Lanjarón
Refugio de Tello (Lanjarón) • PR-A 34
LANJARÓN. Lanjarón es la puerta de la Alpujarra, un vergel en la ladera del Cerro del Caballo, una tierra preñada de manantiales que han hecho famosa a esta localidad, siendo su balneario muy frecuentado en los dos últimos siglos, por personajes tan conocidos como Manuel de Falla o Federico García Lorca, cuyos poemas adornan las fuentes del pueblo.
Lanjarón ya era conocido por los árabes como “lugar de fuentes saludables” (Al-Lanchar), y es un enclave privilegiado en todos los sentidos. Su localización no es casual, justo donde concurren numerosos manantiales, producto del encuentro entre diferentes materiales geológicos entre cuyas fracturas fluye el agua, lo que otorga a esta unas características minero-medicinales únicas.
El agua es el protagonista indiscutible de Lanjarón, por su maravilloso río, jalonado desde las cumbres, de lagunas, cascadas y arroyos cristalinos, por sus acequias de careo y riego que recargan acuíferos y llenan de verdor las lomas abancaladas con castaños centenarios, y sobre todo, por el agua que mana en abundancia por numerosos manantiales en el entorno del pueblo, cada uno con diferente mineralización, y que tanta fama han dado al municipio. Incluso en sus fiestas de San Juan, el agua corre por calles y balcones, la noche de San Juan, ante el regocijo general. Todo esto, unido también a su agua embotellada y a su Balneario, han otorgado prestigio al pueblo.
Lanjarón cuenta también con un castillo árabe en la parte baja del pueblo, que tuvo un importante protagonismo en la rebelión mudéjar de 1500, cuando el propio Fernando el Católico tuvo que tomarlo.
La loma en la que está asentado a media ladera el pueblo de Lanjarón, tiene la particularidad de que a lo largo de su recorrido desde la cumbre del Caballo (3.009 m), hasta el Río Guadalfeo, próximo al mar, está presente casi toda la vegetación del Mediterráneo, algo excepcional (frutales tropicales, cítricos, encinas, robles, pinos, piornos, pastizal nevadense). La cercanía al mar y la gran elevación, produce esta enorme biodiversidad. A 1 Kilómetro del pueblo se encuentra el Mirador del Visillo, que merece una parada, desde donde tenemos una vista espléndida de Lanjarón y su entorno montañoso.
La cumbre del Caballo desde el itinerario. Archivo P. N. Sierra Nevada
Acequia de Mezquerina. Foto cedida por Diego González
INICIO SENDERO 1/ • LANJARÓN
Atravesamos el pueblo en dirección a Órgiva, y pasado el puente del Río Lanjarón, sale una pista a la izquierda donde hay una fuente en la que podemos abastecernos de agua. Esta fuente presume de tener propiedades curativas de índole ocular. Por algo tiene un imagen de Santa Lucía en una hornacina.
A escasos metros a la derecha comienza el Camino de la Sierra, una vereda muy pendiente, entre chumberas, empedrada de esquistos, cuarcita y serpentina, un lujo de color para este camino arriero. A pocos minutos alcanzamos una pista que seguimos a la izquierda, entre olivares, a lo largo de unos 100 m hasta una curva donde retomamos la vereda. La fuerte subida entre pitas, almendros y marrubios, nos abrirá perspectivas a nuestra espalda y podemos contemplar la costa mediterránea detrás de los calizos Tajos Colorados. En menos de una hora entramos en un castañar, parte del cual se vio afectado por un incendio, pero que aún conserva, como veremos más adelante, imponentes ejemplares centenarios. Los cortijos y bancales abandonados han sido ocupados por zarzamoras, aulagas, matagallos, etc. y una fauna que se mueve a sus anchas como la culebra de escalera, garduña, tejón y jabalí. Llegamos a un carril que tomamos hacia arriba hasta un cortijo, donde seguiremos en línea recta dejando a la derecha el carril. Un poco más arriba comenzamos a ver la silueta del Pico del Caballo el tresmil más occidental de Sierra Nevada, coronando la larguísima loma de Lanjarón.
Continuamos por la evidente vereda empedrada, ahora entre rascaviejas y cantuesos, con variedad de pájaros como la oropéndola, mirlo, petirrojo y carbonero. Pasamos junto a la Fuente de Matomárque (1), que se beneficia de las filtraciones de las acequias que hay por encima, y donde vemos impresionantes castaños, algunos calcinados. A 1.250 m de altitud alcanzamos la Acequia de Mezquerina (2), límite del Parque Natural. Pasamos entre labores abandonadas y por un carril alcanzamos el Cortijo de los Pilones. En este cruce (3), dejamos a la derecha el recorrido del Sendero Sulayr (GR- 240), para continuar por la vereda y en pocos minutos se llega a la Acequia de las Encinillas. Sin cruzarla, bajaremos al Río Lanjarón (4) (1.400 m), un lugar idílico de frondosa vegetación de ribera con una cascada procedente de la Acequia Nueva. Cruzamos el río por un amplio puente para ascender unas duras rampas, atravesando la Acequia Nueva, en una zona que está en proceso de repoblación tras el incendio del año 2005 que asoló la zona.
Por fin alcanzamos el Refugio de Tello, localizado a una altura de 1.550 m, en un pretil rocoso sobre el río. Este paraje de Tello fue un área de experimentación forestal desde principios del siglo XX. Aún quedan en pie algunos ejemplares de secuoya, testigos de la antigua grandeza del lugar. A pesar del incendio este lugar conserva su imagen agreste y una privilegiada situación en uno de los valles más interesantes de Sierra Nevada.
FIN SENDERO 1/ • REFUGIO DE TELLO
ACCESO A LANJARÓN. Para volver al pueblo, hay que seguir el mismo camino por el que hemos llegado al Refugio. •
Subida entre matagallos, rascaviejas y castaños. Foto cedida por Diego González
Vista de la cabecera del río Lanjarón. Foto cedida por José Manuel Castilla
Puente del Río Lanjarón. Foto cedida por Diego González
El Camino de la Sierra entre chumberas, olivos y almendros. Archivo P. N. Sierra Nevada
Llegada al Refugio de Tello. Foto cedida por Diego González
Recorrido por el castañar. Foto cedida por Diego González
EQUIPAMIENTOS DE USO PÚBLICO //////////
REFUGIO DE TELLO • SENDERO SULAYR GR-240 • SENDERO GR-7 • SENDERO GR-142 • PUNTO DE INFORMACIÓN DE LANJARÓN.
OTROS LUGARES DE INTERÉS //////////
LAS AGUAS Y EL BALNEARIO DE LANJARÓN. El prestigio de Lanjarón como estación balnearia reside en la variedad y calidad de sus aguas. La falla de Lanjarón, frontera entre dos parajes únicos, Sierra Nevada y la Alpujarra, permite que en los entornos próximos a la población haya emergido una gran profusión de manantiales.
De la fusión de las nieves perpetuas y la lluvia provienen unas aguas frías de una extrema pureza.
Pero de las circulaciones profundas y lentas de la tierra surgen otras aguas termales con características químicas totalmente opuestas. Seis manantiales de aguas mineromedicinales, todos únicos, son los que el Balneario utiliza para la prevención y el tratamiento de determinadas afecciones.
Aguas en bebida
• MANANTIAL CAPUCHINA
Depurativa.
Mineralización fuerte, bicarbonatada, clorurada, sódica y cálcica.
• MANANTIAL SALUD I
Facilita la digestión.
Mineralización débil, clorurada, sódica-magnésica, cálcica, bicarbonatada y carbogaseosa.
• MANANTIAL SALUD II
Facilita la digestión.
Mineralización media, clorurada, sódica, cálcica, bicarbonatada
y carbogaseosa.
• MANANTIAL CAPILLA
Facilita la digestiva y estimula el apetito.
Mineralización media-baja, clorurada, sódica, cálcica, bicarbonatada y carbogaseosa.
• MANANTIAL SAN VICENTE
Diurética.
Mineralización débil, bicarbonatada y cálcica.
Agua para baños
• MANANTIAL El SALADO
Sedante.
Mineralización fuerte, clorurada, sódica, cálcica, carbogaseosa
y ferruginosa.
Un poco de historia. Fueron los mozárabes los primeros en disfrutar de estas aguas cristalinas y los que dieron el nombre de Lanjarón a este privilegiado oasis.
Las propiedades saludables de las aguas de Lanjarón fueron reconocidas a partir de 1770 pero será en el siglo XIX cuando la fama del establecimiento se extenderá y cuando sus manantiales se explotarán de forma terapéutica y continuada. Durante ese siglo adquiere renombre a nivel nacional e internacional presentándose en las Exposiciones Universales de París de 1878 (en la cual recibe la medalla de plata en su categoría) y de Barcelona de 1888. Los personajes más famosos de la época se dejarán querer por sus manantiales y acudirán a descubrir el secreto de sus aguas.
A principios del siglo XX, Lanjarón será la cita obligada para los más acaudalados de la época: el punto de reunión y descanso de reyes, reinas y personajes tan conocidos como Virginia Wolf, Betrand Rusell, Manuel de Falla o Federico García Lorca.
El edificio emblemático de manantiales será construido en 1928, época en la que iniciará su apogeo que durará hasta los años sesenta del pasado siglo.
Hoy, el Balneario de Lanjarón, que ha sabido renovar sus técnicas e instalaciones sin perder nada de su grandeza, es un lugar de paz y armonía donde se proponen una gama amplia de tratamientos de balneoterapia.