Reseña histórica
El teatro Garnelo fue construido bajo la dirección del bibliófilo e impresor nacido en Montilla, Bernabé Fernández Canivel, siguiendo las direcciones estéticas del modernismo, si bien carencias económicas hicieron que en la parte superior disminuyera la calidad de los materiales y el aspecto del edificio
Inaugurado en 1917, se le puso el nombre de dos célebres artistas montillanos, los hermanos Garnelo, y pasó a gozar enseguida de gran predicamento en ambientes teatrales, fruto seguramente de la fuerte tradición teatral de la que goza la población en la que se han dado representaciones, según consta en los archivos municipales, desde el año 1551.
Poco antes de la intervención, pasó por momentos difíciles sirviendo únicamente como sala de proyecciones.
Descripción del edificio
Se trata de un edificio semiexento, pues tiene tres fachadas y apenas si está en contacto por uno de los laterales con un edificio residencial, que fue adquirido por el Ayuntamiento y ha servido para la ampliación del recinto, y con la capilla de la Rosa, de la que le separa un pequeño callejón de acceso a la misma. Tiene planta rectangular, achaflanada en uno de sus fondos, y se accedía a él por uno de los lados mayores, que da a la plaza de la Rosa. En su parte trasera linda con la calle Fernández Casado, que asciende rápidamente, de manera que se pueden establecer accesos en la cota de la primera planta.
Estructuralmente el edificio tenía una asimetría, al apoyarse en los muros perimetrales y en uno, cercano a la fachada de la plaza, que dejaba un vestíbulo muy alargado o galería entre ésta y la sala, para girar y dejar otro vestíbulo, más proporcionado, entre el fondo de la sala y la fachada del lado menor. El escenario quedaba muy condicionado por la presencia en los hombros de los servicios auxiliares.
Propuesta de intervención
Se ha hecho un esfuerzo de integración del edificio en su ámbito urbano, haciendo coincidir las obras sobre el mismo con las de remodelación de la plaza de la Rosa, que se adapta en la geometría de sus elementos al ritmo marcado por ejes, pilastras y huecos en la fachada del teatro.
Vistos los problemas que surgían de la calidad de los materiales y la dificultad de resolver las contradicciones que producía el esquema asimétrico de la estructura, se optó por el vaciado del edificio, conservando únicamente las fachadas. La nueva estructura mantiene el apoyo en las líneas de los muros perimetrales, que ven reforzada su estructura, creándose una línea porticada interior que marca el límite de las galerías de tramoya en el escenario, los pasillos laterales en el interior de la sala y un espacio de vestíbulo de la cabecera, en el que se combinan distintas alturas. Ante dicho vestíbulo, se anexiona un espacio que viene a ocupar un cuerpo bajo, encajado entre el edificio y la cuesta de la calle Fernández Casado, en el que se sitúa el acceso principal, un vestíbulo de conexión y servicios para el público, como los aseos, guardarropa y taquillas. La situación de este vestíbulo y la instauración de los esquemas de simetría, permite ordenar la serie vestíbulo - sala - escenario de forma mucho más armónica. Todos los servicios auxiliares de la escena se alojan en el edificio doméstico adquirido por el Ayuntamiento, permitiendo así su mejor funcionamiento, y la entrada accesoria se sitúa en el callejón existente entre el teatro y la ermita, con una breve fachada de cristal que configura un enlace neutro entre ambos.
La fachada principal se conserva, no sin recuperar parte de su esencia al reabrir huecos cegados y suprimir los cuerpos añadidos en su parte baja. Tamibén se ha recuperado el frente achaflanado entre las dos fachadas mayores y regularizado el diseño del muro ciego que forma la trasera. En el edificio doméstico que se añade, se ha buscado una estética contemporánea distanciada de la del teatro de principio de siglo.
Aforo: 236 espectadores