Tradicionalmente, Granada y Córdoba han despertado un gran interés por sus importantes vestigios andalusíes urbanos. Por ello, esta exposición fue una forma de incorporar Sevilla a estos casos ya bien conocidos y estudiados en profundidad.
Se pretendía, asimismo, dar a conocer el periodo en el que la ciudad fue capital durante el Califato Almohade y la importante ampliación urbanística (hacia el sur, oeste y norte), al tiempo que la construcción de una serie de edificios públicos que todavía hoy le confieren carácter y personalidad, como la Giralda, el Patio de los Naranjos de la Catedral, las murallas o la Torre del Oro.
La exposición supuso también un marco de encuentro e intercambio de conocimientos entre científicos marroquíes y españoles en torno a la etapa almohade y de fomento de estudios de carácter artístico y arqueológico del horizonte almohade del propio Marruecos, como medio para conocer mejor la realidad andalusí.