Así, la iniciativa pretende fomentar el desarrollo de la mujer gitana tanto en la sociedad como en la propia comunidad romaní. Para ello, la publicación, que incorpora un análisis sociocultural, histórico y normativo, aporta como principal contenido una guía de buenas prácticas con herramientas de intervención que faciliten el trabajo a través de un mejor conocimiento y un feedback continuo.

Las propuestas de intervención abarcan los ámbitos de la educación (con medidas como la creación de un sistema formativo que incorpore la educación intercultural; el uso de referentes positivos de mujeres gitanas para promocionar el acceso a la educación; la oferta de posibilidades educativas que se compatibilicen con las obligaciones familiares o el apoyo a la escolarización tardía, entre otras); el empleo (con propuestas como informar de la importancia de la tarjeta de demandante de empleo para acceder a recursos pro empleabilidad; procurar la implicación de familiares; tener en cuenta en la orientación laboral las necesidades de compatibilizar obligaciones familiares, etc); la salud (formar al personal sanitario en la cultura y el concepto de salud del pueblo gitano; favorecer la empatía; aprovechar el período de embarazo para formar a las mujeres sobre la importancia de las revisiones ginecológicas para la detección de patologías, etc); la vivienda (posibilitar el realojo, apoyo al alquiler, etc) y la violencia de género (desarrollar programas de autoestima y campañas específicas, fomentar la creación de redes gitanas de debate, etc)

La guía insiste en la especial situación de las mujeres de etnia gitana, que se enfrentan a veces a una doble discriminación por su pertenencia étnica y su condición de mujer. Recuerda, no obstante, la fuerte transformación que se observa en los últimos años, con una mayor participación y autonomía por parte de las mujeres gitanas, sin suponer por ello una pérdida de identidad.

La comunidad gitana es la mayor minoría étnica en Europa, con 10 a 12 millones de personas, y con 750.000 en España (la mitad de ellas en Andalucía). Se estima que sólo el 20% se encuentra en situación de pobreza, pero su visibilidad es mayor que el 80% restante, lo que ofrece una falsa imagen de marginalidad.

La economía gitana ha sido tradicionalmente autónoma familiar e informal, aunque cada vez es más frecuente la búsqueda de empleo por cuenta ajena. La población gitana tiene un comportamiento similar al de la comunidad mayoritaria: se observa una menor tasa de actividad y empleo en las mujeres que en los hombres, frente a la mayor tasa de paro femenino, de temporalidad en el empleo y de jornada a tiempo parcial. Sin embargo, esta tendencia podría cambiar en los próximos años, dado que el 80% de las personas de etnia gitana universitarias son mujeres.

Fakali es  la única federación de mujeres gitanas de Andalucía. Trabaja para la consecución de la plena incorporación de las mujeres gitanas, definiéndose como una organización social que representa el cambio que se está produciendo en el seno de la comunidad gitana. El IAM trabaja en colaboración con esta asociación para visibilizar la doble discriminación de las mujeres gitanas y apoyar la transformación que éstas llevan a cabo desde el seno de la comunidad romaní.