Guía de Identificación de Hábitats de Interés Comunitario en Andalucía

47 Hábitats costeros que ocupan áreas litora- les concretas, cercanas al mar, por encima del límite de las mareas altas. Incluyen playas de pendiente suave y pequeñas acumulaciones de arena formadas por la acción del viento o de las olas, así como dunas constituidas por depósitos eólicos, remodelados, a veces, por el oleaje. Son, por tanto, hábitats supralitorales afecta- dos por la maresía, adyacentes a los hábi- tats marinos. Las dunas litorales son ecosistemas muy variados que dan lugar a distintos HIC. Se asocian a costas bajas sedimentarias con amplias playas arenosas que actúan de fuente de sedimento. El viento marino arrastra la arena desde la playa al interior donde es retenida por plantas pioneras que dan lugar a acúmulos arenosos incipientes. Conforme crecen, forman cordones duna- res paralelos a la costa cubiertos, normal- mente, por vegetación especializada. Las dunas costeras forman parte del am- biente de transición marítimo-terrestre y tienen un papel crítico en la estabilidad de la costa. Constituyen ecosistemas comple- jos en los que se produce una continua in- teracción entre procesos abióticos (trans- porte de arena) y bióticos (colonización vegetal). Destacan, además, por la singu- laridad de su biota adaptada a condiciones ambientales extremas (escasez de agua dulce y de nutrientes, movilidad del sustra- to, en ciertos casos elevada salinidad, etc.) y por estar sometidos a una fuerte presión antrópica. En Andalucía existe una amplia representa- ción de sistemas dunares costeros (especial- mente en la costas del Golfo de Cádiz y en Doñana). Estos sistemas están compuestos por dunas primarias o embrionarias for- madas en la zona alta de la playa; dunas secundarias o móviles, desarrolladas, que presentan formaciones de Ammophila are- naria y dunas terciarias o fijas, más estables y alejadas del mar, con cierta acumulación de materia orgánica y con céspedes y co- munidades ricas en leñosas. Estas últimas, más estabilizadas y maduras, pueden alber- gar una vegetación integrada por enebrales y sabinares ( Juniperus spp.) con arbustos como Pistacia lentiscus, Rhamnus oleoides, Phyllirea angustifolia , etc., e incluso forma- ciones de mayor porte como pinares piño- neros o alcornocales. Los sistemas dunares pueden contener, asimismo, depresiones in- terdunares o intradunares en contacto con la capa freática y ocupadas por comunida- des ligadas a la humedad. En costas expuestas a vientos de mar fuer- tes y con un importante aporte de arena (como en Doñana) se producen notables movimientos dunares. Los cordones se desplazan hacia tierra dejando espacio de- trás, cerca de la playa, para la formación de otros nuevos. Así, mientras se genera un nuevo cordón en la parte alta de la pla- ya, los cordones anteriores, ya formados, avanzan tierra adentro. Cuando los nuevos alcanzan una altura que impide su fija- ción por la vegetación y se hacen también móviles, los más antiguos se han alejado lo suficiente hacia tierra como para dejar detrás una depresión, más o menos conti- nua, que separa a ambos. Las depresiones interdunares formadas de este modo son muy cambiantes y efímeras, aumentando o disminuyendo en tamaño y sufriendo rápidos procesos de enterramiento. Tam- bién varían en función de la localización, en cordones más cercanos al mar (muy di- námicos) o más interiores (más estables).

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