El programa se desarrolla en la red andaluza de 34 centros de atención y acogida a víctimas de violencia de género del IAM, que cuenta con un total de 471 plazas para personas que dejan sus hogares a causa de las agresiones y amenazas sufridas. Los centros, que prestan servicio las 24 horas durante 365 días al año, se dividen en tres tipos: centros de emergencia - que garantizan a las víctimas una acogida inmediata y una atención de emergencia-, las casas de acogida -centros residenciales que trabajan en la atención integral para salir de la violencia- y los pisos tutelados – que favorecen la autonomía de las mujeres, una vez que han pasado por los otros dos recursos-.
Vacacionantes ofrece durante los períodos vacacionales (navidades y verano) un conjunto de actividades lúdicas para las personas acogidas en los centros, lo que favorece su integración, aumenta su autoestima, fortalece el vínculo materno-filial y, sobre todo, crea un ambiente de seguridad, respeto y buen trato como modelo de convivencia. Así, el programa, que cuenta con la participación de todo el personal de acogida (auxiliares sociales, psicólogas, etc), abarca actividades tan variadas como fiestas del agua, talleres de cocina infantil y hábitos saludables, lecturas de verano, manualidades con elementos reciclados, cine de verano, taller de jardinería, cenas y tertulias de verano, juegos cooperativos o diferentes excursiones a playas, piscinas o lugares de interés turístico y cultural, entre otras. Junto a ello, se programan talleres específicos para apoyar a las mujeres en la búsqueda de empleo y en el desarrollo de su autoestima.
Según ha explicado la directora del IAM, este programa se enmarca dentro del objetivo de la Junta de Andalucía de ofrecer una atención integral y temprana a menores expuestos a la violencia de género, con el fin de evitar que perpetúen la violencia de género que han sufrido en sus casas y recuperen una vida libre de maltrato.
Las niñas y niños que desde edades muy tempranas están expuestos a la violencia de género en sus hogares son especialmente vulnerables, ya que tienen el riesgo de reproducir esos patrones o sufrir secuelas que lastren el resto de su vida. Se trata de menores que pueden sufrir diversas consecuencias psicológicas, emocionales, sociales, cognitivas y físicas, en función del tipo de exposición a dicha violencia, a lo que se suman los problemas derivados del derecho del maltratador a los regímenes de visita, que puede dar lugar a que el menor se convierta en víctima directa como instrumento de daño del agresor hacia la madre.