Precipitación en Andalucía

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Seguimiento de variables climáticas

En Andalucía pueden establecerse cuatro grandes dominios en función de los totales pluviométricos anuales:

  • En el dominio más lluvioso de la región se superan los 750 mm anuales, y se sitúa en las sierras de Aracena, Cazorla-Segura y Grazalema. Se trata de relieves elevados y dispuestos en las trayectorias más seguidas por las perturbaciones frontales en su penetración hacia la región a través del golfo de Cádiz. En los lugares más beneficiados por estos conceptos se superan los 1500 mm, y en Grazalema se rebasan incluso los 2000 mm, convirtiéndose así en uno de los lugares más regados de España.
  • El segundo dominio se encuadra en la mayor parte de Andalucía (valle del Guadalquivir, casi toda la Sierra Morena, y parte de la costa mediterránea) y en él la precipitación se sitúa entre 750 y 500mm. La apertura o cercanía al Atlántico determina que las precipitaciones sean elevadas aunque en menor volumen que el caso anterior porque no se potencia el factor relieve.
  • Por debajo de los 500mm se sitúan las depresiones y altiplanos interiores de las cadenas Béticas y el sureste de la región, precisamente por el efecto de obstáculo que ejercen estas cadenas frente a los flujos húmedos y perturbados del oeste. Estamos en el dominio de los medios semiáridos y, en ocasiones, áridos. 
  • Por último aparece un cuarto dominio, en la costa oriental almeriense, que registra precipitaciones inferiores a 250mm, participando ya de los caracteres de los climas subdesérticos.

Mapa de precipitación media anual en Andalucía: periodo 1971-2000

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Este mapa se ha elaborado a través Web Maps Service

La diversidad en los totales pluviométricos es compatible, sin embargo, con la existencia de un régimen de precipitaciones que muestra rasgos comunes para toda la región, la variabilidad estacional e interanual.

Variabilidad estacional

En primer lugar, Andalucía se caracteriza por un Intenso déficit hídrico estival. En ningún caso las precipitaciones estivales alcanzan el 6% de las anuales, siendo su porcentaje normalmente inferior al 3%.

Este régimen de precipitaciones estacional varía entre unas zonas y otras. Así, se puede distinguir el ámbito interior en el que el trimestre más lluvioso es enero, febrero y marzo; y el ámbito periférico en el cual el trimestre más lluvioso se da en noviembre, diciembre y enero el más lluvioso. Dentro de último se puede diferenciar el ámbito mediterráneo en el que las precipitaciones otoñales totalizan el 30% del total anual; y el ámbito atlántico en el que invierno predomina con el 40% de las lluvias anuales.

También es un rasgo común a toda la región el hecho que estos totales pluviométricos se generen en durante un reducido número de días de lluvia que, en general, se sitúa por debajo del 25% del total de días del año, alcanzando valores inferiores al 15% en todo el litoral sureste.

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Este mapa se ha elaborado a través Web Maps Service.

Variabilidad interanual

En Andalucía existe una variada irregularidad interanual, pudiendo registrarse años muy lluviosos junto a otros extraordinariamente secos. En prácticamente todo el territorio andaluz el índice de irregularidad alcanza valores superiores a 3, lo que implica que el año más lluvioso supera en más de tres veces al año más seco. En general los ámbitos de montaña suelen ser los más regulares y en ellos los índices apenas rebasan este valor; sin embargo en las zonas más llanas es común que se supere el valor de 4, e incluso se rebasa el valor de 5 en la costa almeriense.

Se trata, sin duda, de una de las limitaciones más severas que el clima impone en la región, no sólo por los problemas que genera a la hora de gestionar los recursos hídricos, sino también porque, en consonancia con esta alta variabilidad, se registra una abundancia de extremos pluviométricos por exceso y por defecto que debe tenerse en cuenta en la ordenación y planificación del territorio.

El comportamiento de las precipitaciones de especial intensidad es reflejado por los valores de precipitación máxima en 24 horas para un periodo de retorno de 100 años y por el índice de torrencialidad de la lluvia, que constituyen respectivamente valores absolutos y relativos.

La precipitación máxima en 24 horas para un periodo de retorno de 100 años es expresiva de la lluvia diaria máxima que es esperable por término medio una vez cada 100 años, siendo por tanto su probabilidad de ocurrencia muy reducida, de sólo un 1%. En el escenario andaluz la isolínea 150 mm individualiza los ámbitos en los que estas precipitaciones son realmente muy intensas de aquellos otros en los que la lluvia no presenta comportamientos reseñables. Entre los primeros cabe situar las estribaciones occidentales de Sierra Morena y la mayor parte de las Cadenas Béticas, pudiendo establecerse en ellas cuatro dominios: el dominio más occidental, correspondiente a las provincias de Cádiz y Málaga, un núcleo central, situado en la provincia de Granada, el sureste almeriense y un pequeño ámbito sobre las sierras de Cazorla y Segura.

A su vez, dentro de estos dominios se individualizan núcleos de especial intensidad de la precipitación en las provincias más mediterráneas de las cadenas Béticas; entorno de la Sierra de Grazalema, con más de 400 mm de precipitación máxima, las Subéticas sevillanas, que alcanzan los 300mm por este concepto, el sureste almeriense, que contabiliza 200mm y, por último, el núcleo más destacable, situado en la costa granadina, en el entorno de Nerja-Motril, donde se rebasan los 450mm de precipitación máxima para un periodo de retorno de 100 años.

Todos estos lugares son áreas en las cuales son esperables ocasionalmente precipitaciones de intensidad extraordinaria; ahora bien, no son todas similares, sino que presentan diferencias de gran importancia entre unos y otros, las cuales se ponen de manifiesto al relativizar estos valores extremos.

La torrencialidad de la lluvia, definida como el porcentaje que la precipitación máxima en 24 horas para un periodo de retorno de 100 años supone respecto a la precipitación total del año, nos ofrece esta información y pone de manifiesto cuatro situaciones diferentes para cada uno de estos cuatro dominios. En la Sierra de Grazalema se dan unas precipitaciones máximas muy altas, pero una torrencialidad muy baja, que se deriva de la elevadísima precipitación media anual. En el polo opuesto se sitúa el sureste almeriense, que no registra las precipitaciones máximas más elevadas, pero sí los mayores valores de torrencialidad (aproximadamente la precipitación máxima diaria registrada iguala a la precipitación total anual). En las Subéticas sevillanas aparece una situación intermedia por ambos conceptos y, por último, en el entorno de Nerja-Motril es donde se registran los valores más elevados en ambas categorías: la precipitación máxima en 24 horas para un periodo de retorno de 100 años supera los 450 mm, igualando e incluso superando este valor los valores de precipitación anual registrados en el área.

Mapa de torrencialidad de la lluvia (1971-2000)

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Este mapa se ha elaborado a través Web Maps Service

Desde el punto de vista de los impactos esperables en el medio como consecuencia de estas lluvias extraordinarias, sin duda las peores situaciones son las del sureste almeriense y el sector Motril-Nerja, es decir, los enclaves dotados de mayor torrencialidad, dado que en ellos estas lluvias intensas caen sobre un medio adaptado para recibir precipitaciones muy escasas y, en consecuencia, incapaz de absorber el impacto de estos aguaceros. Todo lo contrario sucede en el ámbito de Grazalema, un medio adaptado a recibir fuertes lluvias de manera habitual y, por tanto, mucho menos vulnerable a sus precipitaciones máximas. Ello explica en buena parte que la mayoría de los puntos negros por inundación se sitúen grosso modo alrededor de estos enclaves de fuerte torrencialidad y, de forma general, en el ámbito mediterráneo oriental y las depresiones interiores, también orientales, de las cadenas Béticas. Hacia ellas fluyen estas fuertes lluvias de las estribaciones montañosas, y en sus cauces generan los desbordamientos correspondientes.

Andalucía ha soportado en los últimos 35 años, cuatro importantes periodos de sequía. Los más recientes son los que se enmarcan entre los años 1992 y 1995 y el que comenzó en 2004 y finalizó en 2010. Estos periodos han supuesto reducciones en las precipitaciones superiores en algunas cuencas de más del 40 por ciento, aunque sus efectos sobre la población han sido diferentes gracias a la consideración de este fenómeno como un elemento coyuntural a nuestro clima y por tanto, incorporación en todas las fases de la gestión y planificación hídrica.

El elevado riesgo de sequía que existe en Andalucía se deriva de tres rasgos que caracterizan a la precipitación en este ámbito. En primer lugar, la elevada variabilidad interanual de las precipitaciones que propicia la aparición de situaciones extremas de uno u otro signo.

En segundo lugar, la duración prolongada de los periodos de sequía, que en algunas ocasiones y observatorios han llegado a superar 9 años consecutivos y les otorga una elevada peligrosidad. La secuencia seca registrada en los años ochenta es la más destacable por su duración, pero en los años noventa y primera década de siglo la situación también revistió una gran peligrosidad. En 2010 se supera una grave situación de sequía pluviométrica que se inició en otoño de 2004 y que, salvo en el sector más occidental donde la situación de sequía fue menos intensa, ha tenido efectos generalizados muy negativos sobre la economía y el medio ambiente de la región.

Por último, la fuerte covariación espacial que se registra en todo el territorio que dificulta el establecimiento de mecanismos de compensación interterritorial. Hay que mencionar algunas posibilidades de complementariedad, derivadas de la existencia de secuencias secas que se manifiestan en un ámbito y no en los otros, o bien, de la distinta duración e intensidad que se registra en las grandes sequías que han azotado a la región.

Esta información se complementa con el seguimiento de las secuencias secas registradas en la región mediante el índice estandarizado de sequía pluviométrica. El seguimiento mensual se hace necesario dado que un “año normal” –con precipitaciones totales similares a la media del periodo de referencia- resulta a veces poco representativo en nuestros medios, dado que la variabilidad interanual de las precipitaciones es muy elevada, y puede dar lugar a que se genere una alternancia desordenada entre años y meses lluviosos o muy secos. La consideración en su sucesión cronológica de estos meses lluviosos y secos permite identificar las secuencias secas registradas en cada una de las cuencas hidrográficas de la comunidad, las cuales se manifiestan como los tramos de valores respectivos situados por debajo del valor 0.

Uno de los indicadores empleados para el seguimiento de las sequías es el Índice Estandarizado de Sequía Pluviométrica (IESP). El seguimiento mensual se hace necesario dado que un “año normal” –con precipitaciones totales similares a la media del periodo de referencia- resulta a veces poco representativo en nuestros medios, dado que la variabilidad interanual de las precipitaciones es muy elevada, y puede dar lugar a que se genere una alternancia desordenada entre años y meses lluviosos o muy secos. La consideración en su sucesión cronológica de estos meses lluviosos y secos nos permite identificar las secuencias secas registradas, las cuales se manifiestan como los tramos de valores respectivos situados por debajo del valor 0, adoptando valores negativos.