concepto pivotando sobre la memoria del canal de los presos, a través de la música electrónica creada por sintetizadores y la proyección de visuales. El canal de los presos reformula la siempre viva tradición del Bajo Guadalquivir, la adapta y la engloba dentro de las nuevas tendencias culturales. Se ponen sobre la mesa sonoridades de Semana Santa y de trap, de rave y de peña flamenca, acompañadas de pasajes vocales muy primarios pero desgarradores, como los de nuestro folklore más puro. Con esta construcción icónica de la dictadura en el Bajo Guadalquivir, se hace una reflexión sobre la historia, la utilidad de la misma, usando el propio canal como elemento en el que se refleja lo mejor y lo peor de la humanidad.

Vergillos